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AFTER4

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horno, veo que la fuente con las pechugas de pollo continúa dentro.<br />

No recuerdo haber apagado ni el fuego ni el horno, pero tampoco es que anoche tuviera cabeza<br />

para mucho. Mi cerebro no quería pensar en nada que no fueran Hardin y sus labios en los míos<br />

después de meses de privaciones. Se me eriza la piel al recordarlo, al recordar sus caricias, cómo<br />

adoraba mi cuerpo.<br />

—Menos mal que apagué el fuego, ¿no? —Hardin entra en la cocina con un pantalón de chándal<br />

que le cuelga de las caderas. Los tatuajes nuevos acentúan su vientre plano, y no puedo dejar de<br />

mirar el punto en el que acaban sus abdominales.<br />

—Pues sí.<br />

Me aclaro la garganta e intento decidir por qué de repente me vuelven loca las hormonas. Me<br />

siento como cuando lo conocí, y eso me preocupa. Es fácil volver a caer en las rutinas perversas de<br />

Hardin y Tessa. Tengo que mantener la cabeza fría.<br />

—¿A qué hora vas a trabajar hoy? —Hardin se reclina contra la encimera frente a mí y me<br />

observa mientras lo recojo todo.<br />

—Al mediodía. —Vierto la salsa en el desagüe del fregadero—. Hoy sólo trabajo un turno.<br />

Llegaré a casa sobre las cinco.<br />

—Te invito a cenar. —Sonríe y se cruza de brazos. Ladeo la cabeza y enarco una ceja. Pongo en<br />

marcha el triturador de basura del fregadero—. Estás pensando en meterme la mano ahí dentro, ¿no?<br />

—dice señalando el triturador. Su risa es suave, encantadora y embriagadora.<br />

—Tal vez. —Sonrío—. ¿No deberías reformular la frase para que sea una pregunta?<br />

—Ésa es la Theresa a la que tanto quiero —bromea y desliza las manos por la encimera.<br />

—¿Otra vez con lo de Theresa? —Intento mirarlo mal, pero se me escapa una sonrisa.<br />

—Sí, otra vez. —Asiente y hace algo que no es nada propio de él: saca el pequeño cubo de<br />

basura de debajo del fregadero y me ayuda a recoger los desperdicios que hay sobre la encimera—.<br />

¿Me concedería usted el honor de cenar conmigo en un lugar público y dedicarme su tiempo esta<br />

noche?<br />

Su sarcasmo juguetón me hace reír, y cuando Landon entra en la cocina, se limita a mirarnos y a<br />

apoyarse en la encimera.<br />

—¿Te encuentras bien? —le pregunto.<br />

Está observando al señor de la limpieza que ha poseído el cuerpo de Hardin, y luego me mira a<br />

mí anonadado.<br />

—Sí, sólo un poco cansado —contesta frotándose los ojos.<br />

—Ya, lo imagino —interviene Hardin mientras levanta las cejas, y Landon le da un empujoncito<br />

con el hombro.<br />

Me quedo mirándolos, pensando que estamos en una realidad paralela o algo así. Una en la que<br />

Landon coge por los hombros a Hardin y éste se ríe y lo llama cretino, en vez de lanzarle cuchillos<br />

con la mirada o amenazarlo.<br />

Me gusta esta realidad paralela. Creo que me encantaría quedarme una temporada aquí.<br />

—No es lo que estás pensando —añade Landon—. Ni lo digas. —Echa café molido en la<br />

cafetera, saca tres tazas del armario y las dispone sobre la encimera.

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