02.05.2017 Views

La chica danesa

Una novela de David Ebershoff

Una novela de David Ebershoff

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

saludó. Se fue de la estancia llevándose el traje de sarga bajo el brazo. Y entonces, al<br />

bajar la vista, Einar descubrió en su entrepierna una mancha que desprendía un<br />

olorcillo salado, como si se le hubiese volcado encima un vasito de agua de mar. Y<br />

entonces tuvo clara conciencia de algo que, seguramente, su subconsciente siempre<br />

había sabido: deseaba que aquel joven hiciese lo mismo con Lili. Que la besase justo<br />

antes de que su pecho enrojeciese y su boca se contrajese de placer porque estaba a<br />

punto de eyacular.<br />

Después de esto, Einar fue a sentarse al banco de la place des Vosges. Se<br />

desabotonó el abrigo para dejar que su entrepierna, que había limpiado en el lavabo<br />

de Madame Jasmin-Carton, se secase al aire libre. Había niños jugando en torno a la<br />

fuente, salpicándose y empujando aros por los caminos de grava, y una niña hacía<br />

una cometa de papel en forma de murciélago. <strong>La</strong>s niñeras hablaban en voz alta por<br />

encima de sus cochecitos, aparcados en círculo. Einar apartó la vista de ellas, molesto<br />

por la mancha que aún se le notaba en la entrepierna. El sol había calentado el agua<br />

de la piscina aquella mañana, pero ahora se escondía de vez en cuando tras las nubes.<br />

Entonces el parque se volvía repentinamente grisáceo, y los niños parecían<br />

convertirse en simples calcomanías de sí mismos. <strong>La</strong> mancha de la entrepierna de<br />

Einar no acababa de secarse. <strong>La</strong> lana húmeda le recordaba a los perros de la granja de<br />

Bluetooth, cuando volvían calados hasta los huesos tras una jornada dedicada a cazar<br />

ranas. Estaban mojados e irascibles, tenían el pelaje apelmazado, y parecía que nunca<br />

acabarían de perder aquel olor a humedad.<br />

<strong>La</strong> niñita de la cometa soltó de pronto un grito. <strong>La</strong> cuerda se le había escapado de<br />

entre los dedos y la cometa se balanceaba en el cielo. Ella la seguía corriendo con la<br />

mano extendida, y el lazo que le sujetaba el pelo le golpeaba las orejas. Su niñera le<br />

gritó que parase. <strong>La</strong> mujer parecía enfadada, y su enrojecido rostro presagiaba<br />

tormenta. <strong>La</strong> cometa empezó a caer a trompicones hacia el suelo, y el negro papel se<br />

agitaba dentro del marco. Finalmente, cayó a los pies de Einar.<br />

<strong>La</strong> niñera recogió la cometa del suelo con rapidez al mismo tiempo que soltaba un<br />

bufido. Después cogió a la niña, a la que llamó Martine, por la muñeca y se la llevó<br />

junto al cochecito, teniéndola bien sujeta a su lado. <strong>La</strong>s otras niñeras seguían bajo un<br />

grupo de árboles, cogiendo sus cochecitos por el manillar. Cuando Martine y su<br />

niñera se unieron a ellas, todas miraron a Einar por encima del hombro con ojos<br />

recelosos. Luego se alejaron juntas, al son de los chirridos de las ruedas.<br />

Fue entonces cuando Einar se dio cuenta de que algo tenía que cambiar. Se había<br />

convertido en uno de esos individuos a quienes las niñeras temen en el parque. Era un<br />

hombre que tenía manchas sospechosas en el pantalón.<br />

Estaban en mayo de 1929, y Einar se dio a sí mismo un año, exactamente, de<br />

plazo. El parque se hallaba sumido en la penumbra, con el sol escondido tras las<br />

nubes. Los árboles, cuyas hojas se agitaban temblorosas, transmitían una sensación<br />

de frío. El viento seguía levantando el agua del surtidor y arrojándola sobre el guijo.<br />

Si dentro de un año, exactamente, Lili y Einar no habían resuelto sus problemas,<br />

www.lectulandia.com - Página 107

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!