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La chica danesa

Una novela de David Ebershoff

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—¿Cómo has dado con él? —le preguntó Einar. En sólo seis semanas Carlisle<br />

parecía desenvolverse mejor en París que Einar en tres años. Por ejemplo, llevaba<br />

repartidas dos cajas de tarjetas de visita, y ya había recibido invitaciones para pasar<br />

fines de semana en aristocráticas residencias de Versalles y Saint-Malo. Había un<br />

sastre en la rue de la Paix que ya se sabía de memoria las medidas de sus camisas.<br />

Carlisle estaba conduciendo a Einar a la clínica del doctor Buson, y Einar sentía<br />

el calor del motor a través del suelo metálico.<br />

—Fue Hans quien me dio su nombre —dijo Carlisle.<br />

—¿Hans?<br />

—Sí, le telefoneé. Le expliqué que un amigo mío tenía necesidad de ver a un<br />

médico. No dije quién era.<br />

—Pero ¿y si…?<br />

—Nada, no pasará nada, ya verás —dijo Carlisle—, pero, aunque pasase, ¿qué?<br />

Sois viejos amigos, ¿no?<br />

En aquel instante, con su rubia cabellera revoloteándole en torno a la cabeza,<br />

Carlisle parecía más hermano gemelo de Greta que nunca; se echó el pelo detrás de<br />

las orejas.<br />

—Hans me preguntó por ti —prosiguió Carlisle—. Dijo que nota que hay algo<br />

que no va bien. Dijo que te vio un día andando por el quai du Louvre, camino del<br />

Sena, y casi no te reconoció. —<strong>La</strong> mano de Carlisle jugueteaba con el contacto del<br />

limpiaparabrisas, y Einar esperaba que de un momento a otro soltase el botón y le<br />

cayese de nuevo sobre la rodilla—. Dijo que pasaste por su lado sin reconocerle —<br />

añadió—. Dijo que te llamó, pero seguiste andando.<br />

Aquello no parecía posible.<br />

—¿Pasé junto a Hans sin verlo? —dijo Einar, y entonces vio reflejado en el cristal<br />

de la ventanilla un esbozo tan tenue de su rostro, que daba la sensación de que estaba<br />

a punto de desaparecer de allí.<br />

Oyó a Carlisle decirle:<br />

—Quizá sería mejor que se lo dijeses. Se haría cargo.<br />

El doctor Buson, que parecía tener la misma edad que Einar, era de origen<br />

ginebrino. Tenía el pelo negro, corto y tieso, y su rostro era delgado, con una larga<br />

nariz. Tenía la costumbre de volver la cabeza a la izquierda al hablar, como si no<br />

estuviese seguro de si su siguiente frase iba a ser o no una pregunta. Buson recibió<br />

Carlisle y a Einar en una pequeña estancia blanca con una silla sobre la que colgaba<br />

la pantalla plateada de una lámpara clínica. Había un carrito con ruedas cuya<br />

superficie superior estaba cubierta con un paño verde. Sobre el paño había una<br />

docena de tijeras de distintos tamaños dispuestas en abanico. En la pared había un<br />

dibujo en sección del cerebro humano.<br />

Esta vez Carlisle entró con Einar. Sin saber por qué, Einar se sentía<br />

empequeñecido en compañía de su cuñado, como si éste fuese su padre y quien<br />

tuviese que hacer las preguntas y dar las respuestas. Junto a él, apenas se sentía capaz<br />

www.lectulandia.com - Página 146

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