02.05.2017 Views

La chica danesa

Una novela de David Ebershoff

Una novela de David Ebershoff

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Unos días después de la operación, cuando ya la fiebre de Lili se había<br />

estabilizado, Carlisle escribió a Greta, pero no le contestó. Volvió a escribir y<br />

tampoco recibió respuesta. Telefoneó, pero lo único que oyó a través de los ruidos de<br />

electricidad estática fue un interminable timbrazo metálico. El telegrama que mandó<br />

no le puedo ser entregado. Tuvo que enviar un cable al Banco de Crédito Agrícola<br />

para enterarse de que Greta había vuelto a California.<br />

Y ahora, en plena noche, Lili no quería turbar el sueño de Carlisle, pero tampoco<br />

podía estarse callada. Le volvía el dolor, y desgarró la manta con las manos a causa<br />

del miedo que sentía. Concentró su atención en la bombilla del techo, mordiéndose el<br />

labio, pero el dolor no tardó en extendérsele por todo el cuerpo, y prorrumpió en<br />

chillidos, suplicando una inyección de morfina. Suplicando que le pusieran éter.<br />

Gemía pidiendo sus píldoras, reforzadas con cocaína. Carlisle comenzó a moverse, a<br />

levantar la cara; se la quedó mirando un instante, moviendo los párpados, y Lili se dio<br />

cuenta de que estaba tratando de averiguar dónde se encontraba. Pero enseguida<br />

despertó del todo y fue a buscar a la enfermera de noche, que estaba dormida en su<br />

cabina. En cosa de un minuto la enfermera puso la máscara de éter en torno a la nariz<br />

y la boca de Lili y se fue del cuarto, en silencio para el resto de la noche.<br />

—¿Te sientes mejor? —preguntaba el profesor Bolk cuando iba a verla por las<br />

mañanas.<br />

—Un poco, quizá —se forzaba Lili a decir.<br />

—¿Ha bajado algo el dolor?<br />

—Un poquitín —replicaba, aun cuando no fuese verdad.<br />

Lili trataba de incorporarse en la cama. Cundo el profesor entraba en su cuarto, se<br />

preocupaba por su aspecto; ojalá llamase a la puerta para darle tiempo de darse lápiz<br />

de labios y algo de polvos. Tenía la polvera en la mesita de noche; era de metal rojo y<br />

del tamaño de una pasta, pero estaba justo fuera de su alcance. Tenía que estar<br />

espantosa, pensaba Lili mientras el profesor, tan apuesto y guapo con su bata<br />

reluciente, echaba una ojeada atenta al papel que había en la tablilla.<br />

—Mañana trataremos de que des un paseíto —decía el profesor.<br />

—Bueno, si no puedo mañana, seguro que podré pasado —respondía Lili.<br />

—¿Puedo hacer algo por ti?<br />

—Ya ha hecho usted mucho —respondía Lili.<br />

Y el profesor Bolk daba media vuelta para irse, pero entonces Lili hacía un<br />

esfuerzo para preguntarle lo que con más ahínco quería saber:<br />

—Henrik está esperándome en Nueva York. ¿Cree usted que podré ir allí en<br />

septiembre?<br />

—Sin el menor género de dudas.<br />

<strong>La</strong> voz del profesor, cuando la tranquilizaba de esta forma, era como una mano<br />

sobre su hombro. Lili entonces se iba quedando dormida, sin soñar con nada especial,<br />

pero sabiendo vagamente que todo acabaría saliendo bien.<br />

A veces oía al profesor y a Carlisle que hablaban al otro lado de la puerta.<br />

www.lectulandia.com - Página 247

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!