AFTER4
estrecha contra su costado. Ni siquiera puedo apartar la mirada. Estoy obligado a observarlos. Tal vez me esté castigando a mí mismo, o tal vez no pero, sea como sea, no puedo dejar de mirar cómo Tessa se inclina hacia él y él le susurra algo al oído. Cómo su expresión pensativa consigue calmarla de alguna manera, y ella suspira y asiente una vez, y él le sonríe. Alguien se coloca entonces a mi lado e interrumpe temporalmente mi tortura autoinfligida. —Casi llegamos tarde... Hardin, ¿qué haces aquí atrás? —pregunta Landon. Mi padre..., Ken se sienta a su lado, y Karen se toma la libertad de dirigirse a la parte delantera de la pequeña iglesia para saludar a Tessa. —Tú también deberías ir delante. La primera fila es sólo para la gente que Tessa puede soportar —refunfuño con la mirada fija en la fila de personas que, desde Carol hasta Noah, no aguanto. Y eso incluye a Tessa. La amo, pero no aguanto estar tan cerca de ella mientras se deja consolar por Zed. Él no la conoce como yo; no merece estar sentado a su lado en estos momentos. —No digas tonterías. Claro que Tessa te soporta —replica Landon—. Es el funeral de su padre, intenta recordarlo. Pillo a mi padre..., joder, a Ken, pillo a Ken mirándome. Ni siquiera es mi padre. Lo sé, hace una semana que lo sé, pero ahora que lo tengo delante, es como si estuviera descubriéndolo por primera vez. Debería decírselo inmediatamente, debería confirmar sus viejas sospechas y explicarle la verdad sobre mi madre y Vance. Debería contárselo aquí mismo, en este mismo momento, y dejar que se sienta tan jodidamente decepcionado como yo me sentí. ¿Me sentí decepcionado? No estoy seguro; estaba cabreado. Sigo cabreado, pero eso es todo. —¿Cómo estás, hijo? —Alarga el brazo por delante de Landon y apoya la mano en mi hombro. «Debería decírselo. Debería decírselo.» —Bien. —Me encojo de hombros y me pregunto por qué mi boca no obedece a mi mente y pronuncia las palabras. Como suelo decir, mal de muchos, consuelo de tontos, y ahora mismo yo estoy todo lo mal que se pueda estar. —Lamento todo esto, debería haber llamado al centro más a menudo. Te juro que estuve controlándolo, Hardin. Lo hice, y no tenía ni idea de que se había marchado hasta que ya era demasiado tarde. Lo siento. —La decepción en los ojos de Ken me impide obligarlo a unirse a mi equipo de miserables—. Lamento fallarte siempre. Lo miro a los ojos, asiento y decido que no tiene por qué saberlo. No en este momento. —Tú no tienes la culpa —observo en voz baja. Siento que Tessa me está mirando, reclamando mi atención desde muchos metros de distancia. Está vuelta hacia mí, y Zed ya no la rodea con el brazo. Me está mirando, del mismo modo que yo he estado mirándola a ella, y me agarro al banco de madera con todas mis fuerzas para evitar salir
corriendo en su dirección. —De todos modos, lo siento —repite Ken, y aparta la mano de mi hombro. Sus ojos marrones están vidriosos, como los de Landon. —No te preocupes —farfullo, todavía centrado en los ojos grises que me sostienen la mirada. —Ve con ella, te necesita —sugiere Landon con voz suave. Ignoro sus palabras y espero a que Tessa me dé alguna especie de señal, que me transmita aunque sea la más mínima emoción para demostrarme que me necesita. Estaré junto a ella en cuestión de segundos. El cura se sube al púlpito y ella se vuelve sin hacerme ningún gesto para que vaya a su lado, sin ninguna señal real de que me estuviera viendo siquiera. No obstante, antes de que me dé tiempo a autocompadecerme mucho, Karen le sonríe a Zed y él se aparta y le cede su asiento al lado de Tessa.
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corriendo en su dirección.<br />
—De todos modos, lo siento —repite Ken, y aparta la mano de mi hombro.<br />
Sus ojos marrones están vidriosos, como los de Landon.<br />
—No te preocupes —farfullo, todavía centrado en los ojos grises que me sostienen la mirada.<br />
—Ve con ella, te necesita —sugiere Landon con voz suave.<br />
Ignoro sus palabras y espero a que Tessa me dé alguna especie de señal, que me transmita aunque<br />
sea la más mínima emoción para demostrarme que me necesita. Estaré junto a ella en cuestión de<br />
segundos.<br />
El cura se sube al púlpito y ella se vuelve sin hacerme ningún gesto para que vaya a su lado, sin<br />
ninguna señal real de que me estuviera viendo siquiera.<br />
No obstante, antes de que me dé tiempo a autocompadecerme mucho, Karen le sonríe a Zed y él<br />
se aparta y le cede su asiento al lado de Tessa.