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La chica danesa

Una novela de David Ebershoff

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el borde del vaso, y, de pronto, sintió sed.<br />

—¿Ha besado Lili a algún hombre?<br />

Einar trataba de dar con la manera de pedir un vaso de agua, pero le parecía<br />

imposible. Se dijo que quizá lo mejor sería levantarse sin más y servirse uno, pero<br />

esto también le pareció imposible. De modo que se limitó a seguir sentado,<br />

sintiéndose como un niño pequeño, en la silla para las visitas del consultorio del<br />

doctor McBride, tapizada con una tela de lana amarilla que le hacía cosquillas.<br />

—Señor Wegener, si se lo pregunto es solamente…<br />

—Sí —dijo entonces Einar—, sí, Lili ha besado a un hombre.<br />

—¿Y le gustó?<br />

—Eso tendría que preguntárselo a ella.<br />

—Pensaba que era a ella a quien estaba preguntándoselo.<br />

—¿Tengo aspecto de ser Lili? —preguntó Einar—. ¿Le parezco una mujer?<br />

—<strong>La</strong> verdad es que no.<br />

—Bueno, pues, entonces…<br />

El teléfono del doctor McBride sonó de pronto y los dos se quedaron mirando el<br />

negro auricular, que temblaba con cada timbrazo. Finalmente, se calló.<br />

—Me temo que es usted homosexual —dijo al fin el doctor McBride, y cerró su<br />

pluma estilográfica con un pequeño clic.<br />

—Me parece que no comprende usted la situación.<br />

—No es usted la primera persona a quien le ocurre —prosiguió el doctor<br />

McBride.<br />

—Pero es que no soy homosexual. Ése no es mi problema. Lo que me pasa es que<br />

hay otra persona que vive dentro de mí —dijo Einar levantándose—. Una <strong>chica</strong> que<br />

se llama Lili.<br />

—Créame que se me parte el corazón —añadió McBride— cuando no me queda<br />

más remedio que decirles a las personas como usted que no puedo hacer nada por<br />

ayudarlas. Como irlandés moreno que soy, encuentro esta situación muy triste. —<br />

Tomó un sorbo de su vaso de agua, en cuyo borde quedó la huella de sus labios;<br />

luego se levantó y rodeó la mesa hasta llegar a la parte delantera. Apoyó una mano en<br />

el hombro de Einar y, mientras lo acompañaba a la puerta, le dijo—: Mi único<br />

consejo es que se refrene. Va a tener que pasarse la vida luchando contra sus deseos.<br />

Haga caso omiso de ellos, señor Wegener. Si no lo hace…, bueno, pues estará<br />

siempre solo.<br />

Einar se reunió con Carlisle en el café. Sabía que el doctor McBride no tenía<br />

razón. Hacía algún tiempo, Einar habría creído al médico y se habría marchado de su<br />

consulta lleno de un tremendo pesar. Pero ya no era así. Por eso le explicó a Carlisle<br />

que la visita había sido una pérdida de tiempo.<br />

—Nadie parece capaz de comprenderme —le dijo—. <strong>La</strong> verdad es que no le veo<br />

sentido a todo esto.<br />

—En eso no tienes razón —protestó Carlisle—. Lo que tenemos que hacer es dar<br />

www.lectulandia.com - Página 141

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