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del sol al cruzar su tren el Elba por el puente de la Marienstrasse, dijo:<br />
—Sí, justo, ¿está aquí?<br />
En la habitación de Lili había un calentador portátil de gas cuyas llamas<br />
fluctuaban. <strong>La</strong> cortina amarilla estaba corrida, y las llamitas del pequeño calentador<br />
arrojaban una sombra móvil sobre la cama. Greta apoyó la mano en el tubo metálico<br />
de reposar los pies. Lili estaba bajo la manta, con los brazos sobre ella. Dormía y<br />
respiraba por la nariz.<br />
—Por favor, no la despierte —susurró Frau Krebs desde la puerta—, la operación<br />
fue muy dura.<br />
—¿Cuándo fue?<br />
—Hace tres días.<br />
—¿Y cómo está?<br />
—Eso no es fácil de decir —contestó Frau Krebs cruzándose de brazos.<br />
El ambiente cálido de la habitación invitaba al sueño, y el silencio allí reinante le<br />
pareció poco natural a Greta. Se sentó en un rincón y se cubrió el regazo con una<br />
manta. Tenía frío y estaba cansada del viaje, y Frau Krebs la dejó allí, a solas con<br />
Lili.<br />
Greta y Lili durmieron. Unas pocas horas más tarde, al despertarse, lo primero<br />
que pensó Greta fue que despertaba de un sueñecito en un porche de Pasadena. Y<br />
entonces vio a Lili, cuya cabeza se movía en la almohada y cuyos párpados<br />
comenzaban a agitarse.<br />
—Por favor, no te preocupes por mí —dijo Lili.<br />
Por fin podía ver Greta los ojos de Lili, cuyos párpados pestañeaban pesadamente<br />
para desprenderse del sueño cargado de sueños. Seguían siendo tan castaños y suaves<br />
como siempre. Lo único que quedaba en ella de su marido eran los ojos, a través de<br />
los cuales podía recordar toda la vida de Einar.<br />
Se acercó a la cama y comenzó a acariciar la pierna de Lili por encima de la<br />
áspera manta de crin. El músculo de la pantorrilla le pareció más suave y blando,<br />
aunque quizá fuesen imaginaciones suyas, al igual que el aumento de volumen de sus<br />
pechos que creyó advertir bajo la manta.<br />
—¿Sabes lo que me han hecho? —preguntó Lili.<br />
Su rostro parecía más lleno en las mejillas y la garganta, tan lleno, que la punta de<br />
su nuez había desaparecido bajo una pequeña capa de carne. ¿Serían también<br />
imaginaciones suyas?<br />
—Lo que habíamos comentado, nada más.<br />
—¿Y ahora soy Lili? ¿Me he convertido en Lili Elbe?<br />
—Siempre has sido Lili.<br />
—Sí, bueno, pero si ahora me mirase allá abajo, ¿qué es lo que vería?<br />
—No pienses en eso —dijo Greta—, eso no es lo único que te convierte en Lili.<br />
—¿Salió bien la operación?<br />
—Frau Krebs dice que sí.<br />
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