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—Steph se ha ido de todas formas.<br />

—¿Adónde?<br />

—Luisiana.<br />

Bien, la quiero lo más lejos de Tessa que pueda estar.<br />

Espero que Tessa me escriba; digamos que aceptó hacerlo hoy, y confío en que lo haga. Si no lo<br />

hace pronto, estoy seguro de que caeré y le escribiré yo primero. Estoy intentando darle espacio,<br />

pero nuestra conversación por emoticonos de anoche fue la más divertida que hemos tenido desde...,<br />

bueno, desde unas horas antes, cuando estaba dentro de ella. Aún me cuesta creer la puta suerte que<br />

tuve de que me dejara siquiera acercarme a ella.<br />

Luego me comporté como un gilipollas, pero eso no viene al caso.<br />

—Tristan se ha ido con ella —dice Nate.<br />

El viento vuelve a soplar, y el campus parece un lugar mejor ahora que sé que Steph se ha ido del<br />

estado.<br />

—Menudo idiota ése también —repongo.<br />

—No, qué va —contesta Nate defendiendo a su amigo—. Le gusta de verdad. Bueno, la quiere,<br />

supongo.<br />

Resoplo.<br />

—Pues lo que yo te digo: un idiota.<br />

—Tal vez la conozca de una forma distinta que nosotros.<br />

Sus palabras me hacen reír de un modo tranquilo e irritado.<br />

—¿Qué más hay que conocer? Es una puta loca —replico.<br />

No me puedo creer que de verdad esté defendiendo a Steph, bueno, a Tristan, que está saliendo<br />

de nuevo con ella a pesar de ser una puta psicópata que intentó hacerle daño a Tessa.<br />

—No lo sé, tío, pero Tristan es mi colega y no lo juzgo —dice Nate, y luego me mira con frialdad<br />

—. La mayoría seguramente diría lo mismo de Tessa y de ti.<br />

—Espero que estés comparándome a mí con Steph y no a Tessa.<br />

—Está claro. —Pone los ojos en blanco y apaga el cigarrillo a sus pies—. Tendrías que venir<br />

conmigo a la casa de la fraternidad. Por los viejos tiempos. No habrá mucha gente, sólo algunos de<br />

nosotros.<br />

—¿Dan? —El móvil vibra entonces en mi bolsillo, lo saco y veo el nombre de Tessa en la<br />

pantalla.<br />

—No lo sé, pero puedo asegurarme de que no se acerca mientras estés allí.<br />

Estamos de pie en el aparcamiento. Mi coche está a unos pasos y la moto de Nate está aparcada<br />

en primera fila. Aún no me creo que no se haya cargado ese maldito trasto. Ese montón de chatarra se<br />

le cayó al menos cinco veces el día que le dieron la licencia, y sé que no se pone casco cuando<br />

circula por la ciudad.<br />

—No, gracias, tengo planes, de todas formas —miento a la vez que le mando un saludo de vuelta<br />

a Tessa.<br />

Me gustaría que mis planes incluyeran hablar con ella durante horas. Casi he aceptado ir a la<br />

maldita residencia de la fraternidad, pero mis «viejos amigos» siguen yendo con Dan, lo que me

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