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KRESLEY COLE<br />
<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />
6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />
—Siguiendo ese razonamiento, ¿cómo explicas entonces tu lealtad hacia Omort? ¿Te has<br />
sentido tentada de aliarte con sus enemigos?<br />
—Jamás —mintió ella. Se sentía constantemente tentada de traicionarlo. Y mucho más ahora<br />
que su hermano empezaba a desmoronarse bajo la presión de los rebeldes, con los vampiros listos<br />
para atacar el castillo al anochecer, y las amenazas de aquella loca valquiria.<br />
Y el hecho de que Sabine pudiera acostarse con el demonio...<br />
Pero, a decir verdad, ella podría haberle sido leal a Omort. Todavía recordaba la primera vez<br />
que lo vio. Cuando fue a buscarla parecía tan caballeroso..., y las salvó a ella y a Lanthe <strong>del</strong> ataque<br />
de unos humanos ignorantes. Se las llevó a vivir a aquella pensión, en la que no había ni humanos<br />
ni vrekeners, y ambas hermanas estuvieron por fin a salvo, protegidas por los muros de Tornin.<br />
Hasta que, un día, Omort le puso una mano en el muslo.<br />
Evidentemente, ni Lanthe ni ella creían que fuera su medio hermano sólo porque él se lo<br />
hubiera dicho. Pero las dos sabían que su madre, <strong>El</strong>isabet, había cometido un grave pecado,<br />
haciendo que su noble familia de hechiceros la repudiara. Ese pecado la hizo sentir tan indigna<br />
que, al parecer, el padre de Lanthe y Sabine se le antojó en su momento un buen partido.<br />
Omort les contó que <strong>El</strong>isabet había sido la Vestal de su tiempo y que había dado a luz al peor de<br />
los seres: a él.<br />
—<strong>El</strong> brujo no podrá derrotar a la alianza que Nïx está formando —dijo Rydstrom,<br />
interrumpiendo los pensamientos de la hechicera. —Él solo no.<br />
—Ah, sí, el Ejército de Vertas. Así es como Nïx lo ha llamado.<br />
—¿Has hablado con ella?<br />
—No, digamos que mantenemos cierta correspondencia. Y deja que te diga que está como una<br />
cabra. ¿A quién se le ocurre confiarle un ejército a una lunática?<br />
—En su locura hay cierta lógica —se limitó a responder él; pero a juzgar por el tono, se diría que<br />
respetaba a la valquiria.<br />
Por suerte, Sabine no quería ganarse su respeto, así que no sintió celos de Nïx. Si quisiera,<br />
Rydstrom la respetaría, en cualquier momento... si ella quisiera.<br />
—Además, Omort no está solo, demonio. Ya has visto a los miembros de su ejército. —Gente<br />
que moriría si el brujo no lograba recuperar pronto el control. —Esta Ascensión será de las buenas.<br />
—¿Y no te preocupa que cuando llegue tú y yo estemos en bandos opuestos?<br />
—Lo dices como si ahora no lo estuviéramos.<br />
—Tal vez, pero no lo estaremos mucho más.<br />
—Entonces deduzco que piensas unirte al Pravus, porque desde luego yo tengo previsto estar<br />
en el bando de los ganadores —Pero a pesar de sus palabras, por primera vez no estaba tan<br />
segura. Omort estaba demostrando ser un completo inútil a la hora de defenderlos de las<br />
amenazas que los acechaban. Sin él a la cabeza, los rumores y la inestabilidad no tardarían en<br />
extenderse por todo el ejército. En algunas facciones pequeñas ya habían empezado a romperse<br />
varios pactos.<br />
Esa noche, tan pronto como se pusiera el sol, Sabine y Lanthe tendrían que jugarse la vida en el<br />
campo de batalla sólo porque Omort no había sabido estar a la altura.<br />
—<strong>Demonio</strong>, tienes que entender que Omort es imposible de matar. No hay modo de<br />
derrotarle.<br />
Escaneado por CHARO – Corregido por Mara Adilén Página 92