AFTER4

06.04.2017 Views

Puede que lo eligiera para casarse y pasar la vida con él, pero no lo eligió en nada de lo que importaba. —Está claro. Y debería haberme rendido mucho antes de caer en el alcohol. —La vergüenza en sus ojos es auténtica. —Sí, tendrías que haberlo hecho. —Todo sería tan distinto si lo hubiera hecho... —Sé que no lo entiendes, y sé que para ti mis pésimas elecciones y falsas esperanzas te destrozaron la infancia, así que no espero tu perdón ni tu comprensión. Une las manos como si estuviera rezando y se cubre la boca con ellas. Me quedo en silencio porque no se me ocurre nada que decir. Mi mente se llena de recuerdos horribles y la realidad de lo jodidas que están mis tres... figuras paternas. No sé siquiera cómo llamarlos. —Supongo que sentía que ella acabaría por ver que él no podía ofrecerle la estabilidad que yo le ofrecía. Había obtenido un buen trabajo y no tenía el riesgo de fuga que tenía Christian. —Hace una pausa y, con una respiración profunda que consigue que el jersey se tense sobre su pecho, me mira y añade—: Creo que si Tessa se casara con otro hombre, él se sentiría de ese modo. Siempre estaría compitiendo contigo, e incluso cuando la dejaras por enésima vez, competiría con tu recuerdo. Está seguro de lo que está diciendo, lo sé por su tono y por la forma en que me mira fijamente a los ojos. —No voy a volver a dejarla —le digo entre dientes. Mis dedos se contraen sobre el escritorio. —Eso dijo él también. Suspira y vuelve a apoyarse en la cómoda. —Yo no soy él —replico. —Sé que no lo eres. De ningún modo estoy diciendo que tú seas Christian ni que Tessa se parezca a tu madre. Tienes suerte: Tessa sólo tiene ojos para ti. Si tu madre no hubiera reprimido lo que sentía por él, podrían haber sido felices juntos pero, en su lugar, permitieron que su relación tóxica arruinara las vidas de todo el mundo a su alrededor. Ken vuelve a frotarse la barba con la mano. Un hábito muy molesto. Me vienen a la mente Catherine y Heathcliff, y quiero vomitar por la comparación fácil. Tessa y yo podemos ser un completo desastre, como los dos personajes, pero no permitiré que tengamos el mismo destino. Sin embargo, nada de lo que dice Ken tiene sentido para mí. ¿Por qué iba a soportar toda mi mierda si tuviera la más mínima duda de que ni siquiera soy problema suyo, para empezar? —Entonces ¿es verdad? Él es tu padre, ¿no? —pregunta como si estuviera perdiendo la fuerza vital que había estado alimentándolo hasta ahora. El hombre fuerte que daba miedo de mi infancia ha desaparecido, y en su lugar hay un hombre con el corazón destrozado al borde de las lágrimas. Quiero decirle que es un maldito idiota por soportarlo todo, que mi madre y yo no podemos olvidar el infierno en el que convirtió mi vida cuando era un niño. Por su culpa, me puse del lado de los demonios y luché contra los ángeles, es por su culpa que tengo un lugar especial reservado en el infierno y no me recibirán en el cielo. Es culpa suya que Tessa no esté conmigo. Es culpa suya que le haya hecho daño demasiadas veces como para poder contarlas, y es culpa suya que ahora esté

intentando ponerles remedio a veintiún años de errores. Cuando en lugar de todo eso me quedo en silencio, Ken exhala: —Desde el momento en que te vi por primera vez, supe que eras suyo. Sus palabras casi me dejan sin aire y sin pensamientos llenos de ira en la cabeza. —Lo sabía. —Está intentando no llorar sin conseguirlo. Me encojo y aparto la mirada de las lágrimas en sus mejillas. —Lo sabía, ¿cómo no saberlo? Eras igualito a él, y cada año que pasaba, tu madre lloraba un poco más, se escapaba para verlo más a menudo. Lo sabía. No quería admitirlo porque tú eras todo lo que tenía. No tenía a tu madre, en realidad nunca la tuve. Desde que la conocí ella le pertenecía a él. Tú eras todo lo que tenía y, al dejar que mi rabia se apoderara de mí, también eché a perder eso. Se detiene para coger aire mientras yo permanezco sentado confuso y en silencio. —Habrías estado mejor con él, sé que habría sido así, pero te quería y aún te quiero como si fueras sangre de mi sangre, y lo único que puedo hacer es esperar a que me dejes permanecer en tu vida. Sigue llorando, hay demasiadas lágrimas cubriendo sus mejillas, y de repente siento compasión por él. Parte del peso que me oprimía el pecho ha desaparecido, y noto cómo los años de rabia van disolviéndose en mi interior. No sé qué clase de sentimiento es éste; es fuerte y liberador. Para cuando me mira, ni siquiera me siento yo mismo. No soy yo mismo, ésa es la única explicación por la que mis brazos tocan sus hombros y rodean su espalda para consolarlo. Al hacerlo, lo veo temblar, y entonces empieza a sollozar de verdad con todo su cuerpo.

intentando ponerles remedio a veintiún años de errores.<br />

Cuando en lugar de todo eso me quedo en silencio, Ken exhala:<br />

—Desde el momento en que te vi por primera vez, supe que eras suyo.<br />

Sus palabras casi me dejan sin aire y sin pensamientos llenos de ira en la cabeza.<br />

—Lo sabía. —Está intentando no llorar sin conseguirlo.<br />

Me encojo y aparto la mirada de las lágrimas en sus mejillas.<br />

—Lo sabía, ¿cómo no saberlo? Eras igualito a él, y cada año que pasaba, tu madre lloraba un<br />

poco más, se escapaba para verlo más a menudo. Lo sabía. No quería admitirlo porque tú eras todo<br />

lo que tenía. No tenía a tu madre, en realidad nunca la tuve. Desde que la conocí ella le pertenecía a<br />

él. Tú eras todo lo que tenía y, al dejar que mi rabia se apoderara de mí, también eché a perder eso.<br />

Se detiene para coger aire mientras yo permanezco sentado confuso y en silencio.<br />

—Habrías estado mejor con él, sé que habría sido así, pero te quería y aún te quiero como si<br />

fueras sangre de mi sangre, y lo único que puedo hacer es esperar a que me dejes permanecer en tu<br />

vida.<br />

Sigue llorando, hay demasiadas lágrimas cubriendo sus mejillas, y de repente siento compasión<br />

por él. Parte del peso que me oprimía el pecho ha desaparecido, y noto cómo los años de rabia van<br />

disolviéndose en mi interior. No sé qué clase de sentimiento es éste; es fuerte y liberador. Para<br />

cuando me mira, ni siquiera me siento yo mismo. No soy yo mismo, ésa es la única explicación por la<br />

que mis brazos tocan sus hombros y rodean su espalda para consolarlo.<br />

Al hacerlo, lo veo temblar, y entonces empieza a sollozar de verdad con todo su cuerpo.

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