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KRESLEY COLE<br />
<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />
6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />
CAPÍTULLO 13<br />
—Mi demonio está enfadado conmigo —le dijo Sabine la noche siguiente. —Ya me suponía que<br />
ibas a ponerte furioso al ver que no cumplía mi promesa. —En vez de liberarlo, había ordenado<br />
que volvieran a encadenarlo a la cama.<br />
Era evidente que Rydstrom estaba al límite, al borde de la ira... ya no tenía los ojos verdes, sino<br />
completamente negros, pero eso no impedía que siguiera excitándose debajo de las sábanas.<br />
Qué menos. A ella, de tantas ganas como tenía de verlo, se le había puesto la piel de gallina<br />
sólo con bajar los escalones que conducían a la celda.<br />
Ahora estaba allí tumbado, con el torso descubierto, tirando de las esposas, y Sabine aprovechó<br />
para recorrerle con la mirada los brazos y los anchos hombros. Sus ojos resiguieron cada músculo<br />
de su pecho y su estómago. Se olvidó incluso de respirar al contemplar el sendero de vello que<br />
descendía desde el ombligo hasta el extremo de la sábana, una sábana que continuaba<br />
levantándose cada vez más.<br />
<strong>El</strong> demonio era en verdad magnífico.<br />
—Me lo prometiste, hechicera.<br />
Sabine trató de concentrarse.<br />
—¿Eso hice? —preguntó despreocupada. —En serio, debes saber que no puedes confiar en<br />
alguien como yo. No es culpa mía que seas tan crédulo.<br />
Él la fulminó con la mirada y le crecieron los colmillos, amenazadores. Teniendo en cuenta<br />
cuáles eran sus respectivos papeles, ¿cómo era posible que fuera Rydstrom el que parecía más<br />
peligroso, el que estaba al mando?<br />
—Ha estado mal por mi parte no cumplir con lo prometido. Creo que deberías castigarme. —<br />
Esbozó una sonrisa. —¿Acaso a los demonios como tú no os van esas cosas?<br />
Cuando se sentó en la cama, Rydstrom se echó hacia a<strong>del</strong>ante tirando de las cadenas al<br />
máximo.<br />
—Y te castigaré, Sabine. —Se acercó a su oído y le susurró: —Cuando salga de aquí, lo primero<br />
que haré será tumbarte sobre mis rodillas. Te azotaré ese trasero tan bonito que tienes hasta que<br />
sienta que te arde la piel bajo las palmas de mis manos. Luego te encadenaré a mi cama y te juro<br />
que conseguiré que me supliques que te haga el amor.<br />
—Entonces tendré que asegurarme de que no salgas de aquí.<br />
—No te servirá de nada. Tarde o temprano conseguiré escapar. Me has drogado. Me has<br />
torturado con tu cuerpo una y otra vez. Me has retenido aquí en contra de mi voluntad. Te<br />
castigaré por todo eso. Y tu condena será pasar por todo lo que me has hecho pasar a mí.<br />
—No puedo liberarte, Rydstrom. Sé que planeas utilizarme para salir de aquí. No tengo ni la<br />
más mínima intención de quitarte las esposas esta noche, y tampoco voy a dejar que me captures.<br />
—Al ver que él seguía enseñándole los colmillos, añadió: —Dime que no has planeado escapar y te<br />
dejo suelto.<br />
Él la retó con la mirada, como hacía siempre, y no lo negó. A pesar de que Sabine quería<br />
convencerse de que tal sinceridad era un signo de debilidad, él no parecía en absoluto débil, sino<br />
parecía tenerlo todo bajo control. Se lo veía viril y peligroso.<br />
Escaneado por CHARO – Corregido por Mara Adilén Página 73