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KRESLEY COLE<br />
<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />
6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />
regenerado, como cualquier nueva cicatriz le seguía doliendo cada vez que se levantaba o se<br />
movía de golpe. Caminó por la habitación, deseando que Sabine volviera.<br />
«No puedo hacerla cambiar. No puedo hacer que diferencie lo bueno de lo malo. Una vez haya<br />
escapado...»<br />
Hablaba consigo mismo de imposibles, porque quería a su compañera de una forma que iba<br />
más allá de la razón. Recordó el sueño que había tenido. La paz perfecta. Deseaba a Sabine más<br />
que nunca. Quería estar con la Sabine de la noche anterior, la que le había hecho hervir la sangre.<br />
«Es mía. Para lo bueno o para lo malo, es mi compañera.»<br />
«No te mueras... no lo hagas...»<br />
Cuando percibió su olor, cerró los ojos un instante. Unos segundos después, la vio entrar en la<br />
habitación y plantarse frente a él. Estaba sin aliento, su pecho subía y bajaba. Llevaba puesto un<br />
casco puntiagudo unido a un collar metálico, y unos guantes largos con unas garras metálicas tan<br />
afiladas como cuchillas.<br />
Tenía los ojos azules y con las pupilas dilatadas, y sangraba por una comisura de los labios.<br />
¿Había ido directo a él después de la batalla? Rydstrom entrecerró los ojos. «Sabine estaba<br />
temblando.» Él conocía perfectamente la mirada <strong>del</strong> soldado que ha estado a punto de morir. «Y<br />
ha venido directo a mí.»<br />
Cuando la sangre le llegó a la barbilla, Sabine se la secó con el antebrazo.<br />
«Tan preciosa. Tan letal. Mía.» En un abrir y cerrar de ojos, tuvo una erección. «¡No! ¿Cómo voy<br />
a desearla cuando acaba de venir de una batalla contra mi propia gente?»<br />
Pero, de hecho, si la hechicera había ido corriendo a verlo, tampoco pasaba nada porque<br />
Rydstrom tuviera también ganas de estar con ella. Sabine le cogió la cara con las manos y se puso<br />
de puntillas para besarlo. Sus labios eran suaves y temblaban bajo los suyos.<br />
Estaba tan desesperado por volverla a ver sana y salva que se lo demostró con un apasionado<br />
beso de alivio. La hizo suya con su lengua, besándola de una forma salvaje, hasta que ella le clavó<br />
las garras en los hombros. Con un gemido de dolor, Rydstrom se apartó.<br />
—¿Qué ha pasado esta noche?<br />
—Me ha ido por los pelos —contestó Sabine jadeando. Se quitó primero un guante y después el<br />
otro, y los lanzó al suelo.<br />
—Tenía miedo de que murieras.<br />
Se desabrochó la armadura por el costado.<br />
—Ha habido un momento en que estaba segura de que eso iba a pasar —dijo, dejando caer la<br />
armadura.<br />
Justo en el momento en que Rydstrom notó sus pezones duros restregándose contra él, ella<br />
empezó a bajar la mano por cuerpo.<br />
—Desencadéname, Sabine. —Estaba deseando que tocara su miembro.<br />
—No puedo.<br />
—Déjame protegerte.<br />
—Bésame primero, ya hablaremos después...<br />
Se estremeció cuando ella metió la mano dentro de sus pantalones y rozó con los dedos la<br />
húmeda cabeza. Rodeó su erección y con la yema <strong>del</strong> pulgar le acarició la punta, con unos<br />
excitantes movimientos circulares.<br />
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