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KRESLEY COLE<br />
<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />
6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />
—Acepto. Si no puedes seducirlo en una semana, me quedaré con la mejor de tus diademas.<br />
La diadema que a Sabine más le gustaba estaba confeccionada con un rarísimo oro azul y<br />
blanco, y tenía unas alas que le cubrían las orejas, y unas <strong>del</strong>icadas tiras doradas que caían por la<br />
frente.<br />
Sabine se la había robado a la Reina de la Providencia, junto con su habilidad para tocar objetos<br />
y conocer su historia. Era el poder innato de esa hechicera, y ambas habían luchado a muerte por<br />
él. Al final, Sabine le había regalado dicho poder a Lanthe, pues en el fondo a ella sólo le<br />
interesaba la diadema.<br />
Para ambas hermanas el oro no era algo que se tomasen a la ligera. Su madre solía acariciarles<br />
la cara con monedas de oro mientras les decía con cariño:<br />
—<strong>El</strong> oro lo es todo. ¡Es perfecto! Haceos una armadura con él para el corazón y éste nunca os<br />
sangrará.<br />
Era imposible que Sabine perdiera la apuesta. <strong>El</strong>la era la compañera destinada a Rydstrom.<br />
—Y si yo gano, tú tendrás que pasarte un año entero sin sexo. Tal vez así comprenderás mejor<br />
mi situación. —Ante la mirada incrédula de Lanthe añadió: —Sí, un año. Sabes que la diadema<br />
bien vale eso.<br />
—Está bien —contestó su hermana con cara de pocos amigos. —Acepto la apuesta.<br />
En aquel preciso instante, el cautivo farfulló algo en demoníaco, y sus labios temblaron con<br />
cada sílaba.<br />
—Vete de una vez. Quiero estar sola con él cuando se despierte —dijo Sabine.<br />
Lanthe se fue y ella se subió a la cama para sentarse junto a Rydstrom y estudiarlo más de<br />
cerca. Los cuernos la tenían fascinada, cómo se curvaban pegados a su cabeza, y lo suaves que<br />
eran a pesar de tener asperezas en la base. <strong>El</strong> espeso pelo se los cubría casi por completo. Seguro<br />
que, a diferencia de otros demonios, podía mezclarse entre los humanos.<br />
Al recordar lo mucho que le había gustado que se los tocara, Sabine los recorrió de nuevo con<br />
los dedos y Rydstrom se estremeció a pesar de seguir inconsciente.<br />
Seguidamente, los ojos de ella se detuvieron en el rostro <strong>del</strong> demonio. Era muy atractivo y tenía<br />
las facciones muy marcadas: la nariz fuerte y la mandíbula cuadrada, con aquella única y profunda<br />
cicatriz. Estaba claro que la herida había tenido que doler le mucho, y se preguntó cómo se la<br />
habría hecho.<br />
Desvió la mirada hacia abajo. Rydstrom tenía el mejor cuerpo que ella había visto en toda su<br />
vida.<br />
Siempre le habían gustado los machos de aspecto pulcro y elegante. Solía sentirse atraída por<br />
los pertenecientes al clan de los hechiceros, expertos seductores. Rydstrom en cambio no era en<br />
absoluto un conquistador de modales refinados... Era la virilidad en persona.<br />
Eso no significaba que tuviera ganas de acostarse con él. A Sabine no le gustaba que la<br />
mordieran, y era sabido que los demonios mordían a sus compañeras cuando les hacían el amor.<br />
También sabía que su aspecto físico cambiaba durante el acto sexual, que se les marcaban más las<br />
facciones, se les oscurecía la piel y les crecían los colmillos.<br />
¿Cómo sería hacer el amor con Rydstrom y presenciar su transformación demoníaca? ¿Qué<br />
haría él para conseguir que ella tuviera un orgasmo? Bebió un poco más de vino.<br />
Escaneado por CHARO – Corregido por Mara Adilén Página 39