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La chica danesa

Una novela de David Ebershoff

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—¿Te tratan bien aquí?<br />

—Frau Krebs es buena. Al principio parece severa, pero es buena. Y lo mismo las<br />

otras <strong>chica</strong>s. Pero Lili es mi favorita. ¡Qué simpática es! Siempre ocupándose de<br />

todos, menos de sí misma. —Y añadió—. Me ha hablado de ti. Te añoraba.<br />

Por un instante, Greta se preguntó qué querría decir Ursula, pero lo dejó correr.<br />

No tenía importancia.<br />

—¿Le dirás a Lili que he venido a verla? —dijo Ursula—. ¿Y le darás los<br />

bombones?<br />

Greta tomó una habitación en el Bellevue. Por la noche, después de hacer<br />

compañía a Lili en la Clínica Municipal de Mujeres, trataba de pintar en su cuarto.<br />

Llegaba a sus ventanas la luz de los barcos carboneros de fondo plano. A veces las<br />

abría, y entonces oía el ruido monótono y estridente de las ruedas de paletas de algún<br />

barco turístico, el sonido profundo de los cargueros y el chasquido de algún tranvía<br />

en la plaza del Teatro.<br />

Comenzó un retrato del profesor Bolk en un gran lienzo comprado en una tienda<br />

de la calle Alun. Llevó el lienzo enrollado bajo el brazo al Bellevue y tuvo que pasar<br />

por el puente de Augusto. Desde el puente, con sus balcones semicirculares, se veía<br />

casi todo Dresde: la terraza de Brühlsche con sus bancos recién pintados de verde; la<br />

cúpula de piedra de la iglesia de la Virgen, ennegrecida por el humo procedente de los<br />

vehículos de motor y de las fundiciones de Plousenscher Grund; la larga hilera de<br />

ventanas plateadas del palacio Zwinger. El viento que llegaba del río arrancó de<br />

pronto el lienzo enrollado de debajo del brazo de Greta, y ésta lo pudo coger justo a<br />

tiempo, antes de que se desenrollase como una vela sobre el puente. Aleteaba sobre el<br />

bajo muro de piedra mientras Greta luchaba por volver a enrollarlo cuando una mano<br />

cayó sobre su hombro y una voz conocida le dijo:<br />

—¿Me permite que la ayude?<br />

—Lo llevaba al hotel —dijo Greta, y el profesor Bolk cogió uno de los extremos<br />

del lienzo y lo enrolló como si fuese una persiana.<br />

—Parece que planea pintar un cuadro grandioso —dijo.<br />

Pero no era así. En aquel preciso instante no sabía lo que iba a pintar; lo único<br />

que tenía claro, era que no le parecía el momento oportuno para retratar a Lili.<br />

—¿Puede acompañarme al hotel? —dijo Greta señalando al Bellevue, que se<br />

levantaba por encima del jardín plantado de castaños que tenía delante y parecía un<br />

robusto vigilante de playa tranquilamente sentado en su silla alta observando con<br />

arrogancia la playa del Elba.<br />

—Me gustaría que me hablase de la operación —dijo Greta—. De las<br />

perspectivas que tiene Lili.<br />

Greta había empezado a pensar que el profesor Bolk trataba de evitarla. Llevaba<br />

dos días en Dresde y no había contestado a ninguna de las preguntas que le había<br />

hecho llegar a través de Frau Krebs. Greta llegó a decir a Ursula que quería que el<br />

profesor Bolk la telefonease. Pero no se había puesto en contacto con ella.<br />

www.lectulandia.com - Página 196

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