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CAPÍTULO 53<br />

Tessa<br />

Un zumbido. Sólo oigo un zumbido constante y siento que la cabeza me va a estallar en cualquier<br />

momento. Además, hace calor. Demasiado calor. Hardin pesa mucho, su brazo escayolado me aprieta<br />

la barriga y necesito hacer pis.<br />

«Hardin.»<br />

Le levanto el brazo y salgo reptando, literalmente, de debajo de su cuerpo. Lo primero que hago<br />

es coger su teléfono de la mesilla y quitar la función de vibración. La pantalla está llena de mensajes<br />

y llamadas de Christian. Respondo con un simple «Estamos bien» y pongo el móvil en silencio antes<br />

de ir al baño.<br />

Me siento muy triste, y los restos del abuso de alcohol de anoche siguen flotando en mis venas.<br />

No debería haber bebido tanto vino, debería haber parado después de la primera botella. O de la<br />

segunda. O de la tercera.<br />

No recuerdo haberme dormido y tampoco consigo acordarme de qué pasó para que Hardin esté<br />

aquí. Un recuerdo emborronado de su voz al teléfono aparece en mi mente pero no consigo<br />

entenderlo, y ni siquiera estoy segura de que de verdad ocurriera. Sin embargo, él está aquí ahora,<br />

dormido en mi cama, por lo que supongo que los detalles ya no importan.<br />

Apoyo las caderas en el lavamanos y abro el grifo del agua fría. Me echo un poco en la cara<br />

como hacen en las películas, pero no funciona. No me despierta ni despeja mi mente, sólo hace que el<br />

rímel de ayer chorree aún más por mis mejillas.<br />

—¿Tessa? —llama la voz de Hardin.<br />

Cierro el grifo y me lo encuentro en el pasillo.<br />

—Hola —digo evitando sus ojos.<br />

—¿Qué haces levantada? Sólo hace dos horas que te has dormido.<br />

—Supongo que tengo insomnio. —Me encojo de hombros odiando la extraña tensión que siento<br />

en su presencia.<br />

Lo sigo hasta la habitación y cierro la puerta detrás de mí. Se sienta en el borde de la cama y yo<br />

vuelvo a meterme bajo las sábanas. Ahora mismo no me veo con fuerzas para enfrentarme a un día<br />

nuevo, pero no pasa nada, porque no parece que el sol haya decidido salir aún.<br />

—Me duele la cabeza —confieso.<br />

—No lo dudo: te has pasado la noche vomitando, pequeña.<br />

Siento un poco de vergüenza al recordar cómo Hardin me cogía el pelo y me acariciaba los<br />

hombros para reconfortarme mientras vaciaba mi estómago en el váter.<br />

La voz del doctor West dándome malas noticias, las peores noticias, se hace eco en mi dolorida<br />

cabeza. ¿Le conté a Hardin lo que ocurre cuando estoy borracha? «Espero que no.»

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