AFTER4

06.04.2017 Views

colé entre sus piernas y la penetré lentamente. Estaba tan húmeda y prieta que me perdí en ella, y todavía soy incapaz de recordar cómo se desmontó aquel maldito árbol. Últimamente he estado haciendo eso demasiado a menudo, recrearme en los recuerdos felices de mi tiempo con ella. Me tiemblan las manos mientras agarro el volante y salgo de mi ensimismamiento; sus gemidos y jadeos se disuelven mientras me obligo a regresar al presente. Estoy esperando en un lento atasco, a sólo unos kilómetros de Tessa. Necesito forjar mi plan y asegurarme de que suba a ese avión esta noche. El vuelo es a las nueve, de modo que aún tiene mucho tiempo para llegar a Heathrow. Kimberly la llevará; sé que lo hará. Todavía me duele la cabeza, el alcohol se resiste a abandonar mi cuerpo, y aún me noto algo borracho. No tanto como para no poder conducir, pero sé que no estoy en mis plenas facultades. —¡Hardin! —oigo que exclama una voz familiar. La ventanilla amortigua el sonido y la bajo al instante. Cada vez que doblo una esquina me topo con alguien del pasado gritando mi nombre. —¡Hostia, tío! —grito al coche que se encuentra junto al mío. Mi viejo amigo Mark está en el carril de al lado. Si esto no es una señal divina, no sé qué otra cosa puede ser. —¡Aparca! —me responde con una amplia sonrisa. Estaciono el coche de alquiler de Vance en el aparcamiento de una heladería y él hace lo propio en la plaza de al lado. Sale de su chatarra de mierda antes que yo, corre hacia mi vehículo y abre la puerta. —¡¿Has vuelto y no me has dicho nada?! —grita dándome unas palmaditas en el hombro—. Y, joder, dime que este BMW es de alquiler, ¿o es que te has hecho rico? Pongo los ojos en blanco. —Es una larga historia, pero sí, es de alquiler. —¿Has vuelto para quedarte o qué? —Se ha cortado el pelo castaño, pero sus ojos están tan vidriosos como siempre. —Sí, he vuelto para quedarme —respondo, zanjando así la cuestión. Voy a quedarme aquí, y ella volverá a Estados Unidos, así de simple. Mark analiza mi rostro. —¿Dónde están tus putos piercings? ¿Te los has quitado? —Sí, me harté de ellos. —Me encojo de hombros, pero él examina mi rostro. Cuando gira la cabeza un poco, la luz se refleja en dos pequeños tachones que tiene bajo el labio. Hostia, se ha puesto snake bites. —Joder, Scott, estás muy cambiado. Qué locura. Ha pasado..., ¿cuánto? ¿Dos años? —Levanta las manos—. ¿Tres? Joder, he estado los últimos diez años colocado, así que no sé decirte. Se echa a reír y se saca del bolsillo un paquete de tabaco. Cuando rechazo el cigarrillo que me ofrece, enarca una ceja. —¿Qué pasa? ¿Te has vuelto un hombre de bien?

—No, es sólo que no quiero un puto cigarrillo —le espeto. Se echa a reír como lo hacía siempre cuando me ponía de esta manera. Mark era el líder de nuestra pandilla de delincuentes, sólo me sacaba un año, pero yo siempre lo había admirado y quería ser como él. Por eso, cuando un tipo mayor llamado James apareció en escena y él y Mark empezaron con los juegos, yo me apunté sin pensarlo dos veces. Me daba igual cómo trataban a las chicas, incluso cuando las grababan sin que ellas lo supieran. —Te has convertido en un niño de papá, ¿eh? —Sonríe con el cigarrillo encendido entre los dientes. —Que te jodan. Estás colocado, ¿no? Sabía que Mark seguiría aún de este modo, siempre colocado y anclado en sus días de gloria en los que se follaba a muchas tías y se ponía hasta el culo de todo. —No, pero esta noche me he pegado la gran fiesta y aún no me he acostado. —Sonríe, claramente orgulloso de sí mismo al recordar lo que sea que hiciese o con quien sea que estuviese anoche—. ¿Adónde ibas? ¿Estás en casa de tu madre? La mención de mi madre y de la casa que quemé anoche hasta los cimientos hace que me ponga tenso. Siento el humo caliente en las mejillas y veo las brillantes llamas tragándose la casa cuando me volví antes de montarme en el coche con Tessa. —No, no estoy en ningún sitio fijo. —Ah, entiendo —dice. Pero no lo entiende—. Si necesitas quedarte en algún lado, puedes hacerlo en mi casa. Ahora comparto cuarto con James, seguro que se alegra mogollón de verte, todo americanizado y tal. Puedo oír la voz de Tessa en mi cabeza en estos momentos, rogándome para que no vaya por este camino tan fácil y familiar, pero ignoro sus protestas y asiento. —Pues la verdad es que necesito un favor. —Puedo encontrarte todo lo que necesites. ¡Ahora James vende! —responde Mark con cierto orgullo. Pongo los ojos en blanco. —No me refería a eso. Necesito que me sigas hasta mi hotel para que deje algo allí y que luego me acerques a Gabriel’s para que recoja mi coche. Voy a tener que ampliar el tiempo de alquiler del vehículo, si es que me lo permiten. Decido olvidar que tengo un apartamento entero y un coche esperándome en Washington. Ya solucionaré eso más adelante. —Y ¿después te vienes a mi piso? —Se detiene—. Un momento, ¿a quién vas a llevarle lo que tengas que dejar allí? —Ni colocado se le escapa ningún detalle. No pienso hablarle de Tessa ni muerto. —A nadie, sólo es una tía. —Me arde la garganta al mentir sobre lo que Tessa significa para mí, pero debo protegerla de esto. Mark se dirige a su coche, y se detiene antes de entrar. —¿Está buena? Puedo esperarte fuera si necesitas follártela otra vez. O a lo mejor me deja... La ira me invade y respiro hondo unas cuantas veces para relajarme.

—No, es sólo que no quiero un puto cigarrillo —le espeto.<br />

Se echa a reír como lo hacía siempre cuando me ponía de esta manera. Mark era el líder de<br />

nuestra pandilla de delincuentes, sólo me sacaba un año, pero yo siempre lo había admirado y quería<br />

ser como él. Por eso, cuando un tipo mayor llamado James apareció en escena y él y Mark empezaron<br />

con los juegos, yo me apunté sin pensarlo dos veces. Me daba igual cómo trataban a las chicas,<br />

incluso cuando las grababan sin que ellas lo supieran.<br />

—Te has convertido en un niño de papá, ¿eh? —Sonríe con el cigarrillo encendido entre los<br />

dientes.<br />

—Que te jodan. Estás colocado, ¿no?<br />

Sabía que Mark seguiría aún de este modo, siempre colocado y anclado en sus días de gloria en<br />

los que se follaba a muchas tías y se ponía hasta el culo de todo.<br />

—No, pero esta noche me he pegado la gran fiesta y aún no me he acostado. —Sonríe, claramente<br />

orgulloso de sí mismo al recordar lo que sea que hiciese o con quien sea que estuviese anoche—.<br />

¿Adónde ibas? ¿Estás en casa de tu madre?<br />

La mención de mi madre y de la casa que quemé anoche hasta los cimientos hace que me ponga<br />

tenso. Siento el humo caliente en las mejillas y veo las brillantes llamas tragándose la casa cuando<br />

me volví antes de montarme en el coche con Tessa.<br />

—No, no estoy en ningún sitio fijo.<br />

—Ah, entiendo —dice. Pero no lo entiende—. Si necesitas quedarte en algún lado, puedes<br />

hacerlo en mi casa. Ahora comparto cuarto con James, seguro que se alegra mogollón de verte, todo<br />

americanizado y tal.<br />

Puedo oír la voz de Tessa en mi cabeza en estos momentos, rogándome para que no vaya por este<br />

camino tan fácil y familiar, pero ignoro sus protestas y asiento.<br />

—Pues la verdad es que necesito un favor.<br />

—Puedo encontrarte todo lo que necesites. ¡Ahora James vende! —responde Mark con cierto<br />

orgullo.<br />

Pongo los ojos en blanco.<br />

—No me refería a eso. Necesito que me sigas hasta mi hotel para que deje algo allí y que luego<br />

me acerques a Gabriel’s para que recoja mi coche.<br />

Voy a tener que ampliar el tiempo de alquiler del vehículo, si es que me lo permiten. Decido<br />

olvidar que tengo un apartamento entero y un coche esperándome en Washington. Ya solucionaré eso<br />

más adelante.<br />

—Y ¿después te vienes a mi piso? —Se detiene—. Un momento, ¿a quién vas a llevarle lo que<br />

tengas que dejar allí? —Ni colocado se le escapa ningún detalle.<br />

No pienso hablarle de Tessa ni muerto.<br />

—A nadie, sólo es una tía. —Me arde la garganta al mentir sobre lo que Tessa significa para mí,<br />

pero debo protegerla de esto.<br />

Mark se dirige a su coche, y se detiene antes de entrar.<br />

—¿Está buena? Puedo esperarte fuera si necesitas follártela otra vez. O a lo mejor me deja...<br />

La ira me invade y respiro hondo unas cuantas veces para relajarme.

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