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AFTER4

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—¿No me has oído, Hardin? —dice Landon exasperado—. No ha dicho una palabra ni se ha<br />

movido en dos días, excepto para usar el baño, aunque ni siquiera estoy seguro de que lo haya hecho.<br />

Yo no he visto que se mueva para nada. No bebe ni come.<br />

Toda la mierda que he estado intentando bloquear, que he estado intentando obviar, me inunda y<br />

me arrastra. No me importan cuáles sean las consecuencias, y no me importa que la poca cordura que<br />

me queda desaparezca: necesito hablar con ella. Llego hasta el coche y me meto dentro. Sé<br />

perfectamente lo que tengo que hacer.<br />

—Intenta ponerle el teléfono en la oreja. Hazme caso y hazlo —le ordeno a Landon, y arranco el<br />

coche, rogando en silencio a quien me esté escuchando ahí arriba que no me pare la policía de<br />

camino al aeropuerto.<br />

—Me preocupa que oír tu voz empeore las cosas —lo oigo decir a través del manos libres.<br />

Subo el volumen al máximo y coloco el teléfono sobre el salpicadero.<br />

—¡Maldita sea, Landon! —Golpeo la puta escayola contra el volante. Bastante difícil me resulta<br />

ya intentar conducir con ella—. Colócale el teléfono en la oreja de una vez, por favor. —Intento<br />

mantener la calma, a pesar de la tormenta de sensaciones que me asolan en mi interior.<br />

—Está bien, pero no digas nada que pueda angustiarla. Bastante está pasando ya.<br />

—¡No me hables como si tú lo supieras mejor que yo! —Mi ira hacia el sabelotodo de mi<br />

hermanastro ha alcanzado nuevos niveles, y casi cruzo la mediana mientras le grito.<br />

—Puede que no lo haga, pero lo que sí sé es que eres un auténtico idiota por haberle hecho lo que<br />

sea que le hayas hecho esta vez. Y ¿sabes qué más sé? Que, si no fueras tan egoísta, estarías aquí con<br />

ella y ella no habría acabado en el estado en el que se encuentra ahora —me espeta—. Ah, y una cosa<br />

más...<br />

—¡Ya basta! —Golpeo el volante con la escayola de nuevo—. Ponle el teléfono en la oreja.<br />

Comportarte como un capullo no ayuda en nada. Pásale el puto teléfono.<br />

Oigo un silencio seguido de la suave voz de Landon:<br />

—¿Tessa? ¿Me oyes? Claro que me oyes. —Se ríe con tristeza. El dolor que desprende su voz<br />

mientras intenta incitarla a hablar es evidente—. Hardin está al teléfono, y...<br />

Un leve canturreo atraviesa el altavoz, y me inclino hacia el teléfono para intentar oír el sonido.<br />

«¿Qué es eso?» Continúa durante varios segundos, débil y hechizado, y tardo demasiado tiempo en<br />

darme cuenta de que es la voz de Tessa repitiendo la misma palabra una y otra, y otra vez.<br />

—No, no, no —dice sin cesar—, no, no, no, no...<br />

Lo poco que quedaba intacto de mi corazón se parte en demasiados pedazos como para poder<br />

contarlos.<br />

—¡No, por favor, no! —grita al otro lado de la línea.<br />

«Joder...»<br />

—Está bien, está bien. No tienes por qué hablar con él.<br />

La llamada se corta y vuelvo a telefonear, aunque sé que nadie va a responder.

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