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—¿Te tratan bien aquí?<br />
—Frau Krebs es buena. Al principio parece severa, pero es buena. Y lo mismo las<br />
otras <strong>chica</strong>s. Pero Lili es mi favorita. ¡Qué simpática es! Siempre ocupándose de<br />
todos, menos de sí misma. —Y añadió—. Me ha hablado de ti. Te añoraba.<br />
Por un instante, Greta se preguntó qué querría decir Ursula, pero lo dejó correr.<br />
No tenía importancia.<br />
—¿Le dirás a Lili que he venido a verla? —dijo Ursula—. ¿Y le darás los<br />
bombones?<br />
Greta tomó una habitación en el Bellevue. Por la noche, después de hacer<br />
compañía a Lili en la Clínica Municipal de Mujeres, trataba de pintar en su cuarto.<br />
Llegaba a sus ventanas la luz de los barcos carboneros de fondo plano. A veces las<br />
abría, y entonces oía el ruido monótono y estridente de las ruedas de paletas de algún<br />
barco turístico, el sonido profundo de los cargueros y el chasquido de algún tranvía<br />
en la plaza del Teatro.<br />
Comenzó un retrato del profesor Bolk en un gran lienzo comprado en una tienda<br />
de la calle Alun. Llevó el lienzo enrollado bajo el brazo al Bellevue y tuvo que pasar<br />
por el puente de Augusto. Desde el puente, con sus balcones semicirculares, se veía<br />
casi todo Dresde: la terraza de Brühlsche con sus bancos recién pintados de verde; la<br />
cúpula de piedra de la iglesia de la Virgen, ennegrecida por el humo procedente de los<br />
vehículos de motor y de las fundiciones de Plousenscher Grund; la larga hilera de<br />
ventanas plateadas del palacio Zwinger. El viento que llegaba del río arrancó de<br />
pronto el lienzo enrollado de debajo del brazo de Greta, y ésta lo pudo coger justo a<br />
tiempo, antes de que se desenrollase como una vela sobre el puente. Aleteaba sobre el<br />
bajo muro de piedra mientras Greta luchaba por volver a enrollarlo cuando una mano<br />
cayó sobre su hombro y una voz conocida le dijo:<br />
—¿Me permite que la ayude?<br />
—Lo llevaba al hotel —dijo Greta, y el profesor Bolk cogió uno de los extremos<br />
del lienzo y lo enrolló como si fuese una persiana.<br />
—Parece que planea pintar un cuadro grandioso —dijo.<br />
Pero no era así. En aquel preciso instante no sabía lo que iba a pintar; lo único<br />
que tenía claro, era que no le parecía el momento oportuno para retratar a Lili.<br />
—¿Puede acompañarme al hotel? —dijo Greta señalando al Bellevue, que se<br />
levantaba por encima del jardín plantado de castaños que tenía delante y parecía un<br />
robusto vigilante de playa tranquilamente sentado en su silla alta observando con<br />
arrogancia la playa del Elba.<br />
—Me gustaría que me hablase de la operación —dijo Greta—. De las<br />
perspectivas que tiene Lili.<br />
Greta había empezado a pensar que el profesor Bolk trataba de evitarla. Llevaba<br />
dos días en Dresde y no había contestado a ninguna de las preguntas que le había<br />
hecho llegar a través de Frau Krebs. Greta llegó a decir a Ursula que quería que el<br />
profesor Bolk la telefonease. Pero no se había puesto en contacto con ella.<br />
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