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AFTER4

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—Hola —me dice.<br />

—Hola.<br />

—Hardin quería venir aquí —oigo que dice Landon, pero mis ojos no quieren cooperar con mi<br />

cerebro.<br />

Hardin sigue mirándome, sin soltarme la muñeca. Debería apartarlo antes de que el pulso<br />

acelerado me delate y descubra cómo me siento después de tres meses sin verlo.<br />

—Si estás muy ocupada, podemos ir a comer a otro sitio —añade Landon.<br />

—No, no te preocupes —le digo a mi mejor amigo.<br />

Sé lo que está pensando. Sé que se siente culpable y le preocupa que haber traído a Hardin<br />

estropee a la nueva Tessa. La Tessa que se ríe y hace chistes, la Tessa que es independiente, incluso<br />

demasiado. Pero eso no va a pasar. Me tengo controlada, estoy tranquila, estoy bien. De maravilla.<br />

Libero mi muñeca del abrazo de Hardin con cuidado y cojo dos cartas del mostrador. Le hago un<br />

gesto a Kelsey, la maître, para que sepa que yo acompañaré a estos dos a su mesa.<br />

—¿Cuánto hace que trabajas aquí? —pregunta Hardin.<br />

Va vestido como siempre: la misma camiseta negra, las mismas botas, los mismos vaqueros<br />

negros ceñidos, aunque este par tienen un pequeño roto en la rodilla. Tengo que recordarme que sólo<br />

hace unos meses desde que me marché a casa de mi madre. Parece que fue hace años, siglos...<br />

—Sólo tres semanas —digo.<br />

—Landon me ha dicho que llevas aquí desde el mediodía.<br />

Asiento. Les señalo un pequeño reservado contra la pared negra. Hardin se sienta a un lado y<br />

Landon al otro.<br />

—¿A qué hora acabas?<br />

«¿Acabo? ¿Eso va con segundas?» Ya no lo sé, después de tanto tiempo. «¿Quiero que vaya con<br />

segundas?» Tampoco lo sé.<br />

—Cerramos a la una —digo—. Normalmente llego a casa sobre las dos las noches que me toca<br />

cerrar.<br />

—¿A las dos de la madrugada? —La mandíbula le llega al suelo.<br />

Les coloco la carta delante y Hardin vuelve a intentar cogerme la muñeca, pero esta vez lo<br />

esquivo como quien no quiere la cosa.<br />

—Sí, a las dos de la madrugada. Trabaja hasta las tantas casi todos los días —dice Landon.<br />

Le lanzo una mirada asesina, deseando que cierre el pico, y luego me pregunto por qué me siento<br />

así. A Hardin no debería importarle cuántas horas paso aquí.<br />

Hardin no dice mucho más después de eso. Examina la carta, señala los raviolis de cordero y<br />

pide agua para beber. Landon pide lo de siempre, pregunta si Sophia anda muy liada en la cocina y<br />

me dedica más sonrisas de disculpa de las necesarias.<br />

La siguiente mesa me mantiene ocupada. La mujer está borracha y es incapaz de decidir lo que le

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