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La chica danesa

Una novela de David Ebershoff

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lamentable pasión.<br />

A la mañana siguiente, el profesor Bolk apareció a la puerta de su habitación.<br />

—Haga el favor de no comer nada hoy —le dijo a Lili—, ni siquiera nata con el<br />

té. Lo que se dice nada en absoluto. —Y añadió—: Mañana es el día.<br />

—¿Está seguro? —preguntó Lili—. ¿No cambiará de idea?<br />

—Tenemos apalabrado el quirófano. Los turnos de las enfermeras ya están<br />

asignados. Ha engordado usted. Sí, estoy seguro. Mañana es su día, Lili.<br />

Y, sin más, se fue.<br />

Lili bajó a desayunar al comedor, una sala de ventanas arqueadas y suelo de<br />

tablas de pino con un mostrador lleno de platos con fiambres y cestos de pan de<br />

semillas y una gran cafetera. Cogió su café y se lo llevó a una mesa que había en una<br />

esquina, y allí se sentó a solas. Con un cuchillo de untar mantequilla abrió la carta de<br />

Greta.<br />

Querida Lili:<br />

¿Qué tal estás en Dresde? ¿Y el profesor Bolk? Doy por supuesto que a estas<br />

alturas ya le habrás visto. Su reputación es impresionante. Es casi famoso, y,<br />

posiblemente, después de tu caso lo será por completo.<br />

Aquí, en París, no pasa nada digno de mención. Trabajo mucho menos desde que<br />

te fuiste. Tú eres el tema ideal para pintar, y cuando no estás es difícil encontrar a<br />

nadie que tenga tu belleza. Hans estuvo aquí ayer. Le preocupa el mercado del arte.<br />

Dice que el dinero empieza a escasear, y no sólo aquí, sino en toda Europa. Pero eso a<br />

mí me tiene sin cuidado. Nunca me ha preocupado, y de sobra lo sabes. Se lo dije así<br />

a Hans, y él me contestó que para mí era fácil, porque Einar y yo siempre tendríamos<br />

algo que vender. No sé, la verdad, por qué dijo eso, pero supongo que sería verdad si<br />

Einar pintase todavía. ¿Has pensado en pintar alguna vez, Lili? Quizá debieses<br />

comprarte una cajita de acuarelas y un cuaderno de apuntes para entretenerte, porque<br />

allí el tiempo debe de pasar muy despacio para ti. Diga lo que diga la gente, Dresde<br />

no es París, de eso estoy segura.<br />

Espero que estés a gusto. Eso es lo que más me preocupa. Me hubiese gustado ir<br />

contigo, pero me hago cargo de que hay cosas que uno debe hacer a solas. Dime, Lili,<br />

¿no piensas a veces en cómo serán las cosas cuando todo esto haya terminado? ¡Qué<br />

libertad! Así es como lo veo yo. ¿También tú? Espero que sí. Y lo espero porque es<br />

como debería presentarse para ti la nueva situación. A mí, por lo menos, así es como<br />

se me presenta.<br />

Escríbeme en cuanto puedas. Eduardo IV y yo te echamos de menos muchísimo.<br />

Él duerme en tu canapé. Yo, por mi parte, casi no duermo.<br />

Si quieres que vaya, dímelo, puedo presentarme allí en veinticuatro horas.<br />

Con todo mi amor,<br />

www.lectulandia.com - Página 186

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