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AguaTinta N°22

Inmigración y Exilio - Marzo de 2017

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PLÁSTICA<br />

Van Gogh. La persecución de la luz<br />

Por Claudia Carmona Sepúlveda<br />

Con majadera insistencia se ha edificado sobre Vincent<br />

Van Gogh la imagen del pintor atormentado, un artista que<br />

ha sido objeto de diversos diagnósticos póstumos, tales<br />

como epilepsia del lóbulo temporal, esquizofrenia, cuadros<br />

crepusculares, episodios psicóticos y crisis psicomotoras,<br />

incluso se ha planteado una intoxicación debida a su abuso<br />

de la absenta. Sabido es que la intensa personalidad del<br />

pintor neerlandés dificultaba su relación con el entorno, al<br />

punto de ser temido en su época de fanático evangelizador.<br />

Pero con el mismo fervor amó, sin ser correspondido, a<br />

su prima Kee y cuidó de Sien, la prostituta embarazada que<br />

recogió de las calles de La Haya y que sirviera de modelo a<br />

Dolor, dibujo realizado en 1882, una de las más acabadas<br />

obras de su etapa inicial. La convicción que insufló a cada<br />

acto en su vida tal vez no tenga, sin embargo, mejores<br />

exponentes que su pasión por la pintura y la persistente<br />

relación epistolar con Theodorus, su hermano, protector y<br />

albacea. En Cartas a Theo, recopiladas precisamente gracias<br />

a que éste las guardara con amorosa precaución, Van Gogh<br />

echa por tierra la idea de que sus pinturas hayan sido<br />

mera concepción de una mente enferma. Por el contrario,<br />

evidencian trazas de un trabajo metódico, concienzudo y<br />

reflexivo exponiendo con agudeza su visión del arte, sus<br />

temas y técnicas y, ya hacia los últimos años, su persecución<br />

de la luz, ésa que buscó en el sur, donde el sol entrega<br />

matices imposibles en tierras septentrionales.<br />

En efecto, dejando tras de sí la oscuridad neerlandesa<br />

expresada en Los comedores de patatas, Van Gogh va<br />

sumando luz y colorido a sus pinturas, en un proceso por<br />

completo deliberado, tal como relata, con entusiasmo casi<br />

pueril, a su hermana Anna Cornelia en una de las misivas:<br />

“La paleta, hoy en día, es absolutamente colorista, azul<br />

celeste, anaranjado, rosa, bermellón, amarillo muy vivo,<br />

verde claro, el rojo claro del vino, violeta. Pero combinando<br />

todos estos colores se llega a crear la tranquilidad, la<br />

armonía. Y se produce algo semejante a lo que sucede con la<br />

música de Wagner, que, incluso interpretada por una gran<br />

orquesta, no por ello deja de ser íntima”.<br />

En Arlés, sur de Francia, la luz y el color surtieron sobre<br />

el alma de este hombre de vocación tardía y postergado<br />

reconocimiento, una fascinación que se trasunta en la<br />

viveza de Campo de trigo amarillo y en el vigor de Cielo<br />

estrellado, pero que encuentra en El viñedo rojo, uno de<br />

los pocos cuadros que él mismo logró vender, la aplicación<br />

certera del principio del contraste amarillo/rojo/azul, un<br />

ejemplo de que Van Gogh dio vida a la tela y tribuna a sus<br />

facultades.<br />

p Los comedores de patatas (1885).<br />

p El viñedo rojo (1888).<br />

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