«Manolete» Deborah invitado polifacéticos

El también matador de toros y apoderado Victoriano Valencia le definió
como «maestro por excelencia» por el repertorio largo que tenía y la técnica que dominaba,
por su capacidad de mando e improvisación. Y también por la habilidad para «vender» con
estudiadas provocaciones tanto lo bueno como lo otro, que, en definitiva todo esto es lo que
caracteriza a las figuras del toreo. Pepe Luis Vázquez dijo que fue un torero «muy poderoso»
y que con él había compartido muchas tardes de toros, precisando que
dominaba a la perfección todas las suertes y aunque a su juicio, «su fama como persona
era nada más que regular, nosotros manteníamos una magnífica amistad de afecto
mutuo. Por eso lo hemos sentido tanto en casa».
Por su parte, Manolo Vázquez, que también compartió cartel con Dominguín
muchas tardes triunfales, recordó que «ha sido un gran torero, que siempre me dio
su amistad y al que yo apreciaba bastante. Me ha impresionado su muerte. Sabía que andaba
malo, pero no pensaba que iba a ser tan rápido, por lo que me ha cogido por sorpresa y me
he quedado muy “parado”».
Por último, el ganadero Juan Pedro Domecq manifestó que «se ha muerto uno
de los grandes del toreo» y que no podría olvidar «su enorme amor propio y su inteligencia
para conocer la lidia de cada toro». Domecq insistió en la capacidad de Dominguín
«para luchar con un monstruo como Manolete. Siempre estuvo en el número uno del candelero
todo el tiempo que duró su historia. Luis Miguel ha destacado como personaje humano
por las cosas que ha hecho, incluso por sus amores. Fue una persona que siempre fue noticia,
ya que todo lo que hacía lo hacía de forma destacada».
Tenía solo 69 años pero había vivido muchos años y como él mismo solía
decir «los he gozado mucho».
Años después, un grupo de amigos nos reunimos a comer con su cuñado
Miguel Primo de Rivera para evocar su papel en la gestación de la Monarquía de
Juan Carlos I y en los momentos claves de la Transición: uno de ellos, Alfonso
Ruiz de Assín, le preguntó por su cuñado Luis Miguel y Miguel con su rotunda
espontaneidad le contestó: «Quiero que sepáis que vuestro amigo Carlos Abella hizo
muy feliz a Luis Miguel evocando su vida durante el año que duró la realización de su
biografía». Me llenó de orgullo saber que Luis Miguel anhelaba mi llegada los fines
de semana para poderme contar su amistad con Picasso, su rivalidad con Arruza o
su admiración por su padre y que al despedirme los domingos me insistía en porqué
no me quedaba a pasar unos días más.
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