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era más fina y de un color desteñidamente azul. Tenía el pelo más oscuro, como de<br />
roble mate, sin apenas brillo. Tenía el cuello más grueso; y las muñecas también. Ya<br />
no era un chico guapo; se había convertido en un hombre apuesto.<br />
Fueron a tomar un café a la vuelta de la esquina, y se sentaron a una mesa de un<br />
cafetín. Henrik le habló a Lili de su vida: de sus marinas, que se vendían mejor en<br />
Nueva York que en Dinamarca, del accidente de automóvil que había tenido en Long<br />
Island y en el que había estado a punto de perecer, pues la palanca del freno de su<br />
Kissel Gold Bug había salido disparada del estribo y le había dado de lleno en la<br />
frente. Le habló también de su ex novia de pómulos salientes, que era de Sutton Place<br />
y le había plantado, y no porque se hubiera enamorado de otro: simplemente, porque<br />
ya no le quería.<br />
—¡Ah, se me olvidó! —dijo Lili de pronto—. ¡Se me olvidó comprarle los<br />
pinceles a Greta!<br />
Henrik la acompañó de vuelta a la tienda, pero estaba cerrada. Se quedaron<br />
plantados en la calle, mientras la muestra de la tienda ondeaba al viento desde su<br />
brazo de hierro.<br />
—Yo tengo algunos pinceles que no me hacen falta en el estudio —dijo Henrik—,<br />
si quieres, vamos por ellos.<br />
Sus ojos tenían forma de lágrima, y Lili ya había olvidado lo cortas que eran sus<br />
pestañas. De nuevo notó el débil olor a grano, como a salvado de trigo.<br />
—Todo esto me preocupa un poco —dijo Lili mientras el rostro de Henrik se<br />
acercaba cada vez más al suyo.<br />
—Pues deja de preocuparte —dijo Henrik—, hazme el favor de no preocuparte<br />
por mí.<br />
El letrero de la tienda seguía rechinando desde su brazo de hierro, y Henrik y Lili<br />
salieron camino del estudio, que estaba al otro lado del Puerto Interior, y allí, más<br />
tarde, después de que Henrik le escanciara vino tinto y le ofreciera fresas y le<br />
mostrara sus marinas, se besaron.<br />
—Cada vez estás más roja —dijo de pronto Greta. Encendió una lámpara y<br />
comenzó a lavar sus pinceles en un jarro—. ¿Necesitas una pastilla? —preguntó—.<br />
¿Te encuentras bien?<br />
Lili no sabía cómo contárselo a Greta. Cuando las dos volvieron a Copenhague,<br />
Lili le había dicho:<br />
—¿Crees de veras que debemos vivir juntas? ¿Dos mujeres en este apartamento?<br />
—¿Te preocupa lo que pueda decir la gente? —dijo Greta—. ¿Es eso lo que te<br />
preocupa?<br />
Y Lili, que no estaba del todo segura de por qué había dicho aquello, respondió:<br />
—No, no, no es eso, no es eso en absoluto, es sólo que…, que estaba pensando en<br />
ti.<br />
No, Lili no podía contarle a Greta su encuentro con Henrik, por lo menos, todavía<br />
no.<br />
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