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AFTER4

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que seguramente había perdido. Debería haberla llamado ese día mientras miraba sus fotos. ¿Estará ella mirando fotos mías? Que yo<br />

sepa, sólo tiene una, y de repente desearía haber dejado que me hiciera más. El quinto día fue cuando arrojé el móvil contra la pared<br />

con la esperanza de hacerlo estallar, pero sólo conseguí rajarle la pantalla. El quinto día fue cuando empecé a desear<br />

desesperadamente que me llamara porque entonces todo iría bien, todo iría bien. Los dos pediríamos perdón y yo volvería a casa.<br />

Cuando releo el párrafo por segunda vez, mis ojos amenazan con derramar lágrimas.<br />

¿Por qué me estoy torturando leyendo esto? Debió de escribirlo hace mucho tiempo, justo<br />

después de volver de Londres la última vez. Ahora ha cambiado de idea completamente y no quiere<br />

saber nada de mí, y por fin lo he aceptado. Tengo que hacerlo. Leeré un párrafo más y cerraré la caja.<br />

Sólo uno más, me prometo a mí misma.<br />

El sexto día me desperté con los ojos rojos e hinchados. No me podía creer la llorera de la noche anterior. La opresión en el pecho<br />

era mucho peor y apenas podía abrir los ojos. ¿Por qué fui tan capullo? ¿Por qué seguí tratándola como a una mierda? Es la primera<br />

persona que de verdad me ha visto, que sabe cómo soy por dentro, cómo soy de verdad, y yo voy y la trato como a una mierda. La<br />

culpé a ella de todo cuando en realidad todo era culpa mía. Siempre ha sido mía, siempre, incluso cuando parecía que no estaba<br />

haciendo nada malo. Era grosero con ella cuando intentaba hablar conmigo. Le gritaba cuando me pillaba haciendo una de las mías.<br />

Y le mentía sin parar. Me lo ha perdonado siempre todo. Siempre podía contar con eso y tal vez por esa razón la trataba así, porque<br />

sabía que podía. El sexto día aplasté el móvil bajo mis pies.<br />

Se acabó. No puedo seguir leyendo sin perder cada gramo de fuerza que he ido adquiriendo desde<br />

que lo dejé en Londres. Meto las páginas de nuevo en la caja y la cierro. Mis ojos traicioneros<br />

derraman unas lágrimas indeseadas, y me apresuro a salir de aquí. Prefiero llamar a administración<br />

para pedir una copia de mi expediente a pasar un segundo más en este apartamento.<br />

Dejo la caja de zapatos en el suelo del armario y atravieso el pasillo hasta el baño para<br />

comprobar mi maquillaje antes de volver abajo con Landon. Abro la puerta de golpe, enciendo la luz<br />

y lanzo un grito de sorpresa cuando mi pie tropieza con algo.<br />

«Alguien...»<br />

Se me hiela la sangre e intento centrarme en el cuerpo que yace en el suelo del baño. Esto no<br />

puede estar pasando.<br />

«Por favor, Señor, que no sea...»<br />

Y cuando enfoco la vista, la mitad de mi ruego ha sido escuchado. No es el chico que me dejó el<br />

que está tirado a mis pies.<br />

Es mi padre, con una jeringuilla colgando del brazo y sin color en el rostro, lo que significa que<br />

la otra mitad de mis pesadillas se han cumplido.

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