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KRESLEY COLE<br />
<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />
6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />
CAPÍTULLO 11<br />
—¿Lo que quiera? —Entrecerró los ojos, los iris casi negros, con fogonazos intermitentes de<br />
color verde jade.<br />
—Sí.<br />
«Dios, tiene los ojos más bonitos que he visto nunca», pensó Sabine.<br />
—Lo que quieras, sólo tienes que pedírmelo. —A un rey tan poderoso debía de costarle mucho<br />
tener que pedir nada.<br />
—Ya, eso lo dices porque crees que así te saldrás con la tuya.<br />
<strong>El</strong>la soltó su miembro y Rydstrom tuvo que morderse los labios para no gemir.<br />
—Si me dejaras leerte la mente, podría llegar a conocerte mejor y saber cómo seducirte. —«Y<br />
tú también podrías llegar a conocerte mejor, porque la verdad es que creo que no tienes ni idea de<br />
lo que de verdad te gusta». —Está bien, pídeme dos cosas.<br />
—No quiero nada tanto como para correr el riesgo. Al leerme la mente podrías averiguar<br />
mucho más que mis fantasías sexuales.<br />
—Rydstrom, si quisiera saber todas esas otras cosas me bastaría con drogarte con el suero de la<br />
verdad e interrogarte. Además, lo que quiero no es exactamente leerte la mente. Digamos que me<br />
gustaría darme un paseo por ella. Y te mostraría todo lo que encontrase.<br />
—Si te dejara, y no digo que vaya a hacerlo, te pediría a cambio pasar una noche contigo sin<br />
estar encadenado. Y también poder moverme libremente por la celda cuando tú no estuvieras. E ir<br />
vestido.<br />
—¿Y si estando libre y a solas trataras de masturbarte?<br />
—Te juro que no lo haré. —Volvió a caerle aquel rebelde mechón de pelo sobre la frente.<br />
—¿Tú nunca rompes un juramento?<br />
—No, Sabine. Nunca.<br />
—Está bien, demonio. —Levantó las manos.<br />
—¡No! No creía que...<br />
—¿Que fuera a aceptar tos condiciones? Pues lo he hecho. Vas a tener una sensación extraña.<br />
Relájate. Me han dicho que, aunque se percibe, no es desagradable. Lo notarás cuando entre en tu<br />
mente.<br />
La hechicera empezó a deslizarse dentro <strong>del</strong> pensamiento de Rydstrom.<br />
—¡He dicho que no!<br />
—Demasiado tarde. —Se volvió hacia un lado y sopló sobre una de sus palmas.<br />
En la pared apareció un espejismo, sacado directamente de la mente <strong>del</strong> demonio... En él,<br />
Rydstrom estaba en aquella misma celda con ella, pero sin las esposas, y le estaba quitando los<br />
guantes con toda lentitud. Cuando hubo terminado, Sabine estaba temblando.<br />
—¿Quieres hacerme temblar?<br />
<strong>El</strong> demonio no dijo nada, sino que se limitó a seguir mirando cómo en el espejismo le<br />
desabrochaba el corsé pero le dejaba puesto el tanga. Y también el collar, aunque en su fantasía<br />
parecía más bien una gargantilla.<br />
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