Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
últimos seis meses. El doctor McBride le había pesado, y cuando Einar vio los<br />
pequeños pesos negros deslizarse hacia la izquierda, se dijo que ya no podía pesar<br />
mucho más que cuando era un muchacho. Einar había empezado a notarse un color<br />
extraño en la piel: era un gris azulenco, como el del cielo al amanecer, como si su<br />
sangre estuviera, de alguna manera, circulando más despacio. Y notaba también una<br />
debilidad que le hacía perder el mundo de vista en cuanto corría unos pasos, o cuando<br />
le sorprendía un ruido súbito y cortante, como el frenazo inesperado de un automóvil.<br />
Y la hemorragia, que Einar solía temer y al mismo tiempo desear. Cuando notaba su<br />
primer aviso, en el labio o entre las piernas, se sentía mareado. Aunque nadie se lo<br />
había dicho, sabía que era consecuencia de que por dentro era mujer. Lo había leído:<br />
los órganos femeninos ocultos del hermafrodita sangran de forma irregular, como a<br />
modo de protesta.<br />
El doctor Mai resultó ser una persona agradable. Tenía el pelo oscuro y llevaba<br />
una corbata amarilla que era curiosamente parecida a la de Carlisle. Los dos lo<br />
notaron y se rieron. Y luego, el doctor Mai llevó a Einar a una pequeña habitación.<br />
Era una habitación con azulejos y una ventana que daba al parque plantado de<br />
sicómoros a través de una reja de hierro. El doctor Mai descorrió una pesada cortina<br />
verde y dejó al descubierto una camilla.<br />
—Haga el favor de sentarse —le dijo mientras cogía una tablilla con<br />
sujetapapeles de la mesa— y explicarme las causas de su visita.<br />
Estaba apoyado contra un armario acristalado, con la tablilla sujetapapeles contra<br />
el pecho, y asentía a medida que Einar le iba explicando el problema de Lili. En una o<br />
dos ocasiones, el doctor Mai se ajustó el nudo de la corbata. De vez en cuando<br />
tomaba alguna nota.<br />
—<strong>La</strong> verdad es que no sé qué tipo de ayuda necesito —dijo Einar—, pero me doy<br />
cuenta de que no me va a ser posible seguir viviendo mucho tiempo así.<br />
—¿Cómo?<br />
—Pues así, sin saber quién soy en realidad.<br />
En este punto el doctor Mai dio por concluida la entrevista. Se excusó y salió,<br />
dejando a Einar echado sobre la camilla acolchada con los pies meciéndose en el aire.<br />
Fuera, en el parque, una enfermera acompañaba a un joven que vestía pijama a rayas<br />
y llevaba la bata abierta. El joven tenía barba, y al andar mostraba cierta fragilidad,<br />
como si no pudiera andar sin la ayuda de la enfermera, cuyo delantal le llegaba a los<br />
pies.<br />
Cuando volvió el doctor Mai, le dijo:<br />
—Muchas gracias por su visita.<br />
Y, sin más, le estrechó la mano y lo condujo adonde esperaba Carlisle.<br />
De vuelta a París, Carlisle y Einar pasaron bastante tiempo sin decirse nada. Einar<br />
observaba la mano de Carlisle en la palanca de cambios, y éste tenía la vista fija en la<br />
carretera. Finalmente, dijo:<br />
—El médico ese quería ingresarte en el hospital.<br />
www.lectulandia.com - Página 143