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KRESLEY COLE<br />
<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />
6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />
—Como has intentado hacer antes. ¿Sabes una cosa, demonio? Nada me pone de peor humor<br />
que intenten matarme. Llevo muy mal que me maten.<br />
¿De qué diablos estaba hablando?<br />
De rodillas entre sus piernas, Sabine se inclinó hacia a<strong>del</strong>ante y le colocó las manos en los<br />
hombros.<br />
—Además —le dijo al bajar la cabeza, —¿de verdad serías capaz de matar a la futura madre de<br />
tus hijos?<br />
—Eres una pu... —Se calló de golpe al sentir su lengua recorriéndole el torso, y el insulto murió<br />
en su garganta.<br />
Rydstrom respiró hondo y trató de mantener la calma. Había empezado a transformarse, la ira<br />
hervía dentro de él a la misma velocidad que el deseo sexual. Jamás había sentido ambas cosas<br />
juntas.<br />
«¿Qué me está pasando?»<br />
Sabine le recorrió el cuerpo a besos; su sedosa melena se deslizaba por la piel ardiente <strong>del</strong><br />
demonio, que se moría de ganas de hundir la cara en aquellos mechones. ¿Por qué no lo había<br />
hecho antes? No, tenía que matarla.<br />
Era una bomba de relojería. «Y eso que sólo hace unos minutos que he vuelto a sentirla.»<br />
<strong>El</strong>la levantó la vista para mirarlo a los ojos, pero siguió besándole el cuerpo como si lo<br />
necesitara para respirar. Entonces, deslizó las manos hacia sus pantalones.<br />
Se quedaron mirándose el uno al otro mientras Sabine le bajaba la cremallera muy despacio. <strong>El</strong><br />
suave sonido resonó en la silenciosa celda. En contra de su voluntad, Rydstrom levantó las<br />
caderas, poseído por el deseo.<br />
—Ya has notado antes lo excitada que estaba —le susurró ella, dándole otro beso. <strong>El</strong> podía<br />
sentir sus pechos rozándole la piel, deslizándose hacia abajo. —¿No te gustaría entrar dentro de<br />
mí?<br />
Justo cuando iba a tocar su erección, Rydstrom apartó las caderas.<br />
—¡Suéltame!<br />
Imágenes de todo lo que quisiera hacerle inundaron la mente <strong>del</strong> demonio. «La tumbaría sobre<br />
el suelo y le haría el amor. La poseería una y otra vez hasta que me suplicase que parase.» Más<br />
fantasías y más ira mezclándose en su mente.<br />
Sabine observaba fascinada cómo las distintas emociones atravesaban el rostro de Rydstrom,<br />
marcando las distintas fases de su proceso de transformación. Por fin, optó por apartarse.<br />
<strong>El</strong> giró sobre sí mismo, intentando alcanzar las esposas con los cuernos, casi dislocándose los<br />
brazos.<br />
—Cálmate, demonio —murmuró ella.<br />
Su voz era como un bálsamo, pero Rydstrom también se resistió a esa caricia.<br />
La hechicera rodeó con los dedos su erección, y él se sacudió sorprendido. Hacía tanto tiempo<br />
que lo único que hacía era masturbarse que la suavidad de aquella mano lo dejó sin aliento.<br />
Sabine empezó a acariciarlo a un ritmo constante, y el hecho de que él se resistiera sólo<br />
conseguía que su sexo se moviera más y más entre los dedos de ella.<br />
Rydstrom se resistió, intentó apartarse, la odió... pero la hechicera seguía acariciándolo. Las<br />
heridas que se había hecho en las muñecas y los tobillos le empezaron a sangrar.<br />
Escaneado por CHARO – Corregido por Mara Adilén Página 44