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La chica danesa

Una novela de David Ebershoff

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—¡Hagan el favor de no hablar de mí como si no estuviese aquí! —la interrumpió<br />

Lili.<br />

Esta airada interrupción le salió de la boca involuntariamente, igual que se le salía<br />

la comida en los días inmediatos a las operaciones, cuando estaba medio obnubilada<br />

por los calmantes.<br />

—No lo hacíamos —dijo Greta arrodillándose. Y añadió—: Bueno, tienes razón.<br />

¿Cómo te encuentras, Lili? Dime. ¿Cómo te encuentras hoy?<br />

—Estoy bien, excepto por el dolor, pero va mejorando. Frau Krebs y la enfermera<br />

Hannah dicen que acabará cediendo, y que entonces podré volver a casa.<br />

Lili se enderezó en la silla de ruedas de mimbre. Apoyó las manos en los brazos y<br />

trató de levantarse.<br />

—No te levantes —le dijo Greta—, espera a que estés en situación de poder<br />

hacerlo.<br />

Lili lo intentó de nuevo, pero sus brazos no la obedecían. Se había vuelto como<br />

hueca, se sentía ingrávida, vaciada tanto por la enfermedad como por el escalpelo del<br />

cirujano.<br />

—Pronto lo estaré —dijo cuando recuperó el aliento—, posiblemente, la semana<br />

próxima. Y nos vamos a Copenhague, profesor Bolk. ¿Le dijo Greta que nos<br />

volvemos a Copenhague?<br />

—Sí, eso tengo entendido.<br />

—Y nos vamos a nuestro antiguo apartamento de la Casa de las Viudas. Tendrá<br />

que venir a vernos. ¿Conoce Copenhague? Tenemos una vista maravillosa de la<br />

cúpula del Teatro Real, y si abre la ventana, podrá oler el puerto.<br />

—Pero, Lili —dijo Greta—, la semana que viene todavía no estarás en situación<br />

de salir de aquí.<br />

—Si sigo mejorando así, ¿por qué no? Mañana volveré a intentarlo. Mañana<br />

intentaré dar un paseíto por el jardín.<br />

—Pero, Lili, ¿es que no se acuerda? —dijo el profesor apretándose los papeles<br />

contra el pecho—. Queda otra operación.<br />

—¿Otra operación?<br />

—Sólo una más —dijo Greta.<br />

—¿Y por qué? ¿Es que no lo han hecho ya todo?<br />

Lili no podía decir lo que estaba pensando: pero ¿es que no han restaurado ya mis<br />

ovarios y extraído mis gónadas? No, eso no podía decirlo. ¡Qué humillante resultaba<br />

hacerlo delante de otra persona, aunque fuese Greta!<br />

—Sólo una última intervención —dijo el profesor Bolk—. Se trata de extirparle<br />

el…<br />

Y Lili —que tenía exactamente la edad de su estado de ánimo de aquel momento,<br />

que era el fantasma de una muchacha, que no tenía edad ni envejecía, que tenía una<br />

ingenuidad adolescente que había borrado más de tres décadas de experiencia<br />

masculina, que todas las mañanas se cogía los pechos cada vez más turgentes como<br />

www.lectulandia.com - Página 206

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