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La chica danesa

Una novela de David Ebershoff

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—¿Estás enamorada?<br />

En el apartamento de abajo se oyó un portazo. Unos pocos pasos muy fuertes.<br />

Una ventana que se abría de golpe.<br />

Lili se retrepó en la silla de asiento de cuerda. No acababa de creer que Greta lo<br />

hubiese adivinado. Y es que estaba segura de que, si Greta hubiese sabido que estaba<br />

enamorada, habría tratado de impedirlo. Y fue entonces cuando se dio cuenta de lo<br />

mucho que se había equivocado sobre Greta. Una vez más, se había equivocado.<br />

—Sí, lo estoy —dijo Lili.<br />

—¿Estás segura? —preguntó Greta.<br />

—Sí, completamente.<br />

—¿Te quiere?<br />

—No acabo de creérmelo, pero, sí, me quiere.<br />

—Bueno, pues eso es lo único que importa, ¿no crees?<br />

El sol le daba de lleno, y pensó en las noches en que Greta cepillaba su cabellera<br />

y sus pechos se apoyaban en su espalda. Pensó en la cama que compartían, y en cómo<br />

sus dedos meñiques se entrelazaban durante la noche, y en cómo la luz matinal caía<br />

sobre el rostro dormido de Greta, y ella, entonces, le besaba las mejillas, pensando:<br />

«¡Dios mío, ojalá pudiese ser tan bella como tú!»<br />

—¿Estás contenta por mí?<br />

Greta respondió que sí, que lo estaba. Y preguntó quién era el chico, y Lili<br />

contuvo el aliento y le dijo que Henrik.<br />

—Henrik —repitió Greta.<br />

Lili la observó, tratando de ver cómo reaccionaba su rostro. Se preguntó si Greta<br />

se acordaba de Henrik, o si el hecho de que fuese él a quien amaba la sorprendería<br />

aún más. Pero su rostro seguía inmóvil, nada se movía en él, excepto una levísima<br />

agitación, casi imperceptible, en los labios.<br />

—Siempre te ha querido, ¿no?<br />

Lili asintió. Se sentía casi avergonzada. Pensó en la cicatriz que tenía Henrik en la<br />

frente, consecuencia del accidente de automóvil, y la invadió una sensación de paz al<br />

decirse que muy pronto comenzaría para ella una vida en la que le sería posible besar<br />

todas las noches aquella línea dentada.<br />

—Nos casamos a fines de verano.<br />

—Os casáis —dijo Greta en voz baja.<br />

—Eso es lo que siempre he querido.<br />

Greta estaba tapando los frascos de pintura.<br />

—Pues todo eso son buenas noticias —dijo.<br />

No miraba a Lili mientras limpiaba el cuello de cada frasco con el borde de su<br />

bata de pintar, antes de empujar el corcho cuello adentro. Cruzó la habitación y se<br />

arrodilló para enrollar un lienzo virgen.<br />

—Todavía hay ocasiones en las que te veo y pienso: hace poco tiempo estábamos<br />

casadas. Tú y yo estábamos casadas y vivíamos en ese pequeño espacio oscuro que<br />

www.lectulandia.com - Página 231

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