AFTER4
—No se trata de eso... No puede ser. Ojalá pudiera grabar sus palabras y su tono, casi emocionado, en mi corazón y llevármelas conmigo al pasado. Un pasado en el que no era consciente de lo destructiva que era nuestra relación, un pasado en el que habría dado cualquier cosa por oírlo pronunciar esas palabras. —Entonces ¿qué es? Sé que deseas esto, Tessa; me lo has dicho infinidad de veces. —Veo la batalla interior tras sus ojos, y ojalá pudiera hacer algo para aliviar su dolor, pero no puedo. —No me queda nada, Hardin. No me queda nada que darte. Ya te lo has llevado todo, y lo lamento, pero ya no queda nada. —El vacío en mi interior se intensifica y engulle todo mi ser, y nunca había agradecido tanto no sentir nada. Si pudiera sentir algo de todo esto, acabaría conmigo. Me mataría, y he tomado la decisión de que quiero vivir. No me siento orgullosa de los oscuros pensamientos que se me pasaron por la cabeza estando en ese invernadero, pero sí lo estoy de que fuesen breves y de que los superase sola, en el suelo de una ducha fría después de que se terminara el agua caliente. —No quiero que me des nada. ¡Quiero darte lo que tú deseas! —Boquea como un pez que se asfixia, y el sonido es tan perturbador que casi accedo a todo para no tener que volver a escucharlo en mi vida—. Cásate conmigo, Tess. Por favor, cásate conmigo, y te juro que jamás volveré a hacer nada así. Estaremos juntos para siempre, seremos marido y mujer. Sé que eres demasiado buena para mí, y que te mereces algo mejor, pero sé que tú y yo no somos como los demás. No somos como tus padres ni como los míos; somos diferentes, y podemos conseguirlo, ¿vale? Escúchame sólo una vez más... —Míranos. —Meneo la mano débilmente en el espacio que nos separa—. Mira en qué me he convertido. Ya no quiero esta vida. —No, no, no. —Se levanta y empieza a pasearse por la habitación—. ¡Sí la quieres! Déjame compensártelo —me ruega, tirándose del pelo con una mano. —Hardin, por favor, cálmate. Siento todo lo que te he hecho, y sobre todo siento haberte complicado la vida, y siento todas las peleas y demás, pero sabes que esto no puede funcionar. Creía... —sonrío con tristeza— creía que podríamos lograrlo. Creía que el nuestro era un amor como el de las novelas; un amor que, por muy duras que fuesen las cosas, sobreviviría a todo y a todos y haría historia. —¡Y sobreviviremos! —exclama. No puedo mirarlo, porque sé lo que voy a ver. —Ésa es la cuestión, Hardin. No quiero sobrevivir. Quiero vivir. Mis palabras parecen haber hecho mella en él, y deja de pasearse y de tirarse del pelo. —No puedo dejarte ir sin más. Lo sabes. Siempre vuelvo a ti. Tenías que saber que lo haría. Sabías que acabaría volviendo de Londres y que... —No puedo pasarme la vida esperando a que regreses a mí, y sería egoísta por mi parte querer que tú te pasaras la tuya huyendo de mí, de nosotros —replico. Sin embargo, estoy confundida otra vez. Estoy confundida porque no recuerdo haber pensado esto antes; todos mis pensamientos siempre han estado centrados en Hardin, y en qué podía hacer para que
mejorara, para que se quedara. No sé de dónde salen estas ideas y estas palabras, pero no puedo pasar por alto la determinación que siento al pronunciarlas. —No puedo vivir sin ti —declara. Otro sentimiento que ha proclamado millones de veces, pero, a pesar de ello, sigue haciendo todo lo que está en su mano para mantenerme alejada y cerrarse a mí. —Sí que puedes. Serás más feliz y tendrás menos conflictos internos. Todo será más fácil, tú mismo lo dijiste. Hablo en serio. Será más feliz sin mí, sin nuestras constantes rupturas. Podrá centrarse en sí mismo y en su ira hacia sus dos padres, y un día podrá ser feliz. Lo quiero lo suficiente como para desear su felicidad, aunque no la obtenga junto a mí. Se lleva las manos a la frente y aprieta los dientes. —¡No! Lo amo, siempre amaré a este hombre, pero se acabó. No puedo seguir siendo el combustible que alimenta su fuego mientras él vuelve constantemente a tirar cubos y cubos de agua para extinguirlo. —Hemos luchado mucho, pero ha llegado el momento de parar. —¡No! ¡No! —Sus ojos inspeccionan la habitación, y sé lo que va a hacer antes de que lo haga. Por eso no me sorprendo cuando la lamparita sale volando por el cuarto y se estampa contra la pared. Ni me inmuto. Ni parpadeo. La escena me resulta demasiado familiar, y ésa es la razón por la que estoy haciendo lo que estoy haciendo. No puedo consolarlo, no puedo. Ni siquiera puedo consolarme a mí misma, y no confío suficientemente en mi fuerza de voluntad como para rodearlo con los brazos y susurrarle promesas al oído. —Esto es lo que tú querías, ¿recuerdas? Vuelve a eso, Hardin. Recuerda por qué no me querías en tu vida. Recuerda por qué me enviaste de vuelta a Estados Unidos sola. —No puedo vivir sin ti; te necesito en mi vida. Te necesito en mi vida. Te necesito. En mi vida —repite sin cesar. —Seguiré estando en tu vida, pero de otra manera. —¿De verdad me estás sugiriendo que seamos amigos? —escupe como si fuera veneno. El verde de sus ojos casi ha desaparecido, sustituido por el negro conforme aumenta su furia. Antes de que me dé tiempo a responderle, continúa: —No podemos ser amigos después de todo. Jamás podría estar en la misma habitación que tú y no estar contigo. Lo eres todo para mí, y ¿vas a insultarme sugiriendo que seamos amigos? No puedes estar hablando en serio. Tú me quieres, Tessa. —Me mira a los ojos—. Sé que me quieres. Me quieres, ¿verdad? La nada comienza a resquebrajarse, y lucho desesperadamente por aferrarme a ella. Si empiezo a sentir esto, me vendré abajo. —Sí —exhalo. Se arrodilla delante de mí de nuevo. —Te quiero, Hardin, pero no podemos seguir haciéndonos esto. No quiero pelearme con él, y no quiero hacerle daño, pero todo esto es culpa suya. Se lo habría dado todo. Joder, se lo di todo, y él no lo quiso. En los momentos difíciles no me quiso lo suficiente
- Page 73 and 74: No creo que pudiera hablar ni aunqu
- Page 75 and 76: —¿Ah, no? —Echo las manos al a
- Page 77 and 78: CAPÍTULO 14 Tessa No sé cómo con
- Page 79 and 80: «Otro comentario insultante de ese
- Page 81 and 82: asciende por mi garganta. —Mira,
- Page 83 and 84: No tengo ni idea de adónde ir ni q
- Page 85 and 86: CAPÍTULO 17 Hardin Cuando abro la
- Page 87 and 88: CAPÍTULO 18 Hardin —Aún no me h
- Page 89 and 90: Conocí a tu Tessa el otro día. ¿
- Page 91 and 92: ayudará a resolver todos los detal
- Page 93 and 94: CAPÍTULO 20 Hardin Las gafas del m
- Page 95 and 96: CAPÍTULO 21 Tessa —¿Cuánto tie
- Page 97 and 98: CAPÍTULO 22 Hardin El apartamento
- Page 99 and 100: —¿No me has oído, Hardin? —di
- Page 101 and 102: —No te preocupes. Nos vamos a ir
- Page 103 and 104: CAPÍTULO 24 Hardin Sus gritos inun
- Page 105 and 106: Odio el hecho de que se haya conver
- Page 107 and 108: CAPÍTULO 25 Tessa Tras pasarse uno
- Page 109 and 110: arrastrara. ¿Quién es la persona
- Page 111 and 112: CAPÍTULO 26 Hardin —¡Vete a la
- Page 113 and 114: CAPÍTULO 27 Hardin Mientras perman
- Page 115 and 116: Después, con los hombros hundidos,
- Page 117 and 118: El Hardin gruñón y adorable de mi
- Page 119 and 120: CAPÍTULO 29 Hardin —Yo no tengo
- Page 121 and 122: Odio la imagen que Carol tiene de m
- Page 123: contenta, y tal vez, algún día, p
- Page 127 and 128: CAPÍTULO 31 Tessa —Madre, ¿qui
- Page 129 and 130: tenido que hacerle caso. No sé qu
- Page 131 and 132: CAPÍTULO 32 Hardin Joder, Noah es
- Page 133 and 134: CAPÍTULO 33 Hardin No recuerdo cu
- Page 135 and 136: corriendo en su dirección. —De t
- Page 137 and 138: Agradezco muchísimo la presencia d
- Page 139 and 140: modos. Un movimiento capta mi atenc
- Page 141 and 142: —Lo digo en serio, Tessa. No deje
- Page 143 and 144: tiempo suficiente como para llevarl
- Page 145 and 146: CAPÍTULO 36 Tessa La lluvia ha reg
- Page 147 and 148: Resopla. —¿Amigo? ¡Sabes perfec
- Page 149 and 150: CAPÍTULO 37 Tessa Mis pies descalz
- Page 151 and 152: los faros que nos iluminan. —Ento
- Page 153 and 154: —Madre, ¿quieres dejarlo ya? No
- Page 155 and 156: ecordar qué me pasó por la cabeza
- Page 157 and 158: CAPÍTULO 39 Tessa Me despierto al
- Page 159 and 160: —¿Te importa que sea yo quien se
- Page 161 and 162: CAPÍTULO 40 Tessa —¡Tessie! ¡E
- Page 163 and 164: CAPÍTULO 41 Hardin El clima aquí
- Page 165 and 166: —¿Cuántas veces tengo que decí
- Page 167 and 168: CAPÍTULO 42 Tessa —Nueva York es
- Page 169 and 170: Los shorts deportivos que lleva le
- Page 171 and 172: —sugiere con su tono comprensivo
- Page 173 and 174: —Un iPhone. —Hago girar el tel
—No se trata de eso... No puede ser.<br />
Ojalá pudiera grabar sus palabras y su tono, casi emocionado, en mi corazón y llevármelas<br />
conmigo al pasado. Un pasado en el que no era consciente de lo destructiva que era nuestra relación,<br />
un pasado en el que habría dado cualquier cosa por oírlo pronunciar esas palabras.<br />
—Entonces ¿qué es? Sé que deseas esto, Tessa; me lo has dicho infinidad de veces. —Veo la<br />
batalla interior tras sus ojos, y ojalá pudiera hacer algo para aliviar su dolor, pero no puedo.<br />
—No me queda nada, Hardin. No me queda nada que darte. Ya te lo has llevado todo, y lo<br />
lamento, pero ya no queda nada. —El vacío en mi interior se intensifica y engulle todo mi ser, y<br />
nunca había agradecido tanto no sentir nada.<br />
Si pudiera sentir algo de todo esto, acabaría conmigo.<br />
Me mataría, y he tomado la decisión de que quiero vivir. No me siento orgullosa de los oscuros<br />
pensamientos que se me pasaron por la cabeza estando en ese invernadero, pero sí lo estoy de que<br />
fuesen breves y de que los superase sola, en el suelo de una ducha fría después de que se terminara el<br />
agua caliente.<br />
—No quiero que me des nada. ¡Quiero darte lo que tú deseas! —Boquea como un pez que se<br />
asfixia, y el sonido es tan perturbador que casi accedo a todo para no tener que volver a escucharlo<br />
en mi vida—. Cásate conmigo, Tess. Por favor, cásate conmigo, y te juro que jamás volveré a hacer<br />
nada así. Estaremos juntos para siempre, seremos marido y mujer. Sé que eres demasiado buena para<br />
mí, y que te mereces algo mejor, pero sé que tú y yo no somos como los demás. No somos como tus<br />
padres ni como los míos; somos diferentes, y podemos conseguirlo, ¿vale? Escúchame sólo una vez<br />
más...<br />
—Míranos. —Meneo la mano débilmente en el espacio que nos separa—. Mira en qué me he<br />
convertido. Ya no quiero esta vida.<br />
—No, no, no. —Se levanta y empieza a pasearse por la habitación—. ¡Sí la quieres! Déjame<br />
compensártelo —me ruega, tirándose del pelo con una mano.<br />
—Hardin, por favor, cálmate. Siento todo lo que te he hecho, y sobre todo siento haberte<br />
complicado la vida, y siento todas las peleas y demás, pero sabes que esto no puede funcionar.<br />
Creía... —sonrío con tristeza— creía que podríamos lograrlo. Creía que el nuestro era un amor como<br />
el de las novelas; un amor que, por muy duras que fuesen las cosas, sobreviviría a todo y a todos y<br />
haría historia.<br />
—¡Y sobreviviremos! —exclama.<br />
No puedo mirarlo, porque sé lo que voy a ver.<br />
—Ésa es la cuestión, Hardin. No quiero sobrevivir. Quiero vivir.<br />
Mis palabras parecen haber hecho mella en él, y deja de pasearse y de tirarse del pelo.<br />
—No puedo dejarte ir sin más. Lo sabes. Siempre vuelvo a ti. Tenías que saber que lo haría.<br />
Sabías que acabaría volviendo de Londres y que...<br />
—No puedo pasarme la vida esperando a que regreses a mí, y sería egoísta por mi parte querer<br />
que tú te pasaras la tuya huyendo de mí, de nosotros —replico.<br />
Sin embargo, estoy confundida otra vez. Estoy confundida porque no recuerdo haber pensado esto<br />
antes; todos mis pensamientos siempre han estado centrados en Hardin, y en qué podía hacer para que