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dirigieron a uno de los vestíbulos laterales, que tenía las tablas del suelo sin barnizar<br />
y las paredes de un verde suave, y una escalera con la barandilla pintada de blanco.<br />
—¿Cuándo te convencerás de que Lili ya no es tuya?<br />
—Nunca dije que lo fuese —dijo Greta, y añadió—: Estaba pensando en mi<br />
trabajo. No me resulta nada fácil prescindir de mi trabajo durante un día entero.<br />
—¿Y eso cómo lo sabes?<br />
Greta sintió de repente que acababa de perder algo. Era como si la crueldad del<br />
envejecer y del paso del tiempo la hubiera desposeído repentinamente de sus días de<br />
estudiante en la Academia; como si su pasado sólo hubiese seguido siendo suyo hasta<br />
aquel preciso instante.<br />
—Einar está muerto —dijo como si hablara consigo misma.<br />
—Pero Lili no lo está.<br />
Tenía razón Hans. Al fin y al cabo, quedaba Lili, que, probablemente, entonces<br />
estaría barriendo el apartamento, con el rostro enmarcado en una hoja de ventana<br />
soleada. Lili, con sus bonitas muñecas huesudas y sus ojos que eran casi negros. El<br />
día anterior, sin ir más lejos, había dicho: «He estado pensando que debería buscarme<br />
un trabajo.»<br />
—¿No te das cuenta de que estoy un poco triste? —dijo Greta.<br />
—¿Y no te la das de que estoy deseando que me cuentes tus penas?<br />
—Hans, tengo que irme.<br />
Y fue entonces cuando se dio cuenta de que estaban al pie de la escalinata donde<br />
ella y Einar se habían besado por primera vez y se habían enamorado. <strong>La</strong> de la<br />
barandilla blanca y los escalones de madera desgastados por décadas de estudiantes<br />
retrasados, con los ejercicios a medio hacer, cogidos bajo el brazo. <strong>La</strong>s ventanas<br />
encristaladas estaban cerradas para no dejar pasar el frío. El vestíbulo estaba en<br />
silencio. ¿Adónde se habían ido todos aquellos estudiantes? Greta oyó una puerta<br />
cerrarse de golpe en alguna parte. Y entonces todo volvió a quedar en silencio, y algo<br />
imperceptible pasó de Hans a ella, y al otro lado de la ventana, en el patio, bajo la<br />
larga sombra de la Academia, el chico de la bufanda azul volvió a besar a su <strong>chica</strong>,<br />
una y otra vez, sin cesar.<br />
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