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La chica danesa

Una novela de David Ebershoff

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25<br />

Lili estaba sentada en la silla de asiento de cuerda, preguntándose si habría llegado el<br />

momento de contárselo a Greta. Lili veía por la ventana los mástiles de los barcos<br />

arenqueras que había en el canal. Detrás de ella, Greta estaba pintando un retrato de<br />

Lili vuelta de espaldas. Guardaba silencio mientras delineaba el cuadro, y lo único<br />

que oía Lili era el tintineo de sus brazaletes. En la ingle sentía aún restos de dolor, tan<br />

constante que había acabado por acostumbrarse a hacer caso omiso de él; tenía la<br />

parte interior del labio desgarrada a fuerza de mordérselo. El profesor Bolk le había<br />

prometido que ese dolor acabaría desapareciendo.<br />

Pensó en las <strong>chica</strong>s de la clínica. El día antes de que el profesor Bolk diese de alta<br />

a Lili, había habido una pequeña fiesta en el jardín. Dos de las <strong>chica</strong>s pusieron una<br />

mesa de hierro fundido en el césped, y otra trajo de su habitación una prímula en un<br />

cubretiesto decorado con conejitos pintados. <strong>La</strong>s <strong>chica</strong>s trataron de extender un<br />

mantel amarillo sobre la mesa, pero el viento no hacía más que levantarlo. Lili se<br />

sentó a la cabecera de la mesa, en una silla metálica, y miraba el mantel ondear<br />

mientras las <strong>chica</strong>s trataban de sujetarlo por las esquinas. <strong>La</strong> luz del sol se derramaba<br />

a través del tejido amarillo, llenaba los ojos de Lili y rebotaba contra el cubretiesto,<br />

que estaba en su regazo.<br />

Frau Krebs dio a Lili una caja atada con una cinta.<br />

—Es del profesor —le dijo—. Hubiese querido entregárselo personalmente, pero<br />

ha tenido que irse a Berlín. Al Hospital Saint Norbert, a hacer una operación. Me<br />

pidió que le dijese adiós de su parte.<br />

<strong>La</strong> cinta estaba tirante, y Lili no la podía soltar, de modo que Frau Krebs sacó un<br />

cuchillo militar de su delantal y la cortó rápidamente, lo cual decepcionó mucho a las<br />

<strong>chica</strong>s, que habían pensado entrelazarla por el pelo de Lili, que le había crecido hasta<br />

los hombros durante su estancia allí.<br />

<strong>La</strong> caja era grande y estaba envuelta en papel fino, y dentro Lili encontró un<br />

marco de plata con dos óvalos. En uno de ellos había una fotografía de Lili echada<br />

sobre la hierba a la orilla del Elba; la foto la tenía que haber hecho Greta, porque Lili<br />

nunca había paseado por la orilla con el profesor Bolk. Y desde el otro óvalo la<br />

miraba el rostro de un hombre pequeño, con sombrero; sus ojos eran oscuros y<br />

estaban sombreados, su piel era tan blanca que casi relucía, y su cuello parecía<br />

delgado en medio del ancho cuello duro.<br />

Ahora, desde la silla de asiento de cuerda donde estaba sentada, Lili veía ese<br />

retrato doble en la estantería. Oía el raspar del lápiz de Greta contra el lienzo. Lili<br />

llevaba el pelo con raya en el centro, caído a ambos lados sobre los hombros. <strong>La</strong>s<br />

cuentas de ámbar le ceñían el cuello, y sentía la frialdad del oro del cierre. Tenía una<br />

idea vaga de la mujer fornida y de piernas gruesas que había llevado aquellas cuentas<br />

www.lectulandia.com - Página 214

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