AFTER4

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—Sólo estoy intentando ayudarla, y tú estás causando un problema cuando... Entro por la puerta y me abro paso entre los dos bravucones. —Marchaos los dos —digo con voz monótona, robótica y plana—. Id a pelearos a otra parte. Los empujo afuera y cierro la puerta. Cierro con pestillo y rezo para que Hardin no añada esta delgada puerta del baño a su lista de destrucción. Me desnudo del todo, me meto en el agua y siento su calor contra mi espalda. Estoy llena de suciedad, y lo odio. Odio que el barro se haya secado bajo mis uñas y en mi pelo. Odio el hecho de que, por mucho que me frote, no consigo sentirme limpia.

CAPÍTULO 29 Hardin —Yo no tengo la culpa de que estuviese desnuda. Y con todo lo que está pasando, ¿lo que más te preocupa es que vea su cuerpo? —La reprobación en el tono de Noah hace que me den ganas de estrangularlo con la mano sana. —No es sólo... —Inspiro hondo—. No es eso. —Son una infinidad de putas cosas que no pienso decirle. Entrelazo las manos encima del regazo y después me dispongo a metérmelas en los bolsillos, pero me doy cuenta de que con la escayola no puedo. Incómodo, vuelvo a entrelazarlas sobre mi regazo. —No sé qué ha pasado entre vosotros dos, pero no puedes culparme por querer ayudarla. La conozco de toda la vida, y nunca la había visto así. —Noah sacude la cabeza con desaprobación. —No pienso hablar de nada de esto contigo. Tú y yo no estamos en el mismo equipo. Suspira. — Tampoco tenemos por qué ser rivales. Quiero lo mejor para ella, y tú deberías quererlo también. No soy ninguna amenaza para ti. No soy tan idiota como para creer que me escogería si tuviera que elegir. He pasado página. Sigo queriéndola porque, bueno, creo que siempre lo haré, pero no del mismo modo que la quieres tú. Sus palabras serían mucho más fáciles de aceptar si no hubiera odiado a este capullo durante los últimos ocho meses. Me quedo callado, con la espalda contra la pared que está delante del cuarto de baño, mientras espero a que el agua de la ducha deje de correr. —Habéis vuelto a romper, ¿verdad? —pregunta metiéndose donde no lo llaman. No sabe cuándo debe cerrar la boca. —Obviamente. —Cierro los ojos y dejo caer la cabeza un poco hacia atrás. —No voy a meterme en vuestros asuntos, pero sí espero que me hables sobre Richard y me cuentes cómo acabó en tu apartamento. No lo entiendo. —Vivía en mi casa desde que Tessa se marchó a Seattle. No tenía adónde ir, de modo que dejé que se quedara conmigo. Cuando nos fuimos a Londres, se suponía que él tenía que estar en rehabilitación, así que nadie podía imaginar que iba a aparecer tieso en el suelo del baño. La puerta del cuarto de baño se abre y veo a Tessa envuelta sólo con una toalla. Noah nunca la ha visto desnuda, ningún otro hombre la ha visto más que yo, y quiero que siga siendo así. Sé que no debería dar importancia a estas tonterías, pero no puedo evitarlo. Me dirijo a la cocina a por un poco de agua, y me encuentro disfrutando del silencio cuando de

—Sólo estoy intentando ayudarla, y tú estás causando un problema cuando...<br />

Entro por la puerta y me abro paso entre los dos bravucones.<br />

—Marchaos los dos —digo con voz monótona, robótica y plana—. Id a pelearos a otra parte.<br />

Los empujo afuera y cierro la puerta. Cierro con pestillo y rezo para que Hardin no añada esta<br />

delgada puerta del baño a su lista de destrucción.<br />

Me desnudo del todo, me meto en el agua y siento su calor contra mi espalda. Estoy llena de<br />

suciedad, y lo odio. Odio que el barro se haya secado bajo mis uñas y en mi pelo. Odio el hecho de<br />

que, por mucho que me frote, no consigo sentirme limpia.

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