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La chica danesa

Una novela de David Ebershoff

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—¿Volverá? —le preguntó la encargada, cuya blusa negra le daba todo el aspecto<br />

de un gran pedazo de carbón.<br />

—No —dijo Lili—, de allí saldré para Nueva York.<br />

Eso había hecho más difícil el viaje a Dresde. El profesor Bolk le había dicho que<br />

iba a tener que quedarse en Dresde cosa de un mes.<br />

«Operaremos inmediatamente», cablegrafió, «pero el restablecimiento será<br />

lento.»<br />

Lili enseñó los telegramas a Carlisle, que los leyó más o menos como los había<br />

leído su hermana, con el papel alejado del rostro y la cabeza ladeada. Pero Carlisle no<br />

discutió ni dio consejos en contra. Los leyó con detenimiento y dijo, cuando hubo<br />

terminado:<br />

—¿Qué es exactamente lo que va a hacer Bolk?<br />

—Sabe que quiero ser madre —dijo Lili.<br />

Carlisle asintió y frunció un poco el ceño:<br />

—Pero ¿cómo?<br />

Lili lo miró y, de pronto, temió que tratase de influir en su decisión.<br />

—De la misma manera que me hizo a partir de Einar.<br />

Los ojos de Carlisle recorrieron a Lili de pies a cabeza; Lili sintió aquellos ojos en<br />

sus tobillos, que ahora estaban cruzados, en su regazo, en sus pequeños pechos, en su<br />

garganta, que se alzaba como un tallo desde el collar de cuentas de ámbar. Carlisle se<br />

puso en pie:<br />

—Todo esto parece muy emocionante para ti —dijo—. Supongo que es lo que<br />

siempre has deseado.<br />

—Sí, desde que era pequeña.<br />

—Sí, claro —dijo Carlisle—. ¿Qué <strong>chica</strong> no desea eso?<br />

Era cierto, y Lili se sintió aliviada al ver que Carlisle estaba de acuerdo en<br />

acompañarla en su viaje. Durante unos días había suplicado a Greta que cambiase de<br />

actitud, pero se había limitado a decirle, mientras la estrechaba entre sus brazos:<br />

—Pienso que es una equivocación, y no voy ayudarte a cometerla.<br />

Lili preparó su maleta y sacó los billetes del ferry con cierta aprensión y se cubrió<br />

los hombros con su chal de verano, como si estuviera luchando contra un resfriado.<br />

Se dijo que debía pensar en ello como se piensa en una aventura: el ferry de<br />

Danzig, el tren nocturno a Dresde, una estancia de un mes en la Clínica Municipal de<br />

Mujeres. De allí iría a Nueva York, Había escrito a Henrik diciéndole que llegaría<br />

hacia septiembre. Comenzó a verse como una viajera que se embarcaba rumbo a un<br />

mundo que sólo ella podía imaginar. Cuando cerraba los ojos, lo veía en su interior: el<br />

cuarto de estar de un apartamento neoyorquino, un silbato de la policía resonando en<br />

la calle y un niñito saltando sobre su regazo. Se imaginaba una mesita con su tapete,<br />

y el marco de doble óvalo de plata con dos fotografías, una de Henrik y ella en el día<br />

de su boda, y la segunda de su hijito con su largo vestido de bautizar.<br />

Lili tuvo que pasar revista a sus posesiones para cerciorarse de que todo estaba<br />

www.lectulandia.com - Página 235

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