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AFTER4

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tenido que hacerle caso.<br />

No sé qué responder a eso, de modo que me quedo observando a Zed en silencio, intentando<br />

despejar la x de esta ecuación.<br />

—Te parece bien, ¿verdad? —Alarga el brazo, pero se detiene antes de llegar a tocarme—. No te<br />

habrá molestado que haya venido, ¿no? Puedo irme si crees que es demasiado. Me ha dicho que<br />

necesitabas un amigo, y sabía que debía de haber pasado algo gordo para que me llamara<br />

precisamente él.<br />

«¿Por qué Hardin lo ha llamado a él en lugar de a Landon? De hecho, Landon viene de camino de<br />

todos modos, así que, ¿por qué Hardin le ha pedido a Zed que venga a verme?»<br />

No puedo evitar sentir que esto es una especie de encerrona, como si Hardin me estuviera<br />

poniendo a prueba de alguna manera. Detesto pensar que sea capaz de hacer algo así en estos<br />

momentos, pero ha hecho cosas peores. No puedo permitirme olvidar que ha hecho cosas peores, y<br />

que siempre hay algún motivo detrás de sus actos. Nunca hace las cosas por hacerlas en lo que a mí<br />

se refiere.<br />

Lo que más me duele de todo es su propuesta de matrimonio. Me negó la posibilidad de casarnos<br />

desde el principio de nuestra relación, pero cedió dos veces, sólo cuando quería algo a cambio. Una<br />

de ellas estaba demasiado borracho como para saber lo que se decía, y la otra era un intento de<br />

conseguir que no lo abandonara. Si me hubiera despertado a su lado a la mañana siguiente, lo habría<br />

retirado como la vez anterior. Como hace siempre. No ha parado de romper sus promesas desde que<br />

lo conocí, y lo único peor que estar con alguien que no cree en el matrimonio es estar con alguien que<br />

sería capaz de casarse conmigo sólo para obtener una victoria momentánea, y no porque realmente<br />

quiera ser mi marido.<br />

Necesito recordar esto o seguiré teniendo estos pensamientos absurdos, que se cuelan en mi<br />

mente y en los que veo a Hardin vistiendo un esmoquin. La imagen me da risa, y el Hardin con<br />

esmoquin pronto cambia a un Hardin con vaqueros y botas, incluso el día de su boda, pero no creo<br />

que me importara en realidad.<br />

«Que me hubiera importado.» Tengo que dejar de fantasear con esto; no ayuda en nada a mi<br />

cordura. Pero entonces, me viene otro pensamiento a la mente. Esta vez, Hardin se está riendo con<br />

una copa de vino en la mano... y veo que tiene una alianza plateada en su dedo anular. Se está riendo<br />

con ganas, y tiene la cabeza inclinada hacia atrás de ese modo encantador que tanto me gusta.<br />

Lo descarto.<br />

Su sonrisa aparece, y lo veo derramándose el vino sobre su camiseta blanca. Probablemente<br />

insistiría en que fuera blanca en lugar de las negras que lleva siempre sólo para hacer la gracia y por<br />

fastidiar a mi madre. Me apartaría las manos con suavidad cuando intentara secarle la mancha con<br />

una servilleta. Diría algo como: «¿A quién se le ocurre ir de blanco?». Después se echaría a reír y<br />

acercaría mis dedos a sus labios para besar cada una de las puntas con delicadeza. Sus ojos se<br />

quedarían fijos en mi anillo de bodas y una sonrisa de orgullo invadiría su rostro.<br />

—¿Estás bien? —La voz de Zed interrumpe mis patéticos pensamientos.<br />

—Sí. —Sacudo la cabeza para borrar la imagen perfecta de Hardin sonriéndome y me acerco a él<br />

—. Lo siento, estoy un poco empanada últimamente.

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