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AFTER4

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CAPÍTULO 25<br />

Tessa<br />

Tras pasarse unos minutos sentado conmigo, Noah se levanta, se estira y dice:<br />

—Voy a traerte algo de beber. Y también tienes que comer un poco.<br />

Me agarro de su camisa y sacudo la cabeza, rogándole que no me deje sola.<br />

Suspira.<br />

—Si no comes algo pronto, vas a caer enferma —dice, pero sé que he ganado la batalla. A Noah<br />

nunca se le ha dado bien mantenerse firme.<br />

Lo último que me apetece es beber o comer algo. Sólo quiero una cosa: que él se marche y no<br />

vuelva jamás.<br />

—Creo que tu madre le está diciendo a Hardin de todo menos bonito. —Intenta sonreír, pero<br />

fracasa.<br />

Oigo sus gritos y el ruido de un golpe en la distancia, pero me niego a permitir que Noah me deje<br />

sola en la habitación. Si me quedo sola, vendrá. Eso es lo que hace siempre, aprovecharse de la<br />

gente en su momento más débil. Especialmente de mí, que he sido débil desde el día en que lo<br />

conocí. Apoyo la cabeza de nuevo en la almohada y lo bloqueo todo: los gritos de mi madre, la voz<br />

grave de acento inglés que le grita en respuesta, e incluso los reconfortantes susurros de Noah en mi<br />

oído.<br />

Cierro los ojos y me pierdo entre las pesadillas y la realidad mientras intento decidir cuál de las<br />

dos opciones es peor.<br />

Cuando vuelvo a despertarme, el sol brilla a través de las finas cortinas que cubren las ventanas. Me<br />

duele la cabeza, tengo la boca seca y estoy sola en el dormitorio. Las zapatillas de Noah están en el<br />

suelo y, tras un momento de tranquila confusión, el peso de las últimas veinte horas me arrebata el<br />

aliento y entierro el rostro entre las manos.<br />

Ha estado aquí. Él ha estado aquí, pero Noah y mi madre lo...<br />

—Tessa —dice su voz, sacándome de golpe de mi ensimismamiento.<br />

Quiero fingir que se trata de un fantasma, pero sé que no lo es. Siento su presencia. Me niego a<br />

mirarlo cuando oigo que entra en la habitación. «¿Por qué ha venido? ¿Qué le hace pensar que puede<br />

librarse de mí y volver conmigo cuando le apetece?» Eso no va a volver a pasar. Ya los he perdido a<br />

él y a mi padre, y no necesito que se me restrieguen ninguna de esas dos pérdidas en los morros en<br />

estos momentos.<br />

—Vete —digo.<br />

El sol desaparece, escondido tras las nubes. Ni siquiera el astro rey quiere estar cerca de él.

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