AFTER4
interior, como sólo ella puede hacerlo. —Sí, lo sabía. Por eso lo hice. —Me encojo de hombros y paso por alto los remordimientos que amenazan con salir a la superficie. —¿Por qué? —Sus ojos buscan una respuesta decente en los míos, pero no tengo ninguna. Sólo tengo la verdad. La sucia y desagradable verdad. —No puedo darte ninguna excusa. Para mí era sólo un juego. —Suspiro. Ojalá no fuera una persona tan horrible. No por Zed, ni por Samantha, sino por esta chica dulce y preciosa que ni siquiera me juzga con la mirada mientras espera que siga explicándome. —Olvidas que no era la misma persona antes de conocerte. No me parecía en nada al hombre que tú conoces. Bueno, sé que ahora piensas que soy lo peor pero, créeme, me habrías odiado todavía más si me hubieras conocido entonces. —Aparto la mirada y me vuelvo hacia la ventanilla—. Sé que no lo parece, pero me has ayudado mucho. Me has dado un propósito, Tess. Oigo una súbita exhalación y me encojo al pensar cómo deben de haber sonado mis palabras. Patéticas e hipócritas, seguro. —Y ¿cuál es ese propósito? —pregunta tímidamente en la repentina calma de la noche. —Aún estoy tratando de averiguarlo. Pero lo haré, así que, por favor, intenta seguir conmigo el tiempo suficiente como para que encuentre la respuesta. Se queda mirándome pero no dice nada, cosa que agradezco. No creo que pudiera soportar su rechazo en este momento. Me vuelvo de nuevo hacia la ventanilla y observo la absoluta oscuridad del paisaje que nos rodea, y me alegro de que nada determinante y devastador haya salido de su boca.
CAPÍTULO 39 Tessa Me despierto al sentir que unos brazos rodean mi cintura y me sacan del coche. La luz blanca en la parte superior del taxi me recuerda la noche que he tenido. Asimilo el espacio que me rodea y me asusto un instante antes de darme cuenta de que estamos en el camino de entrada de la casa de Ken. No, no. —Jamás te llevaría de nuevo allí —me susurra Hardin al oído como si supiera exactamente lo que me preocupa antes de que el propio pensamiento se haya formado en mi mente. No protesto cuando me lleva en brazos hasta la casa. Karen está despierta, sentada en un sillón junto a la ventana y con un libro de recetas sobre el regazo. Hardin me deja en el suelo y siento que me flaquean un poco las piernas. Karen se levanta y cruza la habitación para abrazarme. —¿Qué te apetece, cariño? He hecho pastelitos de caramelo; sé que te encantan. —Sonríe, y su mano cálida envuelve la mía y me dirige hacia la cocina. Hardin no protesta. —Voy a subir tu equipaje —lo oigo decir. —¿Landon está durmiendo? —le pregunto a su madre. —Creo que sí, pero seguro que no le importa que lo despiertes. Aún es pronto. Karen sonríe y coloca un pequeño pastel cubierto de caramelo en un plato antes de que pueda detenerla. —No, da igual —digo—. Ya lo veré mañana. La madre de Landon me mira con su suave y familiar ternura. Juguetea de manera nerviosa con el anillo de bodas que lleva en su fino dedo. —Sé que éste no es precisamente el mejor momento, y lo siento, pero quería hablar contigo de algo. —Sus cálidos ojos marrones reflejan preocupación, y me hace un gesto para que dé un bocado al dulce mientras sirve dos vasos de leche. Asiento para animarla a continuar y me lleno la boca con el delicioso pastel. No he comido nada hoy. Estaba muy abrumada, y el día ha sido demasiado largo. Cojo otro pastel. —Sé que bastante mal lo estás pasando ya, así que, si quieres que te deje en paz, dímelo tranquilamente. Te prometo que lo entenderé, pero me gustaría saber tu opinión sobre algo. Asiento de nuevo mientras disfruto del postre. —Es sobre Hardin y Ken. Abro los ojos como platos, me atraganto inmediatamente con el pastel y alargo la mano para coger la leche. «¿Lo sabe? ¿Le ha contado algo Hardin?» Karen me da unas palmaditas en la espalda mientras me trago la leche fría. Después, me la frota en círculos mientras continúa:
- Page 105 and 106: Odio el hecho de que se haya conver
- Page 107 and 108: CAPÍTULO 25 Tessa Tras pasarse uno
- Page 109 and 110: arrastrara. ¿Quién es la persona
- Page 111 and 112: CAPÍTULO 26 Hardin —¡Vete a la
- Page 113 and 114: CAPÍTULO 27 Hardin Mientras perman
- Page 115 and 116: Después, con los hombros hundidos,
- Page 117 and 118: El Hardin gruñón y adorable de mi
- Page 119 and 120: CAPÍTULO 29 Hardin —Yo no tengo
- Page 121 and 122: Odio la imagen que Carol tiene de m
- Page 123 and 124: contenta, y tal vez, algún día, p
- Page 125 and 126: mejorara, para que se quedara. No s
- Page 127 and 128: CAPÍTULO 31 Tessa —Madre, ¿qui
- Page 129 and 130: tenido que hacerle caso. No sé qu
- Page 131 and 132: CAPÍTULO 32 Hardin Joder, Noah es
- Page 133 and 134: CAPÍTULO 33 Hardin No recuerdo cu
- Page 135 and 136: corriendo en su dirección. —De t
- Page 137 and 138: Agradezco muchísimo la presencia d
- Page 139 and 140: modos. Un movimiento capta mi atenc
- Page 141 and 142: —Lo digo en serio, Tessa. No deje
- Page 143 and 144: tiempo suficiente como para llevarl
- Page 145 and 146: CAPÍTULO 36 Tessa La lluvia ha reg
- Page 147 and 148: Resopla. —¿Amigo? ¡Sabes perfec
- Page 149 and 150: CAPÍTULO 37 Tessa Mis pies descalz
- Page 151 and 152: los faros que nos iluminan. —Ento
- Page 153 and 154: —Madre, ¿quieres dejarlo ya? No
- Page 155: ecordar qué me pasó por la cabeza
- Page 159 and 160: —¿Te importa que sea yo quien se
- Page 161 and 162: CAPÍTULO 40 Tessa —¡Tessie! ¡E
- Page 163 and 164: CAPÍTULO 41 Hardin El clima aquí
- Page 165 and 166: —¿Cuántas veces tengo que decí
- Page 167 and 168: CAPÍTULO 42 Tessa —Nueva York es
- Page 169 and 170: Los shorts deportivos que lleva le
- Page 171 and 172: —sugiere con su tono comprensivo
- Page 173 and 174: —Un iPhone. —Hago girar el tel
- Page 175 and 176: —Deja de pensar. Desconecta la me
- Page 177 and 178: sucederá cuando vuelva en sí, cua
- Page 179 and 180: CAPÍTULO 45 Tessa Aquí estoy, aqu
- Page 181 and 182: —Iré contigo —me dice sin más
- Page 183 and 184: ni está tan claro. Hay tantas cosa
- Page 185 and 186: luces. Ken se acerca por la espalda
- Page 187 and 188: golpes por culpa de sus errores. La
- Page 189 and 190: intentando ponerles remedio a veint
- Page 191 and 192: —Está... Entonces Kimberly entra
- Page 193 and 194: Cierro los puños y ella asiente—
- Page 195 and 196: —Es verdad. Se está aprovechando
- Page 197 and 198: cejas y yo sacudo la cabeza. —Put
- Page 199 and 200: para intentar enmendarlos. Si pudie
- Page 201 and 202: Sí, ¿qué haces despierta a estas
- Page 203 and 204: CAPÍTULO 49 Hardin La voz familiar
- Page 205 and 206: —Steph se ha ido de todas formas.
interior, como sólo ella puede hacerlo.<br />
—Sí, lo sabía. Por eso lo hice. —Me encojo de hombros y paso por alto los remordimientos que<br />
amenazan con salir a la superficie.<br />
—¿Por qué? —Sus ojos buscan una respuesta decente en los míos, pero no tengo ninguna. Sólo<br />
tengo la verdad. La sucia y desagradable verdad.<br />
—No puedo darte ninguna excusa. Para mí era sólo un juego. —Suspiro.<br />
Ojalá no fuera una persona tan horrible. No por Zed, ni por Samantha, sino por esta chica dulce y<br />
preciosa que ni siquiera me juzga con la mirada mientras espera que siga explicándome.<br />
—Olvidas que no era la misma persona antes de conocerte. No me parecía en nada al hombre que<br />
tú conoces. Bueno, sé que ahora piensas que soy lo peor pero, créeme, me habrías odiado todavía<br />
más si me hubieras conocido entonces. —Aparto la mirada y me vuelvo hacia la ventanilla—. Sé que<br />
no lo parece, pero me has ayudado mucho. Me has dado un propósito, Tess.<br />
Oigo una súbita exhalación y me encojo al pensar cómo deben de haber sonado mis palabras.<br />
Patéticas e hipócritas, seguro.<br />
—Y ¿cuál es ese propósito? —pregunta tímidamente en la repentina calma de la noche.<br />
—Aún estoy tratando de averiguarlo. Pero lo haré, así que, por favor, intenta seguir conmigo el<br />
tiempo suficiente como para que encuentre la respuesta.<br />
Se queda mirándome pero no dice nada, cosa que agradezco. No creo que pudiera soportar su<br />
rechazo en este momento. Me vuelvo de nuevo hacia la ventanilla y observo la absoluta oscuridad<br />
del paisaje que nos rodea, y me alegro de que nada determinante y devastador haya salido de su<br />
boca.