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AFTER4

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quedamos helados al sentir cómo mis dedos la tocan.<br />

Ha pasado mucho tiempo, demasiado, desde la última vez que la tuve entre mis brazos. Vino a<br />

Chicago hace unos meses para la boda de su amiga, pero no me invitó a que fuera su acompañante.<br />

Fue sola, aunque quedamos después para cenar. Fue agradable; ella se tomó una copa de vino y<br />

ambos compartimos un helado inmenso cubierto de chocolate y muchísimo caramelo líquido. Luego<br />

me pidió que la acompañara a su hotel a tomar otra copa —vino para ella, soda para mí—, y ambos<br />

nos quedamos dormidos después de que le hiciese el amor en el suelo de su habitación.<br />

—Quería librarte de bailar con él, es un poco bajito. Un terrible compañero de baile —digo por<br />

fin cuando consigo salir de mi absorción.<br />

—Me ha dicho que lo has sobornado. —Me sonríe y sacude la cabeza.<br />

—Pequeño granuja... —Fulmino con la mirada al traidor mientras él se sienta de nuevo a una<br />

mesa, otra vez solo.<br />

—Os habéis hecho muy amigos, incluso desde la última vez que os vi —dice Tessa con<br />

admiración, y no puedo evitar ponerme colorado como un tomate.<br />

—Sí, supongo que sí. —Me encojo de hombros.<br />

Me aprieta los hombros con los dedos, y yo suspiro. Suspiro literalmente, y sé que me habrá<br />

oído.<br />

—Estás bastante bien. —Mira mi boca.<br />

Decidí volver a ponerme el piercing unos días después de verla en Chicago.<br />

—¿«Bastante bien»? No sé si eso es algo positivo. —La acerco más a mí y ella me lo permite.<br />

—Muy bien, muy guapo. Muy bueno. —Las últimas palabras escapan de sus labios carnosos por<br />

accidente. Lo sé por el modo en que sus ojos se abren como platos y luego se muerde el labio<br />

inferior.<br />

—Tú eres la mujer más sexi de toda la sala; siempre lo has sido.<br />

Agacha la cabeza intentando ocultar su rostro entre los largos rizos rubios.<br />

—No te escondas de mí —digo en voz baja.<br />

Me invade la nostalgia al pronunciar esas palabras tan familiares, y sé por su expresión que ella<br />

siente exactamente lo mismo que yo.<br />

Se apresura a cambiar de tema.<br />

—¿Cuándo se publica tu siguiente libro?<br />

—El mes que viene. ¿Lo has leído? Te envié una de las primeras copias.<br />

—Sí, lo he leído. —Aprovecho la ocasión para estrecharla contra mi pecho—. Los he leído<br />

todos, ¿recuerdas?<br />

—Y ¿qué opinas?<br />

La canción termina y comienza otra. Una voz femenina inunda la sala, y nos quedamos<br />

mirándonos a los ojos.

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