AFTER4
parece ser la única persona cercana a Tessa que es leal a mí. Ha estado a mi lado de una forma que no esperaba, y lo que menos esperaba de todo es que me gustara de algún modo, y hasta me apoyara en eso. Con toda la mierda que hay en mi vida y el esfuerzo por mantenerme en el buen camino, el camino bordeado de malditos arcoíris y flores y todo lo que me conduce a una vida con Tessa, es agradable saber que Landon está ahí si lo necesito. Pronto se irá y no me mola nada, pero sé que incluso desde Nueva York me será leal. Puede que se ponga del lado de Tessa a menudo, pero siempre es sincero conmigo. No me oculta las cosas chungas como el resto del mundo. —Además —añade Kimberly, pero se muerde los labios para evitar reírse—, ¡somos una familia! «Y así es como vuelve a ponerme de los nervios.» —Qué divertido... —Pongo los ojos en blanco. Si lo llego a decir yo, lo habría sido, pero tenía que ser ella quien rompiera el silencio. Me da la espalda para echar los huevos batidos a la sartén. —Soy famosa por mi sentido del humor —replica. «En realidad eres famosa por tu bocaza, pero si prefieres pensar que eres divertida, adelante.» —Bromas aparte —me mira por encima del hombro—, espero que consideres hablar con Christian antes de marcharte. Ha estado muy molesto y preocupado pensando que vuestra relación se ha roto para siempre. No te culparía si así fuera, sólo te lo digo. Deja de mirarme y sigue cocinando, mientras me da tiempo para contestar. ¿Debería hacerlo? —No estoy listo para hablar... aún —digo al final. Por un momento, no sé si me ha oído, pero entonces asiente con la cabeza y, cuando se vuelve para coger otro ingrediente, veo que esboza una sonrisa. Tras lo que me parecen horas, Tessa sale finalmente del baño. Se ha secado el pelo y se lo ha apartado de la cara con una diadema fina. No tengo que fijarme mucho para ver que se ha maquillado un poco. No lo necesitaba, pero supongo que es una buena señal de que está intentando volver a la normalidad. Me la quedo mirando durante demasiado rato y ella da vueltas mientras lo hago. Me encanta cómo va vestida hoy: unas bailarinas, una camiseta de tirantes rosa y una falda con estampado de flores. Jodidamente preciosa, eso es lo que es. —¿Prefieres que comamos? —le pregunto. No quiero separarme de ella en todo el día. —¿Kimberly ha preparado el desayuno? —me susurra. —¿Y? Es probable que sea una porquería. Señalo la comida que hay sobre la encimera. No tiene mala pinta, supongo, pero ella no es Karen. —No digas eso. —Tessa sonríe y casi repito la frase para ganarme otra sonrisa suya.
—Vale. Podemos llevarnos lo que sea y luego tirarlo cuando estemos fuera —sugiero. Me ignora, pero la oigo decirle a Kimberly que guarde algunas sobras para que nosotros las comamos luego. «Hardin: 1. »Kimberly y su asquerosa comida y sus preguntas molestas: 0.» El trayecto hasta el centro de Seattle no es tan malo como siempre. Tessa está en silencio, como sabía que estaría. Siento que me observa cada pocos minutos pero, cuando yo la miro a ella, se apresura a desviar la vista. Para comer, elijo un pequeño y moderno restaurante y, cuando entramos en el parking casi vacío sé que eso significa una de estas dos cosas: o hace pocos minutos que han abierto y la gente aún no ha llegado, o la comida es tan asquerosa que nadie come aquí. Esperando que sea lo primero, cruzamos las puertas acristaladas y Tessa estudia el lugar con la mirada. La decoración es agradable, extravagante y a ella parece agradarle, lo que me recuerda cuánto me encantan sus reacciones ante las cosas más sencillas. «Hardin: 2.» No es que me anote tantos ni nada... Pero si lo hiciera... iría ganando. Nos sentamos en silencio mientras esperamos para pedir. El camarero es un universitario joven que está nervioso y tiene algún problema con el contacto visual. No parece querer mirarme a los ojos, el muy capullo. Tessa pide algo que no había oído en mi vida y yo ordeno lo primero que veo en la carta que tengo entre las manos. Hay una mujer embarazada sentada a la mesa de al lado, y me doy cuenta de que Tessa la mira fijamente mucho rato. —Eh. —Me aclaro la garganta para llamar su atención—. No sé si te acuerdas de lo que te dije anoche pero, si es así, lo siento. Cuando dije que no quería tener un bebé contigo, sólo quería decir que no quiero tener hijos en general. Pero quién sabe —mi corazón empieza a latir fuerte bajo las costillas—, tal vez algún día o algo. No puedo creer que acabe de decir eso y, por la cara de Tessa, ella tampoco puede. Tiene la boca muy abierta y su mano flota en el aire sujetando una copa de agua. —¿Qué? —Parpadea—. ¿Qué acabas de decir? «¿Por qué lo habré dicho?...» O sea, iba en serio. Creo. Tal vez podría pensarlo. No me gustan los niños ni los bebés ni los adolescentes, pero es que tampoco me gustan los adultos. Podría decirse que sólo me gusta Tessa, así que tal vez una versión en pequeño de ella no estaría tan mal, ¿no? —Sólo digo que puede que no estuviera tan mal, ¿no? —añado, y me encojo de hombros intentando esconder el pánico que siento. Su boca sigue abierta. Comienzo a pensar en inclinarme hacia ella y ayudarla a que la cierre. —Por supuesto, no digo que tenga que ser enseguida. No soy idiota. Sé que tienes que acabar tus estudios y todo eso.
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—Vale. Podemos llevarnos lo que sea y luego tirarlo cuando estemos fuera —sugiero.<br />
Me ignora, pero la oigo decirle a Kimberly que guarde algunas sobras para que nosotros las<br />
comamos luego.<br />
«Hardin: 1.<br />
»Kimberly y su asquerosa comida y sus preguntas molestas: 0.»<br />
El trayecto hasta el centro de Seattle no es tan malo como siempre. Tessa está en silencio, como<br />
sabía que estaría. Siento que me observa cada pocos minutos pero, cuando yo la miro a ella, se<br />
apresura a desviar la vista.<br />
Para comer, elijo un pequeño y moderno restaurante y, cuando entramos en el parking casi vacío<br />
sé que eso significa una de estas dos cosas: o hace pocos minutos que han abierto y la gente aún no ha<br />
llegado, o la comida es tan asquerosa que nadie come aquí. Esperando que sea lo primero, cruzamos<br />
las puertas acristaladas y Tessa estudia el lugar con la mirada. La decoración es agradable,<br />
extravagante y a ella parece agradarle, lo que me recuerda cuánto me encantan sus reacciones ante las<br />
cosas más sencillas.<br />
«Hardin: 2.»<br />
No es que me anote tantos ni nada...<br />
Pero si lo hiciera... iría ganando.<br />
Nos sentamos en silencio mientras esperamos para pedir. El camarero es un universitario joven<br />
que está nervioso y tiene algún problema con el contacto visual. No parece querer mirarme a los<br />
ojos, el muy capullo.<br />
Tessa pide algo que no había oído en mi vida y yo ordeno lo primero que veo en la carta que<br />
tengo entre las manos. Hay una mujer embarazada sentada a la mesa de al lado, y me doy cuenta de<br />
que Tessa la mira fijamente mucho rato.<br />
—Eh. —Me aclaro la garganta para llamar su atención—. No sé si te acuerdas de lo que te dije<br />
anoche pero, si es así, lo siento. Cuando dije que no quería tener un bebé contigo, sólo quería decir<br />
que no quiero tener hijos en general. Pero quién sabe —mi corazón empieza a latir fuerte bajo las<br />
costillas—, tal vez algún día o algo.<br />
No puedo creer que acabe de decir eso y, por la cara de Tessa, ella tampoco puede. Tiene la<br />
boca muy abierta y su mano flota en el aire sujetando una copa de agua.<br />
—¿Qué? —Parpadea—. ¿Qué acabas de decir?<br />
«¿Por qué lo habré dicho?...» O sea, iba en serio. Creo. Tal vez podría pensarlo. No me gustan<br />
los niños ni los bebés ni los adolescentes, pero es que tampoco me gustan los adultos. Podría decirse<br />
que sólo me gusta Tessa, así que tal vez una versión en pequeño de ella no estaría tan mal, ¿no?<br />
—Sólo digo que puede que no estuviera tan mal, ¿no? —añado, y me encojo de hombros<br />
intentando esconder el pánico que siento.<br />
Su boca sigue abierta. Comienzo a pensar en inclinarme hacia ella y ayudarla a que la cierre.<br />
—Por supuesto, no digo que tenga que ser enseguida. No soy idiota. Sé que tienes que acabar tus<br />
estudios y todo eso.