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AFTER4

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—¿Qué... qué dije anoche, Hardin? —pregunto tartamudeando un poco.<br />

Él exhala y se pasa una mano por el pelo.<br />

—No dejabas de hablar de Karen y de mi madre. No quiero saber lo que significaba.<br />

Hace una mueca que supongo que se parece a la expresión en mi propia cara.<br />

—¿Eso es todo? —repongo.<br />

—Básicamente. Ah, también citabas a Hemingway.<br />

Sonríe ligeramente y entonces recuerdo lo encantador que puede llegar a ser.<br />

—No. —Me cubro la cara con las manos muerta de vergüenza.<br />

—Sí.<br />

De sus labios escapa una suave sonrisa y, cuando lo espío entre mis dedos, añade:<br />

—También dijiste que aceptabas mis disculpas y que ibas a darme otra oportunidad.<br />

Sus ojos se encuentran con los míos a través de las rendijas de mis dedos y no puedo apartar la<br />

mirada. «Buen intento.»<br />

—Mentiroso.<br />

No sé si quiero reír o llorar. Aquí estamos otra vez, en mitad de las idas y venidas, del tira y<br />

afloja. Soy consciente de que en esta ocasión parece distinto, pero también sé que no puedo confiar<br />

en mi juicio. Cada vez que me hacía una promesa que no era capaz de cumplir parecía distinto.<br />

—¿Quieres que hablemos de lo que pasó anoche? —me pregunta—. Porque no me gustó nada<br />

verte así. No eras tú. Me asustaste mucho por teléfono.<br />

—Estoy bien.<br />

—Estabas borracha. Bebiste tanto que te quedaste dormida en el porche, y hay botellas vacías<br />

por toda la casa.<br />

—No es divertido encontrar a alguien así, ¿verdad?<br />

Me siento como una imbécil en cuanto lo digo. Sus hombros se hunden.<br />

—No, no lo es —admite.<br />

Me acuerdo de las noches —y, a veces, incluso los días— en las que encontraba a Hardin<br />

borracho. El Hardin borracho siempre venía acompañado de lámparas rotas, agujeros en las paredes<br />

y palabras horribles que buscaban herir de verdad.<br />

—Eso no volverá a suceder —dice respondiendo a mis pensamientos.<br />

—No quería... —miento, pero me conoce demasiado bien.<br />

—Sí querías. Y está bien, me lo merezco.<br />

—Sea como sea, no es justo que te lo eche en cara.<br />

Debo aprender a perdonar a Hardin o ninguno de los dos podrá vivir en paz después de esto.<br />

No me había dado cuenta de que vibraba, pero entonces coge el móvil de la mesilla y se lo pega<br />

a la oreja. Cierro los ojos para aliviar el dolor mientras Hardin maldice a Vance. Sacudo la mano<br />

intentando detenerlo, pero me ignora, y se apresura a decirle a Christian lo capullo que es.<br />

—¡Deberías haber contestado, joder. Si llega a pasarle algo, habría hecho que toda la<br />

responsabilidad cayera sobre ti!<br />

Hardin le grita al teléfono y yo intento silenciar su voz.<br />

«Estoy bien, he bebido demasiado porque tuve un mal día, pero ahora estoy bien. ¿Qué hay de

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