AFTER4

06.04.2017 Views

Y lo más irónico es que, cuando por fin tuvo algo, cuando por fin tuvo a alguien por quien le mereciera la pena vivir, se fue. Es como si no fuera capaz de soportar tanta bondad. Me arden los ojos por liberar alguna especie de emoción, tal vez dolor. Dolor por la pérdida de un hombre al que apenas conocía y que apenas me gustaba, dolor por la pérdida de la idea de un padre que creía tener en Ken, dolor por la pérdida de Tessa, y también una minúscula esperanza de que ceda y de no haberla perdido para siempre. Mis lágrimas de egoísmo se mezclan con las gotas de humedad que caen de mi pelo empapado por la lluvia. Inclino la cabeza y refreno el impulso de enterrar el rostro en su cuello en busca de consuelo. No merezco su consuelo. No merezco el consuelo de nadie. Merezco quedarme aquí sentado, solo, y llorar como un canalla miserable en medio del silencio y la desolación, mis amigos más antiguos y más auténticos. Los patéticos sollozos que escapan de mi boca se pierden con el sonido de la lluvia, y me alegro de que esta chica a la que adoro esté dormida y no sea testigo de este desmoronamiento que no soy capaz de controlar. Mis propios actos son la fuerza impulsora que hay tras cada putada que está sucediendo, incluida la muerte de Richard. Si no hubiese accedido a que Tessa viniese a Inglaterra, nada de esto habría pasado. Seríamos felices y más fuertes que nunca, como lo éramos hace tan sólo una semana. Joder, ¿sólo ha pasado una semana? Parece imposible que hayan transcurrido tan pocos días, aunque me da la impresión de que ha pasado una eternidad desde la última vez que la toqué, que la sostuve en mis brazos y que sentí su corazón latiendo. Mi mano planea sobre su pecho. Quiero tocarla, pero temo despertarla. Si pudiera tocarla una sola vez, sentir el latido constante de su corazón, el mío se sosegaría y me calmaría. Saldría de este estado de desconsuelo, las desagradables lágrimas que corren por mis mejillas cesarían y mi pecho dejaría de agitarse violentamente. —¡Tessa! —La voz grave de Noah se deja oír entonces por encima de la lluvia del exterior, y después un trueno brama en el aire como un signo de exclamación. Me seco la cara rápidamente y rezo para que se me trague la tierra antes de que entre aquí. —¡Tessa! —grita de nuevo, esta vez con más fuerza, y sé que está justo fuera del invernadero. Aprieto los dientes y espero que no vuelva a gritar su nombre porque, como la despierte, yo... —¡Ah, gracias a Dios! ¡Debería haber imaginado que estaría aquí! —exclama al entrar en voz alta y con cara de alivio. —¿Quieres cerrar la puta boca? Acaba de quedarse dormida —susurro con aspereza, y observo la figura durmiente de Tessa. Él es la última persona que querría que me viera así, y sé que puede ver mis ojos rojos y los claros signos de mi llanto en la rojez de mis mejillas. Joder, creo que ni siquiera puedo odiar a este cabrón, porque está evitando mirarme adrede, para que no me avergüence. Una parte de mí lo odia más por ello, por el hecho de que sea tan redomadamente bueno. —Ella... —Noah echa un vistazo al embarrado invernadero y luego vuelve a mirar a Tessa—. Debería haber imaginado que estaría aquí. Siempre se escondía... —Se aparta el pelo de la frente y me sorprende al dirigirse hacia la salida—. Estaré en casa —dice con aire cansado.

Después, con los hombros hundidos, sale sin ni siquiera cerrar la puerta de golpe.

Y lo más irónico es que, cuando por fin tuvo algo, cuando por fin tuvo a alguien por quien le<br />

mereciera la pena vivir, se fue. Es como si no fuera capaz de soportar tanta bondad. Me arden los<br />

ojos por liberar alguna especie de emoción, tal vez dolor. Dolor por la pérdida de un hombre al que<br />

apenas conocía y que apenas me gustaba, dolor por la pérdida de la idea de un padre que creía tener<br />

en Ken, dolor por la pérdida de Tessa, y también una minúscula esperanza de que ceda y de no<br />

haberla perdido para siempre.<br />

Mis lágrimas de egoísmo se mezclan con las gotas de humedad que caen de mi pelo empapado<br />

por la lluvia. Inclino la cabeza y refreno el impulso de enterrar el rostro en su cuello en busca de<br />

consuelo. No merezco su consuelo. No merezco el consuelo de nadie.<br />

Merezco quedarme aquí sentado, solo, y llorar como un canalla miserable en medio del silencio y<br />

la desolación, mis amigos más antiguos y más auténticos.<br />

Los patéticos sollozos que escapan de mi boca se pierden con el sonido de la lluvia, y me alegro<br />

de que esta chica a la que adoro esté dormida y no sea testigo de este desmoronamiento que no soy<br />

capaz de controlar. Mis propios actos son la fuerza impulsora que hay tras cada putada que está<br />

sucediendo, incluida la muerte de Richard. Si no hubiese accedido a que Tessa viniese a Inglaterra,<br />

nada de esto habría pasado. Seríamos felices y más fuertes que nunca, como lo éramos hace tan sólo<br />

una semana. Joder, ¿sólo ha pasado una semana? Parece imposible que hayan transcurrido tan pocos<br />

días, aunque me da la impresión de que ha pasado una eternidad desde la última vez que la toqué, que<br />

la sostuve en mis brazos y que sentí su corazón latiendo. Mi mano planea sobre su pecho. Quiero<br />

tocarla, pero temo despertarla.<br />

Si pudiera tocarla una sola vez, sentir el latido constante de su corazón, el mío se sosegaría y me<br />

calmaría. Saldría de este estado de desconsuelo, las desagradables lágrimas que corren por mis<br />

mejillas cesarían y mi pecho dejaría de agitarse violentamente.<br />

—¡Tessa! —La voz grave de Noah se deja oír entonces por encima de la lluvia del exterior, y<br />

después un trueno brama en el aire como un signo de exclamación.<br />

Me seco la cara rápidamente y rezo para que se me trague la tierra antes de que entre aquí.<br />

—¡Tessa! —grita de nuevo, esta vez con más fuerza, y sé que está justo fuera del invernadero.<br />

Aprieto los dientes y espero que no vuelva a gritar su nombre porque, como la despierte, yo...<br />

—¡Ah, gracias a Dios! ¡Debería haber imaginado que estaría aquí! —exclama al entrar en voz<br />

alta y con cara de alivio.<br />

—¿Quieres cerrar la puta boca? Acaba de quedarse dormida —susurro con aspereza, y observo<br />

la figura durmiente de Tessa.<br />

Él es la última persona que querría que me viera así, y sé que puede ver mis ojos rojos y los<br />

claros signos de mi llanto en la rojez de mis mejillas.<br />

Joder, creo que ni siquiera puedo odiar a este cabrón, porque está evitando mirarme adrede, para<br />

que no me avergüence. Una parte de mí lo odia más por ello, por el hecho de que sea tan<br />

redomadamente bueno.<br />

—Ella... —Noah echa un vistazo al embarrado invernadero y luego vuelve a mirar a Tessa—.<br />

Debería haber imaginado que estaría aquí. Siempre se escondía... —Se aparta el pelo de la frente y<br />

me sorprende al dirigirse hacia la salida—. Estaré en casa —dice con aire cansado.

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