02.05.2017 Views

La chica danesa

Una novela de David Ebershoff

Una novela de David Ebershoff

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

que esperar a ver cómo evoluciona.<br />

Cuando Carlisle llegó de visita de Stanford, llevó a Greta aparte y le dijo:<br />

—Oye, no me gusta nada el tal Hightower, ¿de dónde es?<br />

Ella entonces le explicó que Hightower había sido asignado a Teddy por el<br />

sanatorio, pero Carlisle la interrumpió:<br />

—Posiblemente sea éste el momento de traer a Richardson.<br />

—Lo he intentado.<br />

—¿Puedo hacer algo?<br />

Greta lo pensó. Oía toser a Teddy al otro lado de la puerta. Los muelles del<br />

somier temblaban. Se oyó un resuello, como si le faltara aliento.<br />

—Tengo que pensarlo. Seguro que puedes hacer algo. Pero déjame pensarlo.<br />

—Te haces cargo de la gravedad de la situación, ¿no? —dijo Carlisle cogiéndola<br />

de la mano.<br />

—Pero Teddy es fuerte —le respondió Greta.<br />

A la caída de la tarde, cuando Carlisle ya se había ido y el sol desaparecía detrás<br />

de las colinas y las sombras purpúreas se extendían como sábanas sobre los cañones<br />

de Pasadena, Greta cogió la mano fría de Teddy: el pulso, en la parte inferior de la<br />

muñeca, era débil, y al principio no conseguía notarlo. Pero sí, estaba allí, tenue,<br />

lento.<br />

—Teddy —le llamó—, Teddy, ¿me oyes?<br />

—Sí.<br />

—¿Te duele?<br />

—Sí.<br />

—¿Te sientes algo mejor hoy?<br />

—No. Me temo que hoy estoy peor. Peor que nunca.<br />

—Pero mejorarás, Teddy. Mira, hazme un favor, he llamado a Richardson, y<br />

vendrá mañana. Haz el favor de dejarle que te visite. Eso es lo único que te pido. Es<br />

buen médico. Me salvó siendo pequeña, cuando tenía la viruela. No sabes lo alta que<br />

tenía la fiebre, y todos, hasta Carlisle, me daban por muerta, pero, mira, aquí me<br />

tienes ahora, tan fuerte como cualquiera. Lo único que me quedó de la enfermedad<br />

fue esta pequeña cicatriz.<br />

—Greta, querida —dijo Teddy, con los tendones de la garganta temblorosos—.<br />

Me estoy muriendo, querida. Eso tú lo sabes, ¿no? No voy a mejorar.<br />

Y, a decir verdad, ella no se había dado cuenta de eso hasta aquel preciso<br />

momento. Pero era cierto. Teddy se estaba muriendo, estaba más cerca de la muerte<br />

que de la vida: tenía los brazos delgados y flojos, con la carne color amarillo, los ojos<br />

infectados, los pulmones como esponjas, tan empapados de sangre y esputo que se<br />

habrían hundido sin remedio en el fondo del océano Pacífico. Y sus huesos eran lo<br />

peor de todo, porque estaban también empapados: un fuego vivo y húmedo se los<br />

corroía. Greta pensó en el dolor que tenía que estar sufriendo Teddy, sin quejarse<br />

nunca. Casi la mató la sola idea de que su marido padeciese de aquella manera.<br />

www.lectulandia.com - Página 160

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!