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La chica danesa

Una novela de David Ebershoff

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7<br />

Una semana después del Baile de los Artistas, Lili se encontró con Henrik en el<br />

Jardín Real tres tardes seguidas. Insegura aún, aceptó verle, pero sólo al oscurecer, lo<br />

cual, a fines de junio, quería decir tarde, después de cenar. Todas las noches, cuando<br />

sacaba una falda del armario ropero a fin de vestirse para la cita, Lili se sentía llena<br />

de sentimientos de culpabilidad. Greta estaba leyendo el periódico en el cuarto de<br />

estar, y casi sentía sus ojos fijos en ella mientras se daba los polvos y se aplicaba el<br />

lápiz de labios y se rellenaba la pechera de la camisola con calcetines enrollados. Lili<br />

pasaba de puntillas junto a Eduardo IV, que estaba echado cuan largo era sobre la<br />

pequeña alfombra ovalada que había delante del espejo, y se miraba con cuidado el<br />

perfil en su cristal, primero desde la izquierda, luego desde la derecha. Se sentía mal<br />

dejando a Greta a solas con su periódico y con el cono de luz de su lámpara de leer,<br />

pero no tan mal como para dar plantón a Henrik bajo la farola de siempre.<br />

—¿Vas a salir? —preguntó Greta la primera noche que vio a Lili ir derecha hacia<br />

la puerta de la calle, justo cuando sonaba la sirena del ferry de Bornholm.<br />

—Sí, salgo a dar un paseo —dijo Lili—, me hace falta un poco de aire fresco.<br />

Hace demasiado buen tiempo para quedarse encerrada en casa.<br />

—¿A estas horas?<br />

—Si no te parece mal…<br />

—No, en absoluto —dijo Greta señalando el montón de periódicos que tenía a sus<br />

pies, y que quería leer antes de acostarse—, pero ¿vas sola?<br />

—Bueno, sola no —Lili no podía mirar a Greta a los ojos al decir esto, así que los<br />

apartó y miró al suelo—, voy a ver a Henrik. —Y añadió—: Pero sólo para dar un<br />

paseo.<br />

Lili miró entonces el rostro de Greta. Tenía las mejillas tensas, y sus dientes<br />

parecían rechinar. Se incorporó en su butaca y estrujó el periódico que tenía sobre el<br />

regazo.<br />

—Bueno, no tardes mucho —dijo al fin.<br />

Henrik hizo esperar a Lili casi veinte minutos junto a la farola. Lili comenzó a<br />

preocuparse, temiendo que a lo mejor había cambiado de idea, que quizás hubiese<br />

notado algo raro en ella. <strong>La</strong> asustaba sentirse sola en la calle. Pero, al tiempo, la<br />

embargaba una sensación de euforia por estar libre, y el rápido palpitar de su garganta<br />

le decía que podía hacer casi todo cuanto se le antojara.<br />

Cuando, por fin, llegó Henrik, estaba jadeante, le sudaba el labio superior.<br />

—Estaba pintando y perdí toda noción del tiempo —dijo—. ¿Te pasa eso alguna<br />

vez, Lili? ¿Te olvidas de quién eres o de dónde estás?<br />

Anduvieron durante cosa de media hora en la noche cálida. Apenas hablaban, y<br />

Lili tenía la sensación de que no había nada que decir. Henrik la cogió de la mano.<br />

www.lectulandia.com - Página 59

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