You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
vueltas, bailando, en torno a un caballo de balancín.<br />
Pero Einar nunca había tocado la persiana de la otra ventana. Esto se debía a que<br />
sabía lo que vería tras el cristal. Y algo en lo más íntimo de su ser le decía que, si<br />
levantaba la persiana de la ventana de la izquierda, ya nunca más volvería a tocar la<br />
otra.<br />
Aquel día, sin embargo, se sentía como si no hubiera más que una ventana en la<br />
sala número tres, y fuera la de la izquierda. De modo que tiró de la persiana, que<br />
subió con un golpecito seco, y miró.<br />
Al otro lado del cristal había una habitación pintada de negro, con suelo de tablas<br />
separadas en las junturas. También había una cajita, igualmente pintada de negro,<br />
sobre la que un chico joven había apoyado un pie. Sus piernas eran peludas, y<br />
recordaron a Einar los brazos de Madame Jasmin-Carton. Era un chico de altura<br />
normal, un poco blando hacia la cintura y con el pecho liso. Le colgaba la lengua de<br />
la boca y tenía las manos apoyadas en las caderas. <strong>La</strong>s mecía de un modo que agitaba<br />
su erecto pene. De su sonrisa, Einar dedujo que aquel chico estaba enamorado de sí<br />
mismo.<br />
Perdió la noción del tiempo que llevaba mirando al chico, que se contoneaba<br />
sobre sus pies y cuyo pene crecía y menguaba como una palanca que subiese y<br />
bajase. Einar no recordaba haberse levantado del sillón para apretar la nariz contra el<br />
cristal, pero así es como se dio cuenta de repente que estaba. Tampoco recordaba<br />
haberse desabrochado los pantalones, pero se le habían caído hasta los tobillos. No<br />
sabía cuándo se había quitado la chaqueta, la corbata y la camisa, pero esas prendas<br />
estaban a su lado, en un montón, sobre el sillón verde.<br />
Otras ventanillas, además de la suya, daban al cuarto donde estaba el chico. Y en<br />
una de ellas, justo enfrente de Einar, había un hombre que sonreía gozoso; Einar<br />
apenas distinguía su rostro, sólo aquella ardiente sonrisa que daba la impresión de<br />
brillar con luz propia. Al hombre parecía gustarle el chico tanto como a él, a juzgar<br />
por el ardor de su sonrisa. Por fin, al cabo de unos minutos de mirar fijamente aquel<br />
rostro, Einar consiguió verle los ojos. Le parecieron azules, y ya no estaban clavados<br />
en el chico, que ahora tenía el pene en una mano mientras con la otra se acariciaba un<br />
pezón, sino en él. El hombre abrió aún más los labios, y el ardor de su sonrisa se<br />
intensificó.<br />
Einar se quitó los pantalones y los dejó sobre el sillón verde. Ahora era mitad<br />
Einar mitad Lili. Un hombre con las bragas color gris ostra de Lili, y con la camisola<br />
de Lili, que le colgaba delicadamente de los hombros. Einar captó un tenue reflejo de<br />
sí mismo en el cristal de la ventana. Le sorprendió no sentirse extravagante o ridículo,<br />
sino, simplemente —era la primera vez que usaba tal palabra para definir a Lili—,<br />
bonita. Lili ahora se sentía relajada; sus hombros blancos y desnudos se reflejaban en<br />
el cristal, y también el bonito hoyuelo que tenía en la base de la garganta. Encontraba<br />
la cosa más natural del mundo que un hombre estuviese mirándola vestida sólo con<br />
ropa interior, y con las tiras de la camisola colgándole de los hombros. Algo parecía<br />
www.lectulandia.com - Página 121