AFTER4
ser que ansían desesperadamente estar cerca de él, jamás conseguiré salir de este bucle infinito de errores y peleas. Libero por fin el aire de mis pulmones cuando cierro la puerta de la habitación de invitados al entrar. Me quedo dormida deseando que la Tessa más joven hubiera sabido lo peligroso que podía llegar a ser el amor. De haber sabido que dolía tanto, de haber sabido que iba a despedazarme, para luego remendarme y volver a hacerme añicos de nuevo, me habría mantenido lo más alejada de Hardin Scott que me hubiese sido posible.
CAPÍTULO 40 Tessa —¡Tessie! ¡Estoy aquí! ¡Ven aquí! —grita mi padre por el pasillo muy emocionado. Salgo de mi pequeña cama y corro hacia él. Con las prisas, casi tropiezo con el cinturón de mi bata, e intento atármela de nuevo mientras vuelo hacia el salón..., donde mi madre y mi padre se encuentran junto a un bonito árbol ornamentado y con luces. Siempre me ha gustado la Navidad. —Mira, Tessie, tenemos un regalo para ti. Sé que ya eres una adulta, pero lo he visto y tenía que comprártelo. —Mi padre sonríe y mi madre se inclina hacia él. «¿Una adulta?» Me miro los pies e intento descifrar sus palabras. No soy una adulta, o al menos eso creo. Me coloca una pequeña caja en la mano y, sin pensarlo dos veces, arranco el bonito lazo del regalo. Me encantan los regalos. No recibo muchos, de modo que, cuando lo hago, es un momento muy especial para mí. Mientras lo abro, miro a mis padres, pero la emoción de mi madre me resulta extraña. Nunca la había visto sonreír de esta manera. Y mi padre..., bueno, tengo la sensación de que no debería estar aquí, pero no recuerdo el porqué. —¡Venga, ábrelo! —me incita él al tiempo que levanto la tapa de la caja. Asiento emocionada y meto la mano..., pero la retiro al instante cuando algo afilado me pincha el dedo. El dolor casi me hace maldecir, y dejo caer la caja al suelo. Una aguja cae sobre la moqueta. Cuando vuelvo a mirar a mis padres, la piel de él ha perdido todo el color, y sus ojos están vacíos. La sonrisa de mi madre vuelve a brillar, más incluso que antes. De repente me parece tan brillante como un sol cegador. Mi padre se agacha y recoge la aguja del suelo. Se acerca a mí, aguja en mano, y yo intento retroceder, pero mis pies no se mueven. No se mueven por mucho que me esfuerzo, y no puedo hacer nada más que gritar cuando me clava el instrumento en el brazo. —¡Tessa! —grita Landon histérico y asustado mientras me sacude por los hombros. No sé por qué, pero estoy sentada, y tengo la camiseta empapada de sudor. Lo miro, y después miro mi brazo y busco como una lunática marcas de pinchazos. —¿Estás bien? —me pregunta agitado. No puedo respirar, y me duele el pecho al tiempo que intento encontrar el oxígeno y la voz. Sacudo la cabeza y Landon me agarra con más fuerza de los hombros. —He oído que gritabas, así que... —Calla inmediatamente al ver que Hardin irrumpe en la
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Libero por fin el aire de mis pulmones cuando cierro la puerta de la habitación de invitados al<br />
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llegar a ser el amor. De haber sabido que dolía tanto, de haber sabido que iba a despedazarme, para<br />
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Hardin Scott que me hubiese sido posible.