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AFTER4

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—Madre, ¿quieres dejarlo ya? No voy a hacer nada. Sólo quiero irme de esta casa. Estar aquí no<br />

me está ayudando, y tengo un trabajo y unas clases a las que asistir en Seattle.<br />

«¿Seattle?»<br />

—¿Vas a volver a Seattle esta noche? —exclama Carol.<br />

—Esta noche, no; mañana. Te quiero, madre, y sé por qué haces lo que haces, pero, de verdad,<br />

sólo necesito estar cerca de mi..., en fin —Tessa me mira, y sus ojos grises reflejan una clara<br />

vacilación—... de Landon. Quiero estar cerca de Landon en estos momentos.<br />

«Vaya...»<br />

Zed abre entonces la puta boca:<br />

—Yo te llevaré.<br />

No puedo evitar intervenir ante su sugerencia.<br />

—No, de eso nada.<br />

Estoy intentando ser paciente y tal, pero esto es demasiado. Debería haber irrumpido en la casa,<br />

haber cogido la bolsa de Tessa y haberla llevado en brazos hasta el taxi antes de que a Zed le diera<br />

tiempo incluso de mirarla.<br />

La sonrisa burlona que tiene en la cara, la misma que me ha dedicado hace tan sólo unos minutos,<br />

me está incitando. Está intentando provocarme, hacer que estalle delante de Tessa y de su madre.<br />

Quiere jugar conmigo, como siempre.<br />

Pero esta noche no va a pasar. No le daré esa satisfacción.<br />

—Tessa, coge tu bolsa —digo, pero el ceño fruncido en el rostro de ambas mujeres hace que<br />

reconsidere mi elección de palabras—. Por favor. Coge tu bolsa, por favor.<br />

La severa expresión de Tessa se suaviza. Desaparece por el pasillo y entra en su antiguo<br />

dormitorio.<br />

La mirada de Carol oscila entre Zed y yo antes de decir:<br />

—¿Qué ha pasado para que saliera corriendo bajo la lluvia? ¿Cuál de los dos ha provocado eso?<br />

—Su mirada asesina resulta casi cómica, la verdad.<br />

—Él —contestamos los dos al unísono señalándonos mutuamente, como si fuésemos niños.<br />

Carol pone los ojos en blanco, da media vuelta y sigue a su hija por el estrecho pasillo.<br />

Miro a Zed.<br />

—Ya puedes largarte.<br />

Sé que Carol me está oyendo pero, sinceramente, ahora mismo me importa una mierda.<br />

—Tessa no quería que me fuera; sólo estaba confundida. Vino a mí y me suplicó que me quedara<br />

aquí con ella —me suelta.<br />

Sacudo la cabeza, pero continúa:<br />

—Ya no quiere estar contigo. Has gastado tu último cartucho por lo que a ella respecta, y lo<br />

sabes. ¿No ves cómo me mira? ¿Cómo me desea?<br />

Cierro los puños y respiro hondo para calmarme. Como Tessa no se dé prisa en salir con la<br />

bolsa, el salón acabará teñido de rojo para cuando regrese. Maldito sea este cabrón y su puta<br />

sonrisita.<br />

«Ella no lo besaría jamás. No lo haría.»

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