AFTER4
Esta vez no se resiste. —Es verdad, lo dijiste una vez —murmura. Luego me rodea la cintura con las piernas y me facilita así la tarea de llevarla a través de la puerta corredera y por el pasillo. —¿Qué dije? —Que no puede haber un final feliz para esto —responde. Maldito Hemingway y su visión de mierda de la vida. —Fue estúpido por mi parte decir eso. No lo creía en absoluto —le aseguro. —Ahora que ya te quiero lo suficiente, ¿qué quieres hacer? ¿Destrozarme? —Otra vez las palabras de ese desgraciado. Tessa recuerda perfectamente algunas cosas aunque esté demasiado borracha como para mantenerse en pie. —Shhh... Ya citaremos a Hemingway cuando estés sobria. —Todas las cosas malas empiezan en la inocencia —dice pegada a mi cuello, con los brazos rodeando mi espalda mientras abro la puerta de su habitación. Solía gustarme esa cita porque nunca entendí el significado. Creía que sí, pero hasta ahora, que es cuando estoy viviendo su puto significado, no lo había entendido de verdad. Cada vez me siento más culpable. La deposito con cuidado sobre la cama, tiro las almohadas al suelo y dejo sólo una para la cabeza. —Échate —le ordeno con suavidad. Tiene los ojos cerrados y por fin parece que se va a quedar dormida. Apago la luz, esperando que duerma el resto de la noche. —¿Te quedassss? —dice arrastrando las letras. —¿Quieres que me quede? Puedo dormir en otra habitación —le ofrezco, aunque no me apetece. Está tan apagada, tan distante de sí misma, que casi me da miedo dejarla sola. —Mmm —murmura cogiendo la sábana. Tira de un extremo y gruñe frustrada cuando no consigue bastante tela como para taparse. Después de ayudarla, me quito las zapatillas y me tumbo en la cama a su lado. Mientras me debato acerca de cuánta distancia dejar entre nuestros cuerpos, su pierna desnuda me rodea la cintura y me atrae hacia sí. Puedo respirar. Por fin puedo respirar, joder. —Estaba asustado pensando que no estarías bien —admito en el silencio de la habitación oscura. —Yo también —dice con la voz rota. Meto un brazo bajo su cabeza y ella levanta las caderas, volviéndose hacia mí y apretando la pierna que rodea mi cintura. No sé qué hacer a partir de aquí, no sé qué le he hecho para que esté así. Sí..., sí lo sé. La he tratado como a una mierda y me he aprovechado de su bondad. He usado una oportunidad tras otra, como si no fueran a acabarse. He cogido la confianza que me ha dado y la he
destrozado como si no significara nada, y encima se la he echado en cara cada vez que sentía que no era lo bastante bueno para ella. Si simplemente hubiera aceptado su amor desde el principio, aceptado su confianza y valorado la vida que intentaba insuflarme, ahora no estaría así. No estaría tumbada a mi lado, borracha y molesta, vencida y destrozada por mí. Me ha arreglado, ha pegado cada pequeño fragmento de mi alma destrozada y la ha convertido en algo imposible, algo casi atractivo. Me ha convertido en algo, algo casi normal, pero con cada gota de pegamento que ha usado para mí, ha perdido una gota de sí misma, y yo que soy un desgraciado no tenía nada que ofrecerle. Todo cuanto temía que sucediera ha sucedido y, por mucho que haya intentado evitarlo, ahora veo que lo he empeorado. La he cambiado y la he destruido tal y como prometí que haría meses atrás. Parece una locura. —Siento haberte destruido —susurro contra su pelo. Por su respiración, ya parece estar dormida. —Yo también —suspira, y el arrepentimiento se cuela en los pequeños huecos que hay entre nosotros mientras se adormece.
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Esta vez no se resiste.<br />
—Es verdad, lo dijiste una vez —murmura. Luego me rodea la cintura con las piernas y me<br />
facilita así la tarea de llevarla a través de la puerta corredera y por el pasillo.<br />
—¿Qué dije?<br />
—Que no puede haber un final feliz para esto —responde.<br />
Maldito Hemingway y su visión de mierda de la vida.<br />
—Fue estúpido por mi parte decir eso. No lo creía en absoluto —le aseguro.<br />
—Ahora que ya te quiero lo suficiente, ¿qué quieres hacer? ¿Destrozarme? —Otra vez las<br />
palabras de ese desgraciado. Tessa recuerda perfectamente algunas cosas aunque esté demasiado<br />
borracha como para mantenerse en pie.<br />
—Shhh... Ya citaremos a Hemingway cuando estés sobria.<br />
—Todas las cosas malas empiezan en la inocencia —dice pegada a mi cuello, con los brazos<br />
rodeando mi espalda mientras abro la puerta de su habitación.<br />
Solía gustarme esa cita porque nunca entendí el significado. Creía que sí, pero hasta ahora, que es<br />
cuando estoy viviendo su puto significado, no lo había entendido de verdad.<br />
Cada vez me siento más culpable. La deposito con cuidado sobre la cama, tiro las almohadas al<br />
suelo y dejo sólo una para la cabeza.<br />
—Échate —le ordeno con suavidad.<br />
Tiene los ojos cerrados y por fin parece que se va a quedar dormida. Apago la luz, esperando<br />
que duerma el resto de la noche.<br />
—¿Te quedassss? —dice arrastrando las letras.<br />
—¿Quieres que me quede? Puedo dormir en otra habitación —le ofrezco, aunque no me apetece.<br />
Está tan apagada, tan distante de sí misma, que casi me da miedo dejarla sola.<br />
—Mmm —murmura cogiendo la sábana. Tira de un extremo y gruñe frustrada cuando no consigue<br />
bastante tela como para taparse.<br />
Después de ayudarla, me quito las zapatillas y me tumbo en la cama a su lado. Mientras me<br />
debato acerca de cuánta distancia dejar entre nuestros cuerpos, su pierna desnuda me rodea la cintura<br />
y me atrae hacia sí.<br />
Puedo respirar. Por fin puedo respirar, joder.<br />
—Estaba asustado pensando que no estarías bien —admito en el silencio de la habitación oscura.<br />
—Yo también —dice con la voz rota.<br />
Meto un brazo bajo su cabeza y ella levanta las caderas, volviéndose hacia mí y apretando la<br />
pierna que rodea mi cintura.<br />
No sé qué hacer a partir de aquí, no sé qué le he hecho para que esté así.<br />
Sí..., sí lo sé. La he tratado como a una mierda y me he aprovechado de su bondad. He usado una<br />
oportunidad tras otra, como si no fueran a acabarse. He cogido la confianza que me ha dado y la he