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La chica danesa

Una novela de David Ebershoff

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Al día siguiente, la bibliotecaria entregó un nuevo lote de libros a Einar. Libros con<br />

títulos como Los sexos, El hombre normal y el hombre anormal, Estudio científico de<br />

la inmoralidad sexual y <strong>La</strong> crisis sexual, este último publicado en Dresde veinte años<br />

antes. <strong>La</strong> mayor parte de ellos exponían teorías acerca de la diferenciación sexual<br />

basadas en hipótesis y en experimentos fortuitos con ratas de laboratorio. En uno de<br />

ellos Einar leyó el caso de un hombre, un aristócrata bávaro, que había nacido con<br />

pene y vagina. Su caso tenía algo —la confusión que sufrió de niño, el desprecio de<br />

sus padres, su inútil búsqueda de un lugar en el mundo— que hizo a Einar cerrar los<br />

ojos y pensar: «Sí, ya sé.» Había un capítulo sobre el mito de Hermes y Afrodita. El<br />

libro explicaba la patología sexual, y algo que se llamaba indeterminación sexual. En<br />

cierto modo, Einar se dio cuenta de que tenía relación con lo que le pasaba.<br />

Reconocía la dualidad, la falta de identificación completa con un sexo concreto. Al<br />

leer el caso del bávaro, sintió en el pecho como un lejano eco.<br />

Algunos de aquellos libros eran antiguos, del siglo anterior, con el lomo<br />

polvoriento. Sus páginas hacían un ruido tan crujiente, que Einar tuvo miedo de que<br />

los estudiantes levantasen la vista de sus libros en la larga mesa de lectura y, al fijarse<br />

en la expresión de miedo y alivio que había en su rostro, lo tomasen por un<br />

pervertido.<br />

Anne-Marie ponía los libros delante de Einar en un atril cuya inclinación<br />

facilitaba la lectura. Le dejó un cordoncillo de cuentas de plomo forradas de fieltro<br />

para mantener abierta la página mientras tomaba notas en su agenda de tapas de<br />

peltre.<br />

<strong>La</strong>s mesas eran largas y tenían arañazos, y recordaban a Einar los mostradores<br />

donde las pescaderas de Copenhague limpiaban el pescado en el mercado de Gammel<br />

Strand. Delante de Einar había suficiente espacio para tener abiertos varios libros al<br />

mismo tiempo, y pronto empezó a considerar que sus páginas de color arena<br />

formaban una especie de baluarte protector a su alrededor. Y esto mismo sentía al<br />

leerlos durante aquellas mañanas en que se escabullía del apartamento: era como si<br />

cada frase sobre varones y hembras fuese a protegerlo a partir del año siguiente,<br />

cuando todo, como se había prometido a sí mismo, cambiase definitivamente.<br />

Sus lecturas acabaron convenciéndolo de que también él tenía órganos femeninos.<br />

Escondidos en la cavidad de su cuerpo estaban los órganos de Lili, los que<br />

provocaban aquellas hemorragias y hacían que se sintiese mujer. Al principio le<br />

resultaba difícil creerlo, pero, al fin y al cabo, la idea de que el suyo no era un<br />

problema mental, sino físico, acabó pareciéndole más lógica cada vez. Se imaginaba<br />

un útero escondido detrás de sus testículos. Se imaginaba unos pechos atrapados en<br />

su caja torácica como en una trampa.<br />

www.lectulandia.com - Página 134

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