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KRESLEY COLE<br />
<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />
6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />
—Si cooperas conmigo, te recorreré el cuerpo a besos, desde esos cuernos tan eróticos hasta<br />
los dedos de los pies. —Se sentó a horcajadas encima de él, y cuando Rydstrom empujó las<br />
caderas hacia arriba, ella lo sujetó por los cuernos para detenerlo. —A eso no se le llama cooperar,<br />
cariño. —Se inclinó hacia a<strong>del</strong>ante y con la mejilla acarició la satinada superficie de uno de ellos.<br />
Con un gemido, él giró la cara y trató de atraparle un pecho con los labios. Consiguió alcanzarla<br />
con los dientes y Sabine se asustó. <strong>El</strong> demonio podía morderla...<br />
En vez de eso, Rydstrom besó y lamió su seno, recorriéndolo con la lengua hasta hacerla<br />
suspirar de placer. Como recompensa ella le pasó la lengua por un cuerno. Su impresionante<br />
cuerpo e estremeció, sacudiendo las cadenas.<br />
Cuando él gimió contra su pecho, Sabine tuvo que cerrar los ojos. Espejismos de llamas y fuego<br />
empezaron a aparecer en el perímetro de la celda, e iban a más con cada una de las caricias de la<br />
boca de él en su pezón.<br />
Sonrió, y dejó que el fuego ardiera.<br />
Sabine se apartó y depositó un <strong>del</strong>icado beso en una oreja <strong>del</strong> demonio.<br />
—Sería una buena amante. —Con una mano le acariciaba el torso desnudo. —Te lo daría todo.<br />
En aquel instante, Rydstrom no tenía ninguna duda de que fuera verdad.<br />
—No te entiendo. La última vez que estuviste aquí estabas distante, decidida, como si tuvieras<br />
que ir a la guerra. Y ahora esto...<br />
<strong>El</strong>la ya no lo tocaba como si fuera un desconocido. Por el contrario, sus caricias eran cariñosas,<br />
tiernas... como él siempre había imaginado que serían las de su compañera.<br />
—¿Sigues negando que soy yo? —Había algo de inseguridad en su voz.<br />
—No, ya no lo niego. —Rydstrom parpadeó para aclararse la vista —Sabine, hay fuego en...<br />
—Es sólo un espejismo —le susurró al oído. —Es algo inconsciente. Cuando estoy muy excitada,<br />
aparecen llamas.<br />
¿Muy excitada? <strong>El</strong> fuego se iba avivando. Al comprender que Sabine lo necesitaba con tanta<br />
desesperación como él a ella, el instinto de satisfacerla se reveló en su interior.<br />
Aquella seducción era demasiado poderosa, como si ella hubiera recurrido a la magia. <strong>El</strong> fuego,<br />
el hecho de que estuviera tan húmeda al tocarla...<br />
—Me has hechizado.<br />
—No, no lo he hecho. Lo único que pasa es que te deseo.<br />
Aunque con esas palabras trataba de tranquilizarlo, Rydstrom se inquietó todavía más y<br />
empezó a transformarse.<br />
—Acéptame como tuya. Hazme el amor. —Le cogió el rostro entre las manos y le dio un beso<br />
igual de tierno y sensual que el de la última vez que lo vio. Cuando lo besaba así, la resistencia de<br />
él se desvanecía.<br />
Pasados unos minutos, interrumpió el beso y se inclinó hacia a<strong>del</strong>ante para recorrerle el cuerpo<br />
con la boca, y su resplandeciente melena le acarició la piel. Le temblaron los pechos, sus pezones<br />
rozaron el torso de él. Lo había llevado al límite con sus caricias, y ahora se estaba deslizando hacia<br />
abajo con un propósito inconfundible.<br />
Escaneado por CHARO – Corregido por Mara Adilén Página 75