Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
de bronce tocando sus lure. Lili parecía frágil, y llenaba el cuadro, arropada por el<br />
abrazo de un hombre y con el pelo cayéndole sobre el rostro. Nunca olvidaría aquella<br />
escena, se decía Greta mientras pintaba, jamás podría olvidar la creciente mezcla de<br />
horror y confusión y rabia que aún sentía correrle por la espina dorsal. Era consciente<br />
de que a partir de entonces algo había cambiado.<br />
—¿Llevas mucho tiempo aquí? —preguntó Greta a Lili al entrar en el<br />
apartamento.<br />
—Menos de una hora —las agujas continuaban resonando metálicamente en su<br />
regazo—. Es que salí. Fui a pasear por el Jardín Real y me senté a hacer ganchillo en<br />
un banco. ¿Has visto ya las rosas?<br />
—¿Te parece buena idea salir así, sola?<br />
—No estaba sola —dijo Lili—. Estaba con Henrik. Nos encontramos en el banco.<br />
—Henrik —dijo Greta—. Ya.<br />
Greta escrutó a su marido por el rabillo del ojo. No tenía la menor idea de cómo<br />
hacer frente a aquella situación, ni a Lili, pero ahí la tenía, vestida con una falda<br />
marrón y una blusa blanca de mangas holgadas, y con los zapatos anticuados de<br />
hebillas de peltre que le había dado el primer día. Sí, la tenía justo allí. <strong>La</strong> garganta de<br />
Greta se llenó de una fuerte pesadumbre: hubiese querido que ambos se sintiesen más<br />
comprometidos con las andanzas de Lili. Se dio cuenta de que nunca iba a saber a<br />
ciencia cierta cuál era exactamente su papel en aquel asunto.<br />
—¿Y qué tal está el pintor de peces? —preguntó Greta.<br />
Lili levantó la vista y se puso a contar a Greta la historia del reciente viaje de<br />
Henrik a Nueva York, donde había cenado con la señora Rockefeller.<br />
—Está convirtiéndose en un pintor importante —prosiguió Lili, y le repitió los<br />
comentarios que la gente del mundillo del arte hacía de Henrik—. ¿Sabías que es<br />
huérfano? —añadió.<br />
Y se puso a contarle su juventud como aprendiz de marinero, en una goleta que<br />
pescaba en el Mar del Norte. Luego le dijo que Henrik había afirmado, sentado a su<br />
lado en el banco del Jardín Real, delante del bojedal, que nunca hasta entonces había<br />
conocido a una <strong>chica</strong> como Lili.<br />
—Es evidente que le gustas.<br />
Greta se daba cuenta de lo acalorado que estaba el rostro de Lili. Acababa de<br />
pasar un día sin incidentes en la galería, con sus diez cuadros colgados de las paredes<br />
y sin vender. Y ahora, esto: su marido, con una falda marrón lisa; y la historia de<br />
Henrik recibiendo una invitación para cenar con la señora Rockefeller en el National<br />
Arts Club, en Gramercy Park. Y el extraño aspecto que debían de tener Lili y Henrik<br />
en un banco público, a la sombra de las torrecillas del palacio de Rosenborg. Todo<br />
eso se mezcló de pronto en su mente, y preguntó, sin pensarlo:<br />
—Dime una cosa, Lili, ¿has besado alguna vez a un hombre?<br />
Lili dejó de hacer ganchillo y apoyó la labor en el regazo.<br />
Fue como si esta pregunta hubiese caído por su propio impulso de la boca de<br />
www.lectulandia.com - Página 55