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La chica danesa

Una novela de David Ebershoff

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primeros tiempos de su matrimonio en que Greta le quitaba la corbata y le<br />

desabrochaba el cinturón, y sus dedos, curvados como las garras de un pequeño<br />

animal, le hacían cosquillas en el pecho, su rodilla oprimía la suya<br />

despreocupadamente, sentía su cálido aliento en su rostro y su cabello parecía una<br />

cepa que creciera en su cuello.<br />

—¿Piensas que me estoy volviendo loco? —le preguntó Einar.<br />

Greta se incorporó bruscamente en la cama:<br />

—¿Loco? ¿Quién te ha dicho eso?<br />

—No, nadie, pero dime, ¿lo piensas?<br />

—¡Eso es lo más estúpido que he oído en mi vida! ¿Quién te ha dicho esas cosas?<br />

¿No habrá sido Carlisle?<br />

—No. Es sólo que, francamente, no sé qué me pasa.<br />

—¡Pero si eso no es verdad! —dijo Greta—. Sabemos muy bien qué te pasa. En<br />

tu interior vive Lili. En tu alma vive una joven muy guapa que se llama Lili. Es así de<br />

sencillo. No tiene nada que ver con estar loco.<br />

—Era sólo que me preguntaba qué pensarías tú de mí.<br />

—Pues te lo voy a decir: pienso que eres el hombre más valiente que he conocido<br />

en mi vida, y ahora duérmete.<br />

Y su puño se cerró con más fuerza, y su cabello volvió a parecer una cepa que<br />

creciera en su cuello y su rodilla se apartó de él.<br />

Transcurrió una semana. Einar pasó un día limpiando su estudio; apiló todos sus<br />

viejos cuadros en un rincón, contento de quitárselos de en medio. Le gustaba pintar el<br />

fondo de los cuadros de Greta, pero no echaba de menos crear algo propio. A veces,<br />

cuando pensaba en la carrera a la que había renunciado, se sentía como si hubiese<br />

acabado de una vez con una tarea tediosa. Y al pensar en sus numerosos cuadros —<br />

tantos pantanos oscuros, tantas turberas bajo la tormenta— no sentía nada. <strong>La</strong><br />

posibilidad misma de tener una idea nueva le agotaba, la mera posibilidad de<br />

imaginar y luego esbozar una nueva escena. Era otra persona, no él, quien había<br />

pintado aquellos pequeños paisajes, se decía. ¿Y qué era lo que solía decir a sus<br />

estudiantes en la Academia? Ah, sí: Si eres capaz de vivir sin pintar, pues nada,<br />

adelante, porque es una vida mucho más sencilla.<br />

Ahora Einar se despertaba tarde y se levantaba fatigado. Todas las mañanas se<br />

prometía que aquel día iba a ser Einar, pero cuando iba al armario ropero a vestirse,<br />

era como enfrentarse de pronto con el vestuario de un antepasado, guardado en el<br />

desván.<br />

Lo más frecuente era que del dormitorio saliese Lili y fuese derecha a sentarse en<br />

el taburete del estudio de Greta. Encogía los hombros y se ponía a jugar con el chal<br />

que tenía en el regazo, o bien volvía las espaldas a Greta, que estaba pintando otro<br />

retrato, y miraba por la ventana, calle abajo, a la espera de Hans o de Carlisle.<br />

Al cabo de unos días, Carlisle le propuso ir a ver al doctor Buson, un joven<br />

miembro del equipo de una clínica psiquiátrica de Auteuil.<br />

www.lectulandia.com - Página 145

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